Pareciera increíble que gran parte del debate nacional de lo que el mayor imperio ultramarino de la historia pudiese girar en torno al destino de 43,000 zorros que son cazados cada año en este deporte. Sin embargo, tras la cuestión de los zorros hay otros intereses que se manejan astutamente.
La izquierda y los ambientalistas quieren erradicar esa práctica que es considera cruel para ir minando a la aristocracia y quitar poder a quienes son dueños del 90% de las tierras británicas. Muchos quisieran que no sólo se vete dicho deporte sino que se acabe anulando la Cámara de los Lores y la monarquía.
El Príncipe Carlos ha saltado en defensa de los cazadores equirándolos como una minoría étnica cuyos derechos deben ser respetados. Ha anunciado que si el laborismo impoine su ley anti-caza él abandonaría el país.
Los conservadores quisieran eliminar el aborto y acusan a Blair de permitir que cada año 150,000 sean abortados mientras que le da tanta importancia a 43,000 zorros. Los socialistas dicen que más importante que los zorros y sus cazadores son los cientos de miles que cada año se ven afectados por los bombardeos en Irak, Afganistán o la ex-Yugoslavia.
La derecha quiere valerse de estas manifestaciones para irse revitalizando y debilitar al laborismo. Busca generar una opinión pública en contra del euro y quiere mantener los subdidios a la agricultura. Pese a que ésta representa menos del 1% de la producción nacional, cada año el estado les subsidia con unos 5 mil millones de dólares. Paradójicamente el partido de Thatcher fue quien generó la actual moda neo-liberal y es éste quien busca mantener el proteccionismo agrario en contra de los laboristas quienes están buscando liberalizar el mercado rural. Hay sindicatos que quisieran recortar los subsidios al agro para incrementar los beneficios sociales.
El 22 de septiembre se realizó en Londres la ‘marcha del campo’, cuyos organizadores claman que movilizó a más de 300,000 personas, siendo la más grande que haya conocido la capital inglesa en 170 años.
Esta ha sido la mayor movilización de masas promovida por el opositor Partido Tory (conservador) en contra del premier Tony Blair y marchando sobre la mayor centro ‘townie’ (citadino) europeo.
Mientras en América Latina muchas de las movilizaciones campesinas son lideradas por la izquierda y algunas de éstas pueden acabar con enfrentamientos o patrocinando bloqueos o tomas de tierras, la auto-denominada ‘marcha por la libertad y el sustento’, ha sido una impulsada por los sectores más derechistas.
Inglaterra fue el primer país del globo en el cual la población ciudadana desplazó a la agraria como la mayoritaria. En la actualidad un 2% de los habitantes vive en zonas rurales y lo que producen es inferior al 1% del Producto Nacional Bruto.
La mayor parte de la población rural tienen un nivel de vida superior al de los más pobres de las ciudades. Entre los promotores de la marcha figuran barones de la tierra con miles de acres de tierras.
La caminata por Londres tenía como consigna ‘defender al campo’, pero la principal demanda que planteaba era mantener la caza del zorro. Este es un deporte muy lujoso en cual se pueden invertir miles de dólares en cada partida, la misma que consta de un equipo de jinetes armados y bien vestidos al mando de caballos y perros especialmente entrenados. La inmensa mayoría de los británicos nunca ha participado en una de estas cacerías, las mismas que tienen la reputación de ser una práctica elitista y cruel.
Mas, para quienes han organizado esta marcha así como la de 1998, se trata de una cuestión de vida o muerte. La caza del zorro es considerada, por ellos, como un símbolo de la cultura británica y del modo de vida rural que se siente amenazado. Los marchistas afirman que eliminarla podría afectar los empleos de miles y que después de prohibirse la caza del zorro se podrían imponer nuevas leyes contra disparar a otros animales o hasta pescar.
Según The Economist cada año mueren un cuarto de millón de zorros. Mientras sólo unos 43,000 son las presas de ese deporte, unos 100,000 mueren en las pistas y similar cantidad son ultimados por quiene sprotejen a sus animales. La principal revista inglesa apoya al gobierno en sus intentos de reducir los subsidios al agro y pide a los granjeros que busquen otras formas de competitividad en el mercado para sobrevivir.
La izquierda acusa a Blair de preouparse por la suerte de esos 43,000 zorros cuando sus políticas militares en Irak, Yugoslavia y Afganistán han repercutido en la muerte de un número mayor de civiles gracias a los efectos directos o indirectos de los ataques bélicos o los bloqueos comerciales.
La derecha sostiene que cada año mueren 150,000 bebés antes de nacer en las prácticas legales de aborto, las mismas que son las que deberían ser prohibidas.
En el agro existe descontento debido a la forma en la cual fue manejada la epidemia de la fiebre aftosa que acabó generando el exterminio de millones de cabezas de ganado, por supuestas excesivas regulaciones y el declive de servicios rurales. Dentro de los marchistas es fuerte el sentimiento en favor de mantener la libra esterlina y negarse a entrar a la moneda única europea.
Pese a su poco peso en la economía y demografía británicas, los granjeros reciben un subsidio anual de unos $US 5,000 millones, una cifra mayor al de las divisas obtenidas por muchos países latino americanos. Los marchistas quieren conservar y ampliar estos subsidios, mientras el laborismo quisera ir restringiendo éstos.
Siendo una persona que ha observado numerosas manifestaciones en Londres algo que me llamó la atención es el hecho que no habían gentes de color dentro de la multitud. En Londres, donde un cuarto de la población tiene tez oscura, es usual ver gentes de todas las razas en las manifestaciones. Mas, en la que se reinvindica como la mayor marcha inglesa, no habían rostros que no fuesen blancos.
Muchos de los marchistas son opuestos a más immigrantes y quisieran mantener los subsidios a su sector a costa de disminuir el presupuesto para los refugiados o sectores laborales urbanos.
En la caminata pude ver algunas banderas de Zimbabwe o Kenya, pero quienes las izaban eran granjeros blancos. La marcha ha hecho suyas las demandas de los granjeros de orígen británico de la ex-Rodesia cuyas tierras buscan ser ocupadas por sus jornaleros negros.
Algunas pancartas vinculaban a Blair con el mandatario de Zimbabwe que juega a movilizar a la mayoría africana contra los antiguos dueños de tierra blancos. Aún habían más pancartas que trataban de vincular a Blair con Hitler o Hussein.
Para el diario The Guardian ésta es la marcha de quienes son dueños del campo pero ya no del poder. Una de sus periodistas, Polly Toynbee, afirma que ésta expresa una disputa de clases en la cual los más ricos se ponen los trajes agrarios. Las tierras que ellos poseen representan el 90% de las que tiene el país y los terrenos que colectivamente detentan los granjeros han subido de precio: desde unos $US 60 mil millones en 1991 a unos $US 150 mil millones en el 2000. Ella hace notar una contradicción en los marchistas. Según ella los economistas de la Unión Nacional de Granjeros (NFU) reconocen que cada vez que la libra se levanta un penique por encima del euro esto implica que los granjeros británicos pierden $US150 millones y que por no haber entrado al euro la agricultura británica estaría perdiendo anualmente casi $US 8 mil millones. Sin embargo, la NFU es hostil al euro debido a sus lazos al conservadurismo.
Hay otras dos paradojas. El partido de Margaret Thatcher fue el que inició la ola neo-liberal que acabaría imponiéndose en todo el planeta. Sin embargo, en cuestiones de la efímera agricultura británica adoptan una posición proteccionista. Quienes buscan eliminar subsidios al desempleo y al seguro social, están por mantener un subsidio anual tan alto.
Por otro lado gran parte de la responsabilidad por el brote de epidemias en el ganado ha sido debida a que en la época de la administración tory sebuscó mejorar la competitividad en el mercado a costa de reducir costos y alimentos para lops animales. Esto último repercutió en nutrir a las reses con productos que acabarían generando plagas.
El Daily Mail y el Daily Telegraph, matutinos derechistas, son quienes llenaron la marcha con sus afiches o calcomanías. Para éstos esta manifestación es vital para sacar a los conservadores de su aislamiento y hacer recular a Blair. Este sector ve en el actual primer ministro a un laborista que aplica muchas de las recetas económicas del thatcherismo, pero que sigue haciendo conseciones a los sindicatos, a Europa y a los refugiados.
En su editorial The Mail on Sunday sostiene que las clases medias no pueden ser descastadas en su propia tierra. Este hace suya la interrogante dell Príncipe Carlos: Tratarían a una minoría étnica de la misma manera como se quiere tratar a los cazadores?. Estos últimos son estereotipados como los abanderados del tradicionalismo étnico inglés. El sucesor al trono afirma que si los laboristas vetan la caza él abandonaría Gran Bretaña para dedicarse el resto de su vida a esquiar.
La ‘marcha por la libertad y el sustento’ ha sido muy distinta a las que los sindicatos o anti-globalizantes hayan efectuado. La policía apenas desplegó 1500 efectivos, una cifra 3 veces inferior a la que puede movilizar contra marchas de apenas pocos izquierdistas como la del primero de mayo. Había un helicóptero sobrevolando, pero éste no era de las fuerzas de seguridad, sino de los propios organizadores quienes filmaban la concentración desde el aire y la hacían desplegar en una panatalla gigante.
La marcha al acabar pasaba por un contómetro el mismo que cada 6 segundos automáticamente sumaba 300 nuevas personas. Al final de la manifestación había un grupo de activistas defensores de los derechos de los animales quienes pedían que se proteja a los zorros y se cacen a los oligarcas. Una pancarta de los marchistas llamaba a que hay que criar vacas y comerse a los vegetarianos.
La que ha sido la mayor concentración conservadora de toda la historia ahora se auto-proclama como la mayor insurgencia campesina desde la revuelta de 1381. Mas, hoy son los dueños de tierras quienes protestan y la supuesta izquierda la que gobierna.
La semana entrante los socialistas y los sectores contrarios a un ataque contra Irak dentro del laborismo y los sindicatos preparan la que prometen será la mayor marcha anti-guerra de los últimos años.
Mientras tanto Blair se mantiene entre esas dos presiones. El quiere la guerra contra Irak, aunque la mayor parte de su partido y sus electores se oponen a ella. El no es muy entusiasta en prohibir la caza del zorro pero debe seguir en su agenda de ir quitando poderes a la aristocracia para congraciarse con sus bases y para alimentar su proyecto de transformaciones políticas.
Isaac Bigio
Analista Internacional
London School of Economics