Sin embargo, según un documento muy cercano al gobierno, en un rincón de la base ocupada actualmente por el contratista de defensa Raytheon, se lleva a cabo una operación que no tiene nada que ver con el rol de «principal puerta al espacio» del Ala 45. De hecho, los 3000 metros cuadrados de terreno cercado no son usados para nada por Raytheon.
Tampoco lo son los 19000 metros cuadrados de oficinas, almacenes y hangares ubicados en el número 1038 de la calle South Patrick. Oficialmente es la oficina del Departamento de Estado quien mantiene una línea de información de alta
velocidad que une sus oficinas generales en Washington con los edificios 984 y 986 de Florida.
Lo que el Departamento de Estado está haciendo aquí tiene poco que ver con el refinado arte de la diplomacia y todo que ver con el combate. En la práctica, la calle South Patrick es la puerta a la guerra privada que el Gobierno de los Estados Unidos lleva a cabo en los Andes sudamericanos.
El edificio 985 de la Base Aérea Patrick está ocupada por al menos dos oficiales del Departamento de Estado y un pu_ado de administradores de DynCorp, un contratista gigante que gana la mayor parte de sus ingresos de 1.400 millones de d¢lares en negocios con el Gobierno de los Estados Unidos, particularmente en las reas de Defensa e Inteligencia. Desde 1991 la compa_¡a ha actuado con eficacia y calladamente como fuerza erea privada del Departamento de Estado en los Andes, proveyendo pilotos y mec nicos a los aviones estadounidenses. Tanto DynCorp como el Departamento de Estado han sido reticentes a dar respuestas sobre lo que DynCorp realmente hace.
Bastantes declaraciones poblicas e informes a los medios de comunicaci¢n han mostrado que los pilotos de la compa_¡a llevan a cabo vuelos de fumigaci¢n, al mismo tiempo que misiones de bosqueda y salvamento, principalmente en Colombia.
Se ha hecho menci¢n tambi’n al papel desempe_ado por DynCorp en Pero y Bolivia.
Pero cuando los periodistas, activistas, e incluso miembros del Congreso han pedido m s detalles sobre cu l es el papel que lleva a cabo DynCorp en la Divisi¢n Internacional A’rea de Seguridad y Narc¢ticos del Estado, no reciben ninguna respuesta.»En este asunto estamos golpeando una pared de piedra,» suspira Nadeam Elshami, secretario del diputado Jan Schakowsky, quien recientemente introdujo una enmienda prohibiendo el uso de compa_¡as militares privadas, como DynCorp, en los Andes. «Hemos pedido al Departamento de Estado informaci¢n y todav¡a no hemos recibido nada.»
Otras veces, el Departamento de Estado dice que no puede decir nada porque comprometer¡a informaci¢n perteneciente a DynCorp, que est protegida por la «exenci¢n de secreto comercial» en la ley de Libertad de Informaci¢n. Si DynCorp responde alguna vez a las demandas, dice que no divulgar ningon detalle porque el Departamento de Estado no lo permitir¡a. «No hemos obtenido tampoco ninguna respuesta de ellos,» dice Elshami, «aunque s¡ nos contactaron cuando el avi¢n que llevaba a Veronica Bower’s fue abatido el mes pasado en Pero, y nos dijeron que ellos no estaban involucrados. Creo que se aseguraron de que todo el mundo supiera eso, pero sobre lo que verdaderamente est n haciendo, no, no nos han dicho nada.»
El peri¢dico The Nation ha obtenido una copia del contrato entre el Departamento de Estado y DynCorp, un contrato que exige a todos los empleados un pacto de secreto y «no comunicar a nadie ninguna informaci¢n obtenida por los servicios que prestan a la compa_¡a.» Adem s da instrucciones a DynCorp para que no se refiera a esta concesi¢n en «ningon anuncio poblico o privado» o en noticias a los medios de comunicaci¢n.
Si uno observa detenidamente, no es dif¡cil entender por qu’. El contrato revela que las operaciones a’reas anti-narc¢ticos llevadas a cabo por DynCorp abarcan mucho m s que lo previamente informado. Desde su «principal base de operaciones» en la Base Patrick, DynCorp supervisa una flota a’rea de cuarenta y seis helic¢pteros y veintitr’s aviones de ala fija, que pueden operar desde veintitr’s localidades repartidas entre Colombia, Bolivia y Pero. En algunos casos, las operaciones de DynCorp no se limitan a la fumigaci¢n y a las misiones de bosqueda y rescate sino que, segon el contrato, tambi’n incluyen mantenimiento y entrenamiento de pilotos, transporte de aviones, transporte de materiales, vuelos de reconocimiento y env¡o de tropas locales para destruir laboratorios de droga y plantaciones de coca o adormidera.
De acuerdo al especialista en secretos de la Federaci¢n de Cient¡ficos Norteamericanos, Steven Aftergood, el contrato entre el Departamento de Estado y DynCorp es un claro ejemplo de c¢mo el poder ejecutivo est ejerciendo unilateralmente el poder e implementando una pol¡tica que busca no dejar rastros. «El tipo de supervisi¢n rutinaria a la que las actividades militares oficiales deben ser expuestas, es evitada totalmente por los contratistas,»
afirma. «Esto hace m s evidente que la privatizaci¢n de las funciones militares ha permitido al gobierno evadir la supervisi¢n hasta grados inconcebibles.»
Pol¡ticamente, los t’rminos del contrato s¢lo refuerzan la problem tica abordada ya en otras ocasiones por el diputado Schakowsky y otros, que afirman que el pueblo norteamericano est pagando con sus impuestos una guerra secreta que tiene el potencial de involucrar cada vez m s, y lenta pero firmemente, a los Estados Unidos en un conflicto de contra-insurgencia pobremente entendido. «Lo que la mayor¡a de personas olvida o no sabe,» afirma Sanho Tree, director del Proyecto de lucha contra la droga del Instituto de Estudios Pol¡ticos, «es que el conflicto en Colombia es una guerra civil, y que no es sobre drogas».
Pero en vez de hacer cosas como crear una infraestructura y promover el desarrollo econ¢mico para conectar con la gente que ha sido abandonada por su gobierno, el primer contacto que los campesinos tienen con su gobierno -y con los Estados Unidos, gracias al Plan Colombia- es con soldados armados y aviones herbicidas, que s¢lo hacen m s hincapi’ en el tema de los rebeldes. Si el pueblo estadounidense no sabe lo que se est haciendo en su nombre, +c¢mo pueden tomar buenas decisiones?
Quiz s la parte m s interesante del contrato es la que se refiere a Bolivia, un pa¡s donde las actividades de DynCorp han sido virtualmente desconocidas e indocumentadas. Operando desde una base principal en Santa Cruz y otras bases de operaciones de avanzada (FOLs) en Puerto Suarez, Chimore y Trinidad -as¡ como en bases de montaje en San Mat¡as, Riberalta, San Ignacio y V¡a Montes- los contratistas de DynCorp entrenan a mec nicos y hacen trabajos de mantenimiento en doce helic¢pteros UH-IH (‘Huey’) del Departamento de Estado y otros diez Hueys provistos por el Pent gono.
Usados para transportar tropas a laboratorios de coca, as¡ como para llevar a cabo vuelos de reconocimiento, algunos Hueys pertenecen al Grupo de Tareas Diablo Rojo (Red Devil Task Force, RDTF), una poco conocida unidad especial de las Fuerzas A’reas bolivianas financiada por el Gobierno estadounidense.
Segon el contrato, DynCorp es «responsable del soporte militar, del control de calidad del mantenimiento aeron utico y de la estandarizaci¢n del entrenamiento
de vuelo de las RDTF,» este oltimo incluyendo «entrenamiento a’reo individual» llevado a cabo por pilotos de DynCorp.
Segon un recientemente jubilado contratista de DynCorp, los pilotos de la compa_¡a trabajan con los pilotos de las Fuerzas Diablo Rojo «durante todo el d¡a, colaborando en todo, desde el mantenimiento del registro de vuelo hasta el
reabastecimiento, y hasta el d¡a de hoy han continuado entrenando a aquellos pilotos.»
«Creo que esto confirma la percepci¢n general de que tenemos muy poca informaci¢n sobre el tipo de operaciones anti-narc¢ticos contractadas que se est n llevando a cabo en la regi¢n andina,» afirma Gina Amatangelo, miembro de la Oficina Internacional de Narc¢ticos en Washington encargada de Latinoam’rica. Amatangelo dice que estar¡a particularmente interesada en saber si algon empleado de DynCorp trabajando para las RDTF ha volado para la unidad m¢vil gubernamental de erradicaci¢n, UMOPAR, que tiene una documentada historia de abusos contra los derechos humanos.
En Colombia, DynCorp es utilizada para mantener las operaciones de 212 Helic¢teros del tipo Bell «siete d¡as a la semana, doce horas al d¡a, de d¡a, de noche, y con aparatos para observar de noche.» Las operaciones incluyen
«bosqueda y rescate, entrenamiento, interceptaci¢n, comando y control y misiones de reconocimiento, especialmente en dos bases de operaciones de avanzada.
Y no faltan bases de operaciones: adem s de la base central en el Aeropuerto Internacional El Dorado, el personal de DynCorp puede ser encontrado fluctuando entre ocho bases localizadas en La Remota, Neiva, Apaily Meta, Puerto As¡s, San Jos’ Tulua, Valledupar y Larandia. (De acuerdo al contrato, existe tambi’n una base de mantenimiento en Guaymaral, una base de entrenamiento en construcci¢n en Mariquita y tres m s planificadas en Florencia, Tres Aquines y Turbo.) La misi¢n m s importante continoa siendo el «reconocimiento y erradicaci¢n a’reos de coca y opio» con aviones de ala fija T-65 y Broncos OV-10D -aviones piloteados ambos por pilotos de DynCorp y pilotos entrenados por ellos, y mantenidos por mec nicos de DynCorp.
En Pero, as¡ como en Colombia y Bolivia, el Departamento de Estado ha instru¡do a DynCorp para «recabar, procesar y diseminar datos sobre las rutas de los vuelos de fumigaci¢n y proveer informaci¢n desde «Pathlink» y/o «SATLOC» -dos avanzados sistemas tecnol¢gicos de grabaci¢n y mapeo- «para facilitar la planificaci¢n y el an lisis de las operaciones de erradicaci¢n y reconocimiento a’reo a desplegar.» Esto es particularmente interesante puesto que el pasado mes, despu’s del abatimiento del avi¢n que llevaba a Bowers, Charlene Wheeless, portavoz de DynCorp, comunic¢ v¡a e-mail a los periodistas que ella «quer¡a asegurarles que DynCorp no prove¡a servicios de vigilancia» en sus reas de operaci¢n, especialmente Pero.
Contactada por The Nation, otra portavoz de DynCorp, Janet Wineriter, clarific¢ lo antes afirmado, diciendo «estabamos hablando estrictamente de aviones de rastreo.» (Cuando se le pregunt¢ por otros aspectos del contrato, Wineriter dijo que «Yo nunca he visto el contrato,» pero a_adi¢ que estaba segura que si hab¡a sido obtenido a trav’s del Departamento de Estado bajo la ley de Libertad de Informaci¢n, «pueden estar seguros que lo obtendr n redactado.»
Pero en Pero, DynCorp hace mucho, mucho m s. Adem s de estar presente en un gran complejo estadounidense en Pucallpa, segon informaci¢n vertida por un periodista del Washington Post, DynCorp opera tambi’n en bases de operaciones de avanzada, incluyendo Tingo Mar¡a, Santa Luc¡a, Mazamari y Tarapoto. Para fumigar, DynCorp debe poseer cuatro aviones T-65 o cuatro OV-10 simult neamente, y debe tambi’n mantenerlos y entrenar a mec nicos y pilotos, individualmente y como unidad.
Segon versiones de un veterano de DynCorp jubilado recientemente, aunque la gente de la compa_¡a son «del m s alto calibre -hombres de Delta, de SEAL, pilotos y mec nicos militares profesionales,» la mayor parte de los conocimientos y experiencia que tienen no est siendo transmitida en los entrenamientos, puesto que los contratistas de DynCorp operan constantemente al l¡mite de su capacidad. «Es probablemente una de las cosas m s dif¡ciles de manejar, porque no existe la zona o clase perfecta para entrenar a la gente cuando llega, y muchas veces al poco tiempo de llegar son movilizados, por lo
que tienes que volver a empezar con nueva gente, y luego ‘stos tambi’n se van» afirma. «La misi¢n a la cual uno est asignado es siempre prioritaria, y la misi¢n es mantener y hacer volar esos aviones para fumigar y destruir las
plantaciones.»
El veterano dice tambi’n que el personal de DynCorp ha tenido asimismo asignadas tareas como el rescate de personal militar cuyas misiones no estaban estrictamente relacionadas a la lucha anti-narc¢ticos. Tampoco, afirma, con
otras que interesen a los contratistas. «La mayor¡a se quedan hasta que est n listos para partir, porque aman verdaderamente lo que hacen. El contrato est cambiando permanentemente para cumplir nuevos requerimientos, de manera que siempre haya trabajo.» Hace una pausa. «Hace ya un tiempo que no voy a la zona, pero durante el per¡odo en que trabaj’ para ellos, pasamos de tener 120 personas a 450.»
Para el profesor Alfred McCoy, de la Universidad de Wisconsin, el contrato tiene sus or¡genes en los tiempos de la edici¢n de su libro «La pol¡tica de la hero¡na en el sudeste asiatico», originalmente publicado en 1972. «Uno de estos d¡as podemos llegar a obtener todos los archivos describiendo todo lo que la CIA hizo en Laos, pero nunca obtendremos los archivos de la Continental Air Service, la compa_¡a contratista que trabaj¢ all¡,» asegura. «El hecho de que esta compa_¡a sea tan grande y est’ haciendo tanto en la zona lleva a importantes cuestionamientos sobre responsabilidades. ¨Cu l es la relaci¢n entre la verdadera guerra contra la droga y las realidades de la contra-insurgencia?. Si se trata s¢lo de guerra contra la droga, cabe preguntarse si ‘sta es o no la mejor forma de manejar la situaci¢n, sobre si su coste es efectivo, sobre cu les
son sus consecuencias. Pero las operaciones descritas aqu¡ pueden f cilmente convertirse en participaci¢n en la contra-insurgencia. Y el escenario m s terrible puede llegar a ser que nos veamos mezclados en una situaci¢n de contra-insurgencia de facto, porque se trata de una corporaci¢n privada, para la cual no hay ninguna traba en particular.
[Fuente: The Nation – Por Jason Vest -Traducida al espa_ol por elEquipo Nizkor, jul01]