De los 19,6 millones de pesos o dólares negociados en el recinto de Sarmiento y 25 de Mayo, llamó la atención los casi 9,4 millones que correspondieron a las acciones del mega grupo Pérez Companc. Operación que se tradujo en la suba del 4,39% en el MerVal, hasta cerrar en 251,98 puntos. Incremento porcentual que no ha logrado revertir el balance negativo semanal, que hasta este jueves acumula una variación negativa del 0,96%.
De las 34 acciones operadas, el saldo arrojó 19 alzas, 9 bajas y 6 sin cambios. Como era de esperar, los papeles que más brillaron fueron los del holding Pérez Companc, alumbrados por un 9,09%, perseguidos por las especies de Transportadora Gas del Sur, con una caloría del 6,19%.
Redujeron sus cotizaciones las acciones de la petroquímica Indupa û4,26%- la siderúrgica Acindar û2,63%- y la automotriz, de origen gala, Renault, herrumbrada en un 2,56%.
En cuanto al cuarteto español que cotiza en la bolsa porteña, por tercera jornada consecutiva los títulos del Banco Santander Central Hispano / Banco R¡o no movieron su valoraci¢n. De las tres restantes, el cierre hall¢ a la otra instituci¢n financiera, el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria / Banco Franc’s sonri¢ un 4,62%, arropada por el buen tono del 1,59% para los papeles de Telef¢nica. El enfriamiento le cupo a la petrolera Repsol, que aminor¢ su cotizaci¢n en el 1,82%.
No obstante el 5% de ganancia que acapar¢ el «Global 2008», icono para la banca JP Morgan que elabora el riesgo pa¡s, no pudo impedir que ese medidor elevara en un 0,3% su cuantificaci¢n. Los 4056 puntos b sicos, anclaje de este jueves -una docena de puntos superior a la clausura del mi’rcoles 12- tuvo su explicaci¢n en la cesi¢n experimentada por los otros t¡tulos de la deuda externa, cotizados en el Viejo Continente y en los Estados Unidos, que promedi¢ el 0,6%.
No hay d¡a en que el Gobierno argentino se vea sacudido por alguna mala noticia. D¡as atr s lo fue la retracci¢n en la recaudaci¢n impositiva. Ayer, el Instituto Nacional de Estad¡stica y Censo (INDEC) brind¢ los porcentajes del paro. Segon la Encuesta Permanente de Hogares, evaluaci¢n que permite conocer cada seis meses los niveles del desempleo, a octubre pasado, el 18,3% de la Poblaci¢n Econ¢micamente Activa (PEA). Esto quiere decir que 2,532 millones mujeres y hombres han visto ensombrecer su presente y nada permite presuponer que el futuro ser mejor. Para remontarse a un ¡ndice de magnitud similar hay que retrotraerse a mayo de 1995, que con los remezones del efecto «tequila» trep¢ al 18,4%.
De la informaci¢n suministrada por el organismo estatal se desprende que, con un 20% de desocupaci¢n, los conglomerados de Mar del Plata (provincia de Buenos Aires) y de Rosario (provincia de Santa Fe) fueron los m s perjudicados. En la otra punta, la ciudad de R¡o Gallegos, en la patag¢nica provincia de Santa Cruz, fue la menos da_ada con 2,5% de parados.
Los datos m s alarmantes expuestos este jueves tienen dos bases de sustentaci¢n. La primera descansa en que a octubre del a_o precedente el nivel de desempleo se situaba en el 14,7%. El que hiela m s la sangre tiene que ver con lo que suced¡a en octubre de 1999. Por ese entonces, eran 1,833 millones de personas que se hab¡an quedado fuera de la torta del reparto laboral. Gobernaba la Argentina el peronista Carlos Saol Menem y su sucesor, el radical Fernando de la Roa se preparaba para asumir el 10 de diciembre de ese a_o la Presidencia de la Naci¢n.
Cotejando el indicador de octubre de hace dos a_os y el de 2001, queda claro que gente de carne y hueso -1000 por d¡a- han perdido sus puestos de trabajo.
As¡ las cosas, los datos oficiales son aterradores, empero los no oficiales son peores, porque entre el desempleo y el subempleo suman algo m s 6 millones de personas, poco menos del 40% de la poblaci¢n econ¢micamente activa, calculada en 14,7 millones.
Si los caballos de las finanzas siguen al frente del carro de la pol¡tica, los hados de la perversi¢n seguir n castigando al empobrecido pueblo argentino.
Quien pelea el d¡a a d¡a en la calle compara a la Naci¢n sudamericana con Afganist n. La diferencia estriba en que por estas tierras los talibanes visten trajes caros, se mueven en autos de alto standing y miran al Norte rico como su horizonte.