Desde el fondo de nuestros corazones, nosotros, los excluidos y excluidas de las Américas, lanzamos un grito de protesta contra la desigualdad y la injusticia del mundo en que vivimos. Somos todos pasajeros de la misma nave, el Planeta Tierra; pero, como pasaba en las carabelas de los colonizadores y en los veloces aviones de hoy, viajamos en condiciones desiguales. En primera clase, una minoría usufructúa todos los privilegios del consumismo de cosas superfluas, de actitudes antisociales e irrespetuosas del medio ambiente. Esa minoría tiene acceso a la medicina sofisticada, a la educación, a la cultura y al confort de la tecnología de punta. En los camarotes insalubres, victimada por el hambre, por las enfermedades, por la violencia y por la explotación, se amontona la mayoría de la población mundial.
Nuestro grito se levanta contra un tipo de globalización económica que, al favorecer a los pocos países desarrollados, en detrimento de las naciones pobres, revela su carácter de verdadera globocolonizaci¢n. El PIB mundial, calculado hoy en 25 trillones de d¢lares, es el retrato de la brutal acumulaci¢n de riquezas en manos de unos pocos: los pa¡ses del G-7 tienen 18 trillones. Los restantes 7 trillones se reparten entre m s de ¥180 pa¡ses! Clama al cielo constatar que apenas tres ciudadanos norteamericanos (Bill Gates, Paul Allen y Warren Buffet) poseen, juntos, una fortuna superior al PIB de las 42 naciones m s pobres, en las que viven 600 millones de habitantes. Se globaliza la pobreza y no el progreso; la dependencia y no la soberan¡a; la competitividad y no la solidaridad.
Por eso panama hay 204 millones de pobres y 90 millones de miserables en Am’rica Latina y el Caribe, a los que se debe a_adir los bolsones de miseria que existen en varias partes del opulento Estados Unidos. Nuestro grito es de protesta contra la economia capitalista neoliberal que, monitoreada por el FMI, por la OMC y por el Banco Mundial, reduce la democracia al mercado, la ciudadan¡a al consumismo y viola la soberan¡a de nuestros Estados nacionales mediante imposiciones y amenazas.
Si las naciones ricas quieren progreso, +por qu’ no establecen reglas justas para el comercio mundial, eliminando las restricciones y las pr cticas comerciales que disminuyen los precios de los productos que producen las naciones pobres? Si quieren la paz, +por qu’ no acaban con la carrera armamentista, que consume anualmente 800 billones de d¢lares, y dejan de exportar armas a los pa¡ses del Tercer Mundo? Si quieren terminar con las drogas, +por qu’ no erradican los para¡sos fiscales, en los que el dinero sucio es lavado por los ‘honrados’ banqueros del Primer Mundo, y prohiben que el ‘ter y la acetona sean vendidos por los EE.UU. a los fabricantes?
Nuestro grito denuncia que, tras la segunda Guerra Mundial, Am’rica Latina no ten¡a deudas, y sin embargo hoy debe casi 1 trill¢n de d¢lares. Es la m s grande deuda externa por habitante del mundo. Por consiguiente, nuestro continente es el campe¢n en desigualdad entre los m s ricos y los m s pobres. Nuestros pa¡ses son v¡ctimas del capital financiero especulativo, del colonialismo cultural representado por los enlatados televisivos y de la intervenci¢n militar bajo el pretexto del combate al narcotr fico. El nomero de personas hambrientas y desempleadas nunca fue tan grande en las Am’ricas.
Nuestro grito es de indignaci¢n, pero es tambi’n un grito de esperanza. Vemos con alegr¡a campesinos que se movilizan para exigir la reforma agraria; grupos de los m s diversos pa¡ses y de los m s diversos sectores que se unen para bloquear las reuniones de los grandes banqueros y de los grandes empresarios en Seattle, Washington, Praga, a fin de protestar contra el sistema econ¢mico neoliberal; movimientos populares organizan manifestaciones masivas exigiendo cambios en casi todos los pa¡ses del continente, en especial en M’xico, Venezuela, Pero, Bolivia y Ecuador. Presenciamos la fuerza de los pueblos ind¡genas que se yerguen audazmente exigiendo la demarcaci¢n de sus tierras; la multiplicaci¢n de los movimientos de mujeres en la lucha contra la discriminaci¢n machista; la organizaci¢n de los movimientos negros, exigiendo respeto por sus ra¡ces culturales y sus derechos hist¢ricamente reprimidos.
Tales se_ales, evidentes hoy en todo el mundo, nos dan esperanza de que el Fondo Monetario Internacional, la Organizaci¢n Mundial de Comercio y el Banco Mundial sean sustituidos por instituciones efectivamente democr ticas, en que las naciones tengan igual poder de voz y de voto, a fin de regular el flujo de capitales especulativos y derribar el proteccionismo de los pa¡ses ricos, priorizando los derechos humanos y la justicia social.
Esperamos que nuestro clamor se esparza de tal forma que el gobierno de los EE.UU. se vea obligado a retirarse de Colombia, evitando un conflicto que pondr en grave peligro a la poblaci¢n y la biodiversidad amaz¢nica. Nuestro grito clama tambi’n por el fin del cruel bloqueo que los EE.UU. han impuesto a Cuba.
Esperamos que nuestras reivindicaciones b sicas se conviertan pronto en realidad: reforma agraria, cambios en las pol¡ticas econ¢micas con el objeto de eliminar el desempleo y la exclusi¢n, demarcaci¢n y protecci¢n de las tierras ind¡genas, respeto al medio ambiente, fin de la dependencia econ¢mica y cultural de nuestros pueblos y cancelaci¢n de nuestras deudas externas, dentro del esp¡ritu del A_o Jubilar propuesto por el papa Juan Pablo II. Defendemos el acceso de toda la poblaci¢n a los derechos fundamentales: tierra, trabajo, vivienda digna, educaci¢n y salud.
Nuestro grito se eleva hacia todos los que son sensibles a la solidaridad e intentan abrazar la utop¡a de un mundo sin desigualdades, sin miseria ni exclusi¢n, fundado en la justicia y en la libertad.
(Manifiesto le¡do el 12 de octubre por Gilmar Mauro y Frei Betto, en el Grito de Nueva York)