El informe Blair ha afirmado que Irak no tiene ninguna planta o arsenal atómicos y que apenas posee 20 misiles Scud cuya alcance no llega a Europa. Israel, en cambio, es la única potencia nuclear en el medio oriente y sus armas de destrucción masiva superan a cualquier otro país de la región.
Se dirá que Israel no es una amenaza para Occidente mientras que Irak si lo es. Sin embargo, mientras ningún vecino de Irak cree que éste está en condiciones de atacarle, todos quienes rodean a Israel han sido invadidios por éste y el entorno árabe sistemáticamente le denuncia por agredir a la población palestina.
Irak fue expulsado militarmente de Kuwait, pero Israel ocupa hace 35 años, casi dos tercios de su existencia, a los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania. Mientras los líderes occidentales hablan de frenar a Hussein, poco hacen para evitar que Israel siga cercando y bombareando la sede de la Autoridad Palestina en su capital (Ramala).
Blair y Bush anuncian que quieren invadir Irak pues esta nación está ignorando las resoluciones de Naciones Unidas. Sin embargo, Israel ha pasado por encima de éstas mas que ningún otro país.
Israel nuevamente ha desafiado a las Naciones Unidas al anunciar que desacatará una nueva resolución del Consejo de Seguridad que llama a acabar ‘inmediatamente’ con el cerco y los ataques a las oficinas de la Arafat.
Es mas, Sharon se alinea con los halcones de Washington para querer echar militarmente a Hussein. Acaba de encontrar un grupo de ‘terroristas palestinos’ entrenados en Irak. El gobierno israelí ha anunciado que, a diferencia de 1991, esta vez sí podría atacar Irak en caso de ser golpeado por sus misiles.
En su informe Blair recrimina a Hussein por haber hecho matanzas contra civiles, como en Halabja (Junio 88), aunque entonces Irak había recibido armas y apadrinamiento de Occidente. Mas, EEUU y Gran Bretaña siguen considerando a Sharon como un aliado democrático a pesar que hace 20 septiembres él dejó pasar la matanza de miles de mujeres, niños y ancianos en Sabra y Chatila.
Israel sabe que EEUU nunca le invadirá ni le pedirá que desmantele cualquiera de sus armas de destrucción masivas. Sharon sabe que su estado es uno de los que más ayuda financiera recibe de Washington.
Esta doble actitud occidental es algo que crea mucho resentimiento dentro de un quinto de la humanidad compuesta por mil millones de musulmanes. Es algo que también afecta a los propios judíos a quienes se les condena a ser mostrados como una minoría rodeada por un mar hostil que debe alinearse necesariamente a las posiciones más halconas.
Dentro de los hebreos hay quienes conciben que más ganarían haciendo causa común con sus vecinos semitas para dejar de ser peones de una potencia que interfiere en su región. Sin embargo, el juego de los grandes poderes siempre ha consistido en empujar unas etnias contra otras.
No se puede separar la cuestión irakí de la palestina. De imponerse la intervención militar en la Mesopotamia se generará un cuadro de inestabilidad en toda la región. Irak puede acabar fraccionado entre un sur chiíta proclive a Irán, un debilitado centro sunnita y un norte kurdo visto con recelo por Turquía e Irán quienes no quieren dar autonomía a sus minorías kurdas. Los palestinos creen que la derrota de Irak hará que los duros en Israel se sientan con más fuerza para querer anexionar áreas o evitar cualquier futuro estado palestino.
Una victoria militar por más contundente sobre Irak no solucionará el problema palestino ni el hebreo. Los resentimientos contra Israel y Occidente podrán ir creciendo y con ella la inseguridad de toda la zona y de sus poblaciones mahometanas, cristianas y judías.
Isaac Bigio
Profesor de la London School of Economics
