En dos meses de intensos bombardeos los talibanes han acabado perdiendo todas las ciudades que controlaban. Sin embargo, éstos aún no están acabados y se reportan diversos focos rurales de resistencia.
Los ganadores no están unidos. La Alianza Norteña se ha resquebrajado. Una de los 3 partidos que la componen (el del general uzbeko Dostum) llama a boycotear la nueva administración. El partido Unidad de los hazaras chiítas está descontento por las pocas y no muy representatives carteras conseguidas. En el principal partido (Jamiat Islami) una nueva troika ha desplazado al liderazgo histórico del presidente Rabbani.
Karzai, el líder pashtú del nuevo gobierno provisional, no tiene partido ni mayores tropas o base social. Los principales partidos y caudillos pashtúes no le apoyan. Estos y Dostum tienen sus propias republiquetas. La propia rendición de Kandahar muestra la fragilidad del nuevo gobierno. Karzai, quien inicialmente apoyó al Talibán, quisiera amnistiar a Omar e invitar a talibanes a su gobierno. Gul Agha, el ex gobernador pashto de Kandahar, quien fuera depuesto por los talibanes acusado de robos y violaciones, quieren vengarse. Kandahar es un preciado tesoro que promover disputas entre se_ores de la guerra. Los uzbekos, tadjikes y hazaras no quieren acuerdos con ningon ala talibana. Los EEUU se oponen a cualquier pacto que evite que Mullah sea juzgado.
Afganist n no tiene un l¡der, un gobierno o un partido que sea capaz de unirlo. En la oltima d’cada solo los talibanes fueron capaces de gobernar al 90% de este convulsivo pa¡s. El puritanismo talib n fue inicialmente bien visto por una poblaci¢n asqueada de tantos saqueos, violaciones y guerras fratricidas. Hoy unos criminales de guerra son remplazados por otros.
Ser n inevitables nuevos enfrentamientos entre los anti-talibanes por el reparto de poder y teritorios. Occidente querr evitar que se repita el caos de 1992-96 y por eso quiere mantener tropas extranjeras y emplear miles de millones de d¢lares en planes de reconstrucci¢n. La actual cultura afgana est impregnada de mercenarismo. Millares solo saben combatir y saquear. Si la nueva administraci¢n afgana no logra evitar que Afganist n sobreviva fragmentado de acuerdo a caudillos locales, ser inevitable el revitalizamiento de los islamistas.
Isaac Biglio