A la luz de los acontecimientos, parece que algún sector dentro de la cúpula de la Asociación Internacional de Boxeo Aficionado (AIBA) está interesado en evitar la participación cubana en el torneo de Sydney.
Nuestro país considera un deber trasmitir sus preocupaciones al movimiento olímpico mundial y a su liderazgo, sobre una posible conjura.
Es realmente vergonzoso, y sospechoso, que la AIBA, marcada en los últimos lustros por cierta » flexibilidad» ante evidentes hechos violatorios de los ideales olímpicos dentro del pugilismo aficionado, se haya ensañado con las suspensiones sobre los federativos cubanos, entre ellos hombres como Teófilo Stevenson y Alcides Sagarra han contribuido a escribir la historia moderna de este milenario deporte.
Aunque el señor Ricardo Contreras, presidente de su comisión legal pero también de la Confederación Panamericana, se proyecto semanas atrás como un buena gente al anticipar que «trataremos de evitar la suspensión a nivel de federación porque ser¡a muy lamentable el perjudicar a los deportistas», nuestros boxeadores tambi’n se sienten sancionados con el injusto maltrato a sus dirigentes.
Nada tenemos que reprocharnos.
Y entre tantos el titular de la AIBA, el pakistan¡ Anwar Chowdhry, en estos nueve meses gest¢ una campa_a de descr’dito por los cinco continentes para justificar sus gastos de viaje y de representaci¢n mientras vociferaba que » Cuba es la promotora de des¢rdenes porque acepta mal el declive de sus pugilistas».
Exigido por el Presidente del COI a explicaciones por lo sucedido en Houston, Chowdhry se vio obligado a crear de forma emergente argumentos para su libreto cuyo oltimo capitulo lo escribi¢, a su manera, en Ciudad de M’xico. Cuba fue v¡ctima de una provocaci¢n en el oltimo Mundial en Houston de los que desean verla excluida del podio ol¡mpico y hoy, por lo que representa, por el rango que tiene, por su moral, posee todo el derecho a reclamar una investigaci¢n a fondo de toda una serie de anomal¡as en competencias y congresos, m s all incluso de lo ocurrido en el tristemente c’lebre escenario norteamericano.
Un intento de cronolog¡a, que vi¢ luz poblica no hace mucho en una publicaci¢n europea, rese_a que en 1984 durante los Juegos Ol¡mpicos de Los Angeles, los boxeadores norteamericanos ganaron nueve de las 12 medallas de oro en un torneo sin el bloque socialista y en medio de una ola de quejas del resto de los competidores que el presidente de la Comisi¢n de Protestas invalid¢. Su nombre: Anwar Chowdhry, tambi’n en aquellos tiempos secretario general de la AIBA. En los Juegos Ol¡mpicos de Seol – 88, la neutralidad qued¢ en tela de juicio: el mismo pakistan¡ era adem s el presidente de la federaci¢n asi tica. Se pasar¡a por alto la advertencia de que la mitad de los rbitros – jueces designados no contaban con la calificaci¢n necesaria.
Mientras, los sudcoreanos preparaban el fest¡n para vengarse de lo sucedido en Los Angeles aprovechando que » los grandes «, los boxeadores cubanos , estaban ausentes por su solidaridad con Corea del Norte.
Arbitros eliminados eran admitidos nuevamente durante el certamen. Chowdhry se hab¡a hecho cargo de la lista. La mayor¡a de los jueces conoc¡an de antemano en que combates actuar¡an…
Fueron hist¢ricos los esc ndalos de Seol. El boxeo, luego, lleg¢ a estar al borde de su exclusi¢n del programa ol¡mpico. Funcionarios sudcoreanos en una ocasi¢n invadieron el cuadril tero y agredieron f¡sicamente a rbitros, disgustados por la derrota de uno de sus pupilos. A partir de aquel d¡a, las malas apreciaciones y jueces repetidos en peleas de los hu’spedes, propiciaron a los locales dominar el curso del torneo.
Las llamadas a suspensiones vitalicias a los implicados en el alboroto se redujeron a sanciones nobles, bajo el manto de » todos cometemos errores». Nadie, segon dicen, mencion¢ el nombre del hombre que con sus leyes permiti¢ el gran relajo.
En 1993, en el Mundial de Tampere, despu’s que los fineses acordaron con directivos de la AIBA practicar el sistema de anotaci¢n abierto al poblico segon avance el combate, » el zar» prohibi¢ mostrar la apreciaci¢n en la pantalla.
En 1994, en la Copa Mundial de Bangkok , como un milagro en las eliminatorias, la mayor¡a de los cubanos deb¡an pelear contra los alemanes quienes, segon transcendidos, ser¡an beneficiados cuando el margen de diferencia fuera peque_o. La revista Sport Intern asegura que Chowdhry hab¡a arreglado que los locales se convirtieran en los grandes campeones de la reuni¢n despu’s que los caribe_os fueran desbancados por los germanos provocando en los cubanos la ira y un castigo de dos a_os para su federativo Jos’ Barrientos como represalia. El tiro le sali¢ por la culata: en la final ni una sola victoria para los tailandeses y dicen que despu’s el flamante presidente de la AIBA declar¢ que hab¡a perdido mucho dinero.
Otro esc ndalo en 1996 a pesar de la pretensi¢n de mantener en secreto el asunto del intento de soborno del rbitro ingl’s por un colega ruso durante el mundial juvenil de La Habana. El pakistan¡ pas¢ el caso a la asociaci¢n europea cuando era realmente competencia de la AIBA al ocurrir el hecho en un Mundial. Los ingleses apelaron al tribunal de arbitraje del COI al parecer por no confiar en la entidad continental, y lograron sentencias contra la federaci¢n rusa aunque relativamente suaves. El Daily Telegraph relacion¢ este acontecimiento con dos asesinatos de la mafia rusa.
En 1997 durante el Mundial de Budapest, el veredicto adverso en la final de F’lix Sav¢n ante el uzbeko Rusl n Chagaev, oblig¢ a poner los ojos sobre el sill¡n presidencial al lado del ring. El cubano hab¡a sido desestabilizado en el cuadril tero por un rbitro turco reemplazante a oltimo minuto del ruso designado,. Testigos escucharon a Chowdrhy expresar: ya es hora de que Sav¢n se retire.
En 1998, y contra su resistencia, se convoc¢ a la comisi¢n legal , en ese momento dirigida por el ingl’s Connor, para descalificar a Chagaev al descubrirse que hizo dos combates como profesional en Chicago, despu’s de las denuncias de una revista estadounidense. Y se le dio la medalla de oro Sav¢n y no debido a una revisi¢n de la pol’mica decisi¢n.
Y en 1999, Houston…
+ Qui’n es realmente el promotor de los des¢rdenes?
Nuevamente se orquest¢ la provocaci¢n a los cubanos con el despojo de sus merecidos triunfos a seis de sus atletas, lo que origin¢ su justificada y airada protesta la que al no ser atendida por la directiva de la AIBA motiv¢ la retirada anticipada de nuestra delegaci¢n.
¨Por qu’ en ese momento la dirigencia de la AIBA, para evitar la crisis, no acept¢ la propuesta cubana de aplazar la pelea de Sav¢n para el d¡a siguiente, y as¡ tener tiempo de analizar el v¡deo del combate de Sierra con el ruso Timour Gaidalov que a la postre resultar¡a – tard¡amente- en la revocaci¢n el fallo a favor del antillano ? Aon muchos se lo preguntan.
Chowdrhy prosigui¢ con su famoso m’todo de dejar pasar las cosas desagradables. A diferencia de Bangkok un lustro atr s, esta vez el compromiso parec¡a con los Estados Unidos.
Pese a los despojos y la no presentaci¢n de dos de sus finalistas, Cuba abandon¢ Houston con los mismos 37 puntos a que llegaron los estadounidenses «medallistas de oro» tambi’n en organizar un Mundial desastroso con sus irregularidades, adem s, en el pesaje, en el control m’dico, en el sorteo, en la transportaci¢n, en la alimentaci¢n, en el sistema informativo…S¢lo faltar¡a escuchar hoy que fue el mejor mundial de la historia.
En todo este tiempo, desde la conclusi¢n del evento, no hubo respuesta alguna a las reclamaciones cubanas soportadas en s¢lidos argumentos. En contrapartida, el se_or Chowdrhy, y otros, se dedicaron a una campa_a proselitista para buscar apoyo en su decisi¢n de castigar a Cuba, un proceso que culmin¢ a principios de mayo con la conocida componenda en el Distrito Federal donde la AIBA acord¢ sanciones exageradas.
Apenas se habl¢ en el famoso «juicio» de las pruebas contra un grupo de rbitros corruptos presentadas por nuestro pa¡s, que hab¡an perjudicado a sus pogiles, y no s¢lo a ellos, entre los que est n personas con relaciones con individuos dedicados a cazar talentos para el profesionalismo, molestos por los ‘xitos de nuestro boxeo como expresi¢n de la pol¡tica deportiva de nuestro pa¡s, o disgustados porque no han podido comprar a nuestras estrellas.
Tampoco, como «atenuante», los inquisidores hablaron en M’xico de que no hay un pa¡s en el mundo que haya hecho m s por el boxeo en todo el planeta que Cuba, con apenas 11 millones de habitantes, pobre y bloqueado, que tiene en los oltimos 27 a_os, 23 t¡tulos ol¡mpicos y 48 mundiales. Que ha sido asesora de la AIBA para la superaci¢n de los entrenadores y rbitros. Que con m s de 300 profesores en m s de 50 pa¡ses de los 5 continentes, ha propiciado que algunos de ellos llevaran de la mano a boxeadores de esas naciones a la conquista de una medalla ol¡mpica o mundial.
No se record¢ por los fiscales en el hotel Kristal los vaivenes de la AIBA en este ciclo ol¡mpico aprobando y desaprobando el nomero de asaltos, aceptando en sus filas a boxeadores que pelearon como profesionales, pas ndoles la mano a jueces y rbitros de dudoso comportamiento, y subestimando o despreciando sugerencias de Cuba para preservar la pureza de esta disciplina en medio de un nuevo mapa deportivo marcado por la «europeizaci¢n» .
Todo lo redujeron los se_ores de la AIBA en la capital azteca a sustentar su sentencia a que nuestros directivos hab¡an cometido una profanaci¢n imperdonable al utilizar los t’rminos «mafiosos» y «corruptos» en sentido global, para as¡ meterlos en el mismo saco de los cuatro jueces suspendidos despu’s que el se_or Contreras hizo lo suyo en las mentes de los miembros del ejecutivo.
Nuestro pa¡s no puede aceptar las sanciones por superficiales e inconsecuentes. En ninguna ocasi¢n los calificativos se dirigieron en sentido general m s cuando se conoce que existen hombres honorables en esa direcci¢n. El propio Chowdrhy, en el contexto , volvi¢ a mostrar sus debilidades al admitir la existencia de mafiosos y al decir que no ha encontrado apoyo en la copula de la AIBA para implementar medidas que detengan a estas «amistades peligrosas».
Para condenarnos, s¡ se logr¢ unanimidad.
La condena a nuestra posici¢n nada tiene que ver, estamos totalmente seguros, con el sentimiento de los atletas y de los amantes del deporte en los pa¡ses que cuentan con nuestra cooperaci¢n, y seguir n con ella.
Los miles de boxeadores en todo el mundo debieran ser preguntados sobre la AIBA, y sus estructuras, y por las sanciones a los cubanos.
Cuba alerta, despu’s de las recientes e ins¢litas amenazas del secretario general de la AIBA, el norteamericano Baker, sobre los intentos de impedir su participaci¢n ol¡mpica.
Cuba est recibiendo se_ales en los escasos torneos a los que ha tenido acceso en su preparaci¢n, que puede continuar adversa en Sidney la orientaci¢n arbitral dirigida ahora a «infracciones de los cubanos en el golpeo».
Cuba anhela que el movimiento ol¡mpico alentara un proceso de reformas y de democratizaci¢n dentro de la AIBA en busca de limpieza y transparencia como el ejemplarizante que llev¢ a cabo el COI, pero con la diferencia de que aqu’l no podr¡a ser lidereado por el se_or Anwar Chowdrhy.
Cuba hoy ver¡a con muy buenos ojos, ante el desconcierto que vive el mundo del boxeo, a s¢lo cuatro meses de la fiesta ol¡mpica, que el presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, tomara nota de nuestras preocupaciones, en medio de la tormenta agitada por la AIBA.
Cuba conf¡a en que las batallas se ganan con razones.
Por Miguel Hern ndez