ôSr. Vocero, Sr. Presidente Interino, Miembros del Congreso y conciudadanos norteamericanos:
En el transcurso normal de los acontecimientos, los presidentes vienen a esta cámara a informar sobre el estado de la nación. Esta noche no hace falta tal informe: ya ha sido enviado por el pueblo estadounidense.
Lo hemos visto en el coraje de los pasajeros que doblegaron a los terroristas para salvar a otros en tierra. Pasajeros como ese hombre excepcional llamado Todd Beamer. Por favor, demos la bienvenida esta noche a su esposa, Lisa Beamer.
Hemos visto el estado de la unión en la resistencia de los socorristas más allá del agotamiento. Lo hemos visto en el despliegue de banderas, el resplandor de las velas, las donaciones de sangre, las oraciones en inglés, hebreo y árabe.
Lo hemos visto en la decencia de personas caritativas y afectuosas que hicieron suyo el luto de los extraños.
Queridos compatriotas, en los últimos nueve días, el mundo ha visto por sí mismo el estado de la nación y es fuerte.
Esta noche estamos en un pa¡s consciente del peligro y llamado a defender la libertad. Nuestro duelo se ha convertido en ira y la ira en resoluci¢n. Ya sea que llevemos nuestros enemigos a la justicia o la justicia a nuestros enemigos, as¡ lo cumpliremos.
Agradezco al Congreso por su liderazgo en un momento tan importante.
Todo Estados Unidos se sinti¢ emocionado la noche de la tragedia cuando vieron a dem¢cratas y republicanos unidos en las escalinatas de esta capitolio cantando «Dios bendiga a Estados Unidos».
Y ustedes hicieron m s que cantar. Ustedes actuaron y entregaron 40 mil millones de d¢lares para reconstruir nuestras comunidades y satisfacer las necesidades de nuestras fuerzas Armadas. Presidente de la c mara Hastert, l¡der dem¢crata Gephardt, l¡der republicano Daschle y senador Lott, agradezco su amistad, su liderazgo y sus servicios al pa¡s.
Y en representaci¢n del pueblo estadounidense, agradezco al mundo por el respaldo brindado.
Estados Unidos nunca olvidar el sonido de nuestro himno nacional sonando en el Palacio de Buckingham, en las calles de Par¡s y en la Puerta de Brandenburgo en Berl¡n.
No olvidaremos a los ni_os de Corea del Sur congreg ndose para orar en nuestra embajada en Seol, o las oraciones de simpat¡a ofrecidas en una mezquita de Cairo.
No olvidaremos los momentos de silencio y los d¡as de luto en Australia y -frica y Am’rica Latina.
Ni olvidaremos a los ciudadanos de otras 80 naciones que murieron juntos con los nuestros. Docenas de paquistan¡es, m s de 130 israel¡es, m s de 250 ciudadanos de India, hombres y mujeres de El Salvador, Ir n, M’xico y Jap¢n y cientos de ciudadanos brit nicos.
Estados Unidos no tiene un amigo m s verdadero que Gran Breta_a. Una vez m s, estamos unidos en una gran causa, as¡ que me honra que el primer Ministro brit nico cruzara un oc’ano para mostrar su uni¢n con Am’rica, gracias por venir, amigo.
El 11 de septiembre, enemigos de la libertad cometieron un acto de guerra contra nuestro pa¡s. Estados Unidos ha conocido guerras, pero en los oltimos 136 a_os han sido guerras en suelo extranjero, excepto por un domingo en 1941.
Estados Unidos ha tenido bajas de guerra, pero no en el centro de una gran ciudad en una ma_ana pac¡fica, los estadounidenses han conocido ataques sorpresivos, pero nunca antes contra miles de ciudadanos.
Todo esto nos lleg¢ en un solo d¡a y la noche cay¢ sobre un mundo diferente, un mundo en el que la libertad misma est bajo ataque.
Los estadounidenses tienen muchas preguntas esta noche. Los estadounidenses se est n preguntando: ‘¨Qui’n atac¢ a nuestro pa¡s?’
Las pruebas que hemos reunido apuntan todas a una colecci¢n de organizaciones terroristas conocida como Al Qaeda, ellos son algunos de los asesinos condenados por la colocaci¢n de bombas en las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenya y los responsables por la bomba contra el USS Cole.
Al Qaeda es al terror lo que la mafia es al crimen. Pero su meta no es hacer dinero, su meta es recrear el mundo e imponer sus creencias radicales sobre la gente en todas partes.
Los terroristas practican una forma marginal de extremismo isl mico que ha sido rechazada por los eruditos musulmanes y por la vasta mayor¡a de los cl’rigos musulmanes, un movimiento marginal que pervierte las ense_anzas pac¡ficas del Islam.
Los l¡deres de los terroristas les ordenan matar a cristianos y jud¡os, matar a todos los estadounidenses y no hacer distinci¢n entre militares y civiles, incluyendo mujeres y ni_os.
Este grupo y su l¡der, una persona llamada Osama Bin Laden, est n ligados a muchas otras organizaciones en diferentes pa¡ses, incluyendo la Yihad Isl mica egipcia, el Movimiento Isl mico de Uzbekist n. Hay miles de estos terroristas en m s de 60 pa¡ses.
Son reclutados en sus propias naciones y vecindarios y tra¡dos a los campos en lugares como Afganist n, donde son entrenados en las t cticas del terror. Son enviados de regreso a sus casas o enviados a ocultarse en pa¡ses alrededor del mundo para planear maldad y destrucci¢n.
El liderazgo de Al Qaeda tiene una gran influencia en Afganist n y respalda al r’gimen Talib n en el control de la mayor¡a de ese pa¡s. En Afganist n vemos la visi¢n que Al Qaeda tiene para el mundo, el pueblo de Afganist n ha sido tratado brutalmente, muchos est n muriendo de hambre y muchos han huido.
A las mujeres no se les permite ir a la escuela, uno puede ser encarcelado por tener un televisor, la religi¢n s¢lo puede ser practicada como dictan sus dirigentes, un hombre puede ser encarcelado en Afganist n si su barba no es suficientemente larga.
Estados Unidos respeta al pueblo de Afganist n, despu’s de todo, somos actualmente su primera fuente de ayuda humanitaria, pero condenamos al r’gimen del Talib n, no s¢lo reprime a su propio pueblo, sino que es una amenaza para las personas de todas partes por patrocinar y dar abrigo y suministros a los terroristas.
Ayudando e instigando el asesinato, el r’gimen del Talib n est cometiendo asesinatos y esta noche Estados Unidos de Am’rica hace las siguientes demandas al Talib n: Entreguen a las autoridades de Estados Unidos a los dirigentes de Al Qaeda que se esconden en su pa¡s.
Liberen a todos los ciudadanos extranjeros, incluso a los ciudadanos estadounidenses que tienen encarcelados injustamente.
Protejan a los periodistas extranjeros, los diplom ticos y los trabajadores humanitarios que se encuentran en su pa¡s, cierren inmediata y permanentemente todos los campamentos que entrenan a terroristas en Afganist n y entreguen a todo terrorista y a toda persona y su estructura de apoyo a las autoridades apropiadas.
Den a Estados Unidos acceso total a los campamentos de terroristas, para que podamos estar seguros de que no siguen operando.
Estas demandas no est n abiertas a negociaciones ni discusiones. El Talib n debe actuar y actuar inmediatamente.
Entregar n a los terroristas o compartir n su destino.
Quiero hablar esta noche tambi’n directamente a los musulmanes de todo el mundo: Respetamos vuestra fe, es practicada libremente por muchos millones de estadounidenses y millones de personas m s en pa¡ses que Estados Unidos cuenta como amigos.
Sus ense_anzas son buenas y pac¡ficas y todos los que comenten actos de maldad en nombre de Al blasfeman el nombre de Al , los terroristas son traidores a su propia fe, tratando, en realidad, de secuestrar todo el islamismo.
El enemigo de Estados Unidos no son nuestros numerosos amigos musulmanes, no son nuestros numerosos amigos rabes, nuestro enemigo es una red radical de terroristas y cada gobierno que la respalda.
Nuestra guerra contra el terror comienza con Al Qaeda, pero no termina all¡.
No terminar hasta que cada grupo terrorista de alcance mundial haya sido encontrado, detenido y vencido, los estadounidenses se est n preguntando: ¨Por qu’ nos odian?
Ellos odian lo que ven aqu¡ en esta c mara: un gobierno democr ticamente electo. Sus l¡deres son nombrados por ellos mismos, ellos nos odian por nuestras libertadas, nuestra libertad de religi¢n, nuestra libertad de expresi¢n, nuestra libertad de votar y congregarnos y de estar en desacuerdo entre nosotros.
Ellos quieren derrocar gobiernos existentes en muchos pa¡ses musulmanes como Egipto, Arabia Saudita y Jordania, quieren sacar a Israel de Medio Oriente, quieren expulsar a cristianos y jud¡os de vasta regiones de Asia y -frica.
Estos terroristas no matan s¢lo para extinguir vidas, sino para interrumpir y poner fin a una manera de vivir. Con cada atrocidad, ellos esperan que Estados Unidos se torne m s temeroso y se retire del mundo olvidando nuestros amigos. Ellos se enfrentan a nosotros porque nosotros estamos en su camino.
Nosotros no nos dejamos enga_ar por su religiosidad fingida, hemos visto su clase antes. Ellos son los herederos de todas las ideolog¡as asesinas del siglo XX, al sacrificar vidas humanas para servir sus visiones radicales, al abandonar todos los valores a excepci¢n de su deseo de poder, ellos siguen el camino del fascismo, el nazismo y el totalitarismo. Y seguir n por todo el camino, hasta donde termine: en la tumba no marcada de la historia sobre las mentiras descartadas.
Los estadounidenses se est n preguntado: ¨C¢mo vamos a pelear y ganar esta guerra?»
Dirigiremos todos los recursos a nuestra disposici¢n -todos los medios de la diplomacia, toda herramienta de inteligencia, todo instrument¢ para la aplicaci¢n de la ley, toda influencia financiera y toda arma de guerra necesaria- a la destrucci¢n y la derrota de la red global del terror.
Ahora, esta guerra no ser como la guerra contra Irak de hace una d’cada, con una liberaci¢n decisiva de un territorio y una conclusi¢n r pida. No se parecer a la guerra a’rea sobre Kosovo de hace dos a_os, donde no se utilizaron tropas terrestres y ni un solo estadounidense se perdi¢ en combate.
Nuestra respuesta involucra mucho m s que una represalia instant nea y golpes aislados. Los estadounidenses no deben esperar una batalla, sino una larga campa_a como no hemos visto ninguna otra jam s, puede incluir golpes dram ticos visibles en la televisi¢n y operaciones encubiertas secretas igual de exitosas.
Le quitaremos el financiamiento a los terroristas, los volveremos el uno contra el otro, los haremos moverse de un lugar a otro hasta que no tengan refugio o descanso.
Y perseguiremos a las naciones que proporcionen ayuda o refugio al terrorismo. Todas las naciones en todas las regiones deben tomar ahora una decisi¢n: o est n con nosotros o est n con los terroristas.
De este d¡a en adelante, cualquier naci¢n que continoe dando refugio o apoyando el terrorismo ser considerada por Estados Unidos como un r’gimen hostil. Nuestra naci¢n ha sido puesta en alerta, no somos inmunes a los ataques. Tomaremos medidas defensivas contra el terrorismo para proteger a los estadounidenses.
Hoy, docenas de departamentos federales y agencias, as¡ como gobiernos estatales y locales, tienen responsabilidades que afectan la seguridad de la patria.
Estos esfuerzos deben ser coordinados al m s alto nivel.
Por eso, esta noche anuncio la creaci¢n de una posici¢n a nivel de gabinete que reportar directamente a m¡: la Oficina de Seguridad Interna.
Y esta noche, anunci¢ tambi’n a un estadounidense distinguido para dirigir este esfuerzo, para fortalecer la seguridad estadounidense: un veterano militar, un gobernador efectivo, un verdadero patriota, un amigo de confianza, Tom Ridge, de Pennsylvania.
El dirigir , supervisar y coordinar una amplia estrategia nacional para salvaguardar a nuestro pa¡s contra el terrorismo y responder a cualquier ataque que pudiera venir.
Estas medidas son esenciales. La onica manera de derrotar al terrorismo como una amenaza a nuestra forma de vida es detenerlo, eliminarlo y destruirlo donde quiera que crezca.
Muchos participar n en este esfuerzo, desde los agentes del FBI hasta los operativos de inteligencia y los reservistas que hemos llamado a servicio activo. Todos se merecen nuestras gracias y todos tienen nuestras oraciones.
Y esta noche, a pocas millas del da_ado Pent gono, tengo un mensaje para los militares: est’n preparados. He colocado a las fuerzas armadas en alerta y eso tiene una raz¢n.
La hora est llegando para que Estados Unidos actoe y ustedes nos har n sentir orgullosos.
Esta no es, sin embargo, una lucha s¢lo de Estados Unidos y lo que est en juego no son solamente las libertades estadounidenses.
Esta es una lucha del mundo, esta es una lucha de la civilizaci¢n. Esta es una lucha de todos los que crean en el progreso y el pluralismo, la tolerancia y la libertad.
Pedimos a todas las naciones que se unan a nosotros.
Pediremos y necesitaremos la ayuda de fuerzas de polic¡a, servicios de inteligencia y sistemas bancarios de todo el mundo. Estados Unidos agradece que tantas naciones y muchas organizaciones internacionales hayan respondido ya con simpat¡a y apoyo: naciones de Am’rica Latina, Asia, -frica, Europa y el mundo isl mico.
Quiz s la carta de la OTAN refleja mejor la actitud del mundo: un ataque contra uno es un ataque contra todos. El mundo civilizado se est alineando junto a Estados Unidos.
Ellos comprenden que si este terror queda sin castigo, sus propias ciudades, sus propios ciudadanos podr¡an ser los pr¢ximos. El terror sin contestar no s¢lo puede derribar edificios, es capaz de amenazar la estabilidad de gobiernos leg¡timos.
+Y saben qu’? No vamos a permitirlo.
Los estadounidenses se preguntan: +qu’ se espera de nosotros? Quiero que vivan sus vidas y abracen a sus hijos.
S’ que muchos ciudadanos tienen miedo esta noche y yo les pido que tengan calma y resoluci¢n, incluso cuando enfrentan una continua amenaza. Les pido que mantengan los valores de Estados Unidos y recuerden por qu’ tantos han venido a este pa¡s.
Estamos en una lucha por nuestros principios y nuestra primera responsabilidad es vivir a la altura de ellos.
Nadie debe ser se_alado, ni maltratado, ni ofendido de palabra por su origen ‘tnico ni su fe religiosa.
Les pido que sigan apoyando a las v¡ctimas de esta tragedia con sus contribuciones. Los que quieran dar pueden llegarse hasta un centro de informaci¢n, libertyunites.org, para encontrar los nombres de los grupos que est n ofreciendo ayuda directa en Nueva York, Pennsylvania y Virginia.
Los miles de agentes de la FBI que est n trabajando ahora en esta investigaci¢n pudieran necesitar su cooperaci¢n y les pido que se la den. Les pido paciencia con las demoras y las inconveniencias que podr¡an acompa_ar a la seguridad m s estrecha y su paciencia en lo que ser una larga lucha.
Les pido su participaci¢n continua y confianza en la econom¡a estadounidense. Los terroristas atacaron un s¡mbolo de la prosperidad estadounidense; ellos no tocaron su fuente.
Estados Unidos es exitoso por el trabajo duro y la creatividad y el emprendimiento de nuestro pueblo. Estas eran las verdaderas fortalezas de nuestra econom¡a antes del 11 de septiembre y estas son nuestras fortalezas hoy.
Y finalmente, por favor continoen orando por las v¡ctimas del terror y por sus familias, por aquellos en uniforme y por nuestro gran pa¡s. La oraci¢n nos ha confortado en la pena y nos ayudar a fortalecernos para la jornada que tenemos por delante.
Esta noche agradezco a mis compatriotas por lo que ya han hecho y por lo que har n.
Y se_oras y se_ores del Congreso, les agradezco por lo que ya han hecho y por lo que har n juntos.
Esta noche enfrentamos nuevos y sobitos retos nacionales.
Nos uniremos para mejorar la seguridad a’rea, para aumentar dram ticamente el nomero de vigilantes a’reos en los vuelos dom’sticos y tomaremos nuevas medidas para prevenir los secuestros.
Nos uniremos para promover la estabilidad y mantener nuestras aerol¡neas volando con asistencia directa durante esta emergencia.
Nos uniremos para dar a los responsables de aplicar la ley las herramientas adicionales que necesitan para localizar el terror aqu¡, en casa.
Nos uniremos para fortalecer nuestras capacidades de inteligencia para conocer los planes de los terroristas antes de que actoen y encontrarlos antes de que golpeen.
Nos uniremos para tomar pasos activos que fortalezcan la econom¡a de Estados Unidos y que nuestro pueblo vuelva al trabajo.
Esta noche damos la bienvenida a dos l¡deres que representan el extraordinario esp¡ritu de todos los neoyorquinos, el gobernador George Pataki y el alcalde Rudolf Giuliani.
Como muestra de la resoluci¢n de Estados Unidos, mi administraci¢n trabajar con el Congreso y estos dos l¡deres para demostrarle al mundo que nosotros vamos a reconstruir la ciudad de Nueva York.
Despu’s de todo lo que ha pasado, todas las vidas que fueron tomadas y todas las posibilidades y esperanzas que murieron con ellas, es natural preguntarse si el futuro de Estados Unidos es uno de temor.
Algunos hablan de una era de terror. Yo s’ que hay luchas por delante y peligros que enfrentamos. Pero este pa¡s va a definir nuestra era, no ser definido por ella.
Siempre y cuando Estados Unidos sea fuerte y mantenga su determinaci¢n, esta no ser una era de terror. Esta ser una era de libertad, aqu¡ y a lo largo del mundo.
Se nos ha hecho gran da_o. Hemos sufrido una gran p’rdida. Y en nuestro dolor y en nuestra ira, hemos encontrado nuestra misi¢n y nuestro momento.
La libertad y el temor est n en guerra. El avance de la libertad humana, el gran logro de nuestro tiempo y la gran esperanza de cada era, depende ahora de nosotros.
Nuestra naci¢n, esta generaci¢n, levantar la oscura amenaza de violencia que recae sobre nuestro pueblo y nuestro futuro. Fomentaremos que el mundo se una a esta causa a trav’s de nuestros esfuerzos y de nuestra valent¡a. No nos vamos a cansar, no nos vamos a rendir y no vamos a fracasar.
Es mi esperanza que en los pr¢ximos meses y a_os, la vida retorne casi a la normalidad. Regresaremos a nuestras vidas y rutinas, y eso es bueno.
Incluso la tristeza disminuye con el tiempo y la buena voluntad, sin embargo, nuestra resoluci¢n no desparecer . Cada uno de nosotros recordar lo que sucedi¢ ese d¡a y a qui’nes les sucedi¢. Recordaremos el momento en que llegaron las noticias, d¢nde est bamos y lo que hac¡amos.
Algunos recordar n una imagen de un incendio o una historia o un rescate. Algunos llevar n recuerdos permanentes de un rostro o una voz.
Yo llevar’ esto, la placa del polic¡a llamado George Howard, que muri¢ en el World Trade Center tratando de salvar a los dem s.
Me la entreg¢ su madre, Arlene, como recuerdo orgulloso de su hijo. Es mi recuerdo de las vidas que terminaron y una tarea que no termina.
Nunca olvidar’ la herida a nuestro pa¡s ni aquellos que la infligieron. No flaquear’, no descansar’, no me ablandar’ en la tarea de librar esta lucha por la libertad y seguridad del pueblo estadounidense.
El curso de este conflicto no se conoce, pero su resultado es cierto. Libertad y temor, justicia y crueldad, siempre han estado en guerra y sabemos que Dios no es neutral.
Mis queridos compatriotas, enfrentaremos violencia con justicia paciente, garantizada por la correcci¢n de nuestra causa y confiados en las victorias por venir.
En todo lo que nos espera, que Dios nos d’ sabidur¡a y podamos velar por Estados Unidos de Am’rica.
Gracias».
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