Lo novedoso del último kamikaze anti-israelí es que no se trata de un palestino sino de un británico. Blair convenció a varios de sus partidarios en la necesidad de ir a una guerra para luego dar paso al plan de paz. El primer atentado contra éste lo ha causado nada menos que uno de sus con-nacionales. Dicha acción viene sirviendo para que la derecha británica pida más represalias contra mahometanos y para que los neo-nazis sigan avanzando electoralmente.
Las bombas humanas fueron creadas en el medio oriente inicialmente por la resistencia chiíta libanesa a la ocupación israelí y luego han sido adoptadas por diversas fracciones palestinas y ahora en Irak. Hizbola, el libanés Partido de Dios, quien se precia de haber sido la única fuerza árabe en haber derrotado a Israel, centraba sus ataques suicidas en blancos militares. Las pocas bombas humanas estalladas recientemente en Irak fueron contra soldados estadounidenses.
Hamas, fundamentalistas palestinos pero de la otra variante del Islam (la sunnita), centra sus llamados actos de martirologio en blancos civiles. Recientemente estos operativos han sido repetidos hasta por las fuerzas seculares de Al Aqsa, ligados al partido Fatah de Arafat.
Las manifestaciones hebreas contra la guerra y la militarización ayudaron a sacar a las tropas del Líbano y estas acciones generan anticuerpos entro de ese fragmento de la sociedad israelí que los palestinos necesitan ganar para ir avanzando.
Muchos sionistas conciben que estos son meros actos de terrorismo que deben ser catalogados como crímenes contra la humanidad. Muchos palestinos defienden éstos pues sostienen que es un recurso desesperado que les queda por que se enfrentan casi sin nada ante la mayor potencia militar del medio oriente.
Quienes se solidarizan con los suicidas podrían preguntarse si acciones que ven como justas contra civiles hebreos no acaban haciéndoles perder posibles aliados y hacer crecer a los militaristas. Quienes condenan esos bombazos podrían preguntarse si ello no es consecuencia de tantas incursiones y ocupación.
Los fundamentalistas islámicos no buscan ganar a ninguno de los 4,6 millones de hebreos pues aspiran a crear un estado mahometano. Dentro de los palestinos hay quienes están dispuestos a aliarse con el ejército israelí a fin de combatir a los integristas y recibir a cambio un estado propio. Otros sectores defienden el derecho de los llamados mártires palestinos para cometer esos actos pero no apoyan sus acciones pues conciben que sólo debe atacarse blancos militares o que lo mejor para los árabes es tratar de impulsar movilizaciones conjuntas con sectores contestatarios de la sociedad israelí.
La prensa israelí, mientras tanto, constantemente muestra las imágenes de jóvenes, niños, ancianos o civiles muertos o heridos en tales atentados. Ello ayuda a fortalecer a las corrientes internas que piden más seguridad e incursiones sobre los territorios ocupados.
Mientras tanto el anunciado plan de paz sigue sin cosechar ningún avance significativo.
Isaac Bigio
Analista Internacional
