Su objetivo ha sido que Bush-Blair pisen el palito y desencadenen una intervención militar que produzca tal reacción en el mundo musulmán que potencie a los fundamentalistas.
Nuestra solidaridad con las víctimas de los inocentes norteamericanos y sus familiares nos deben obligar a buscar una solución que parta por evitar que nuevas matanzas vuelvan a repetirse. Se dice que en EEUU muchos ahora realizan la poca popularidad que tiene su país en el mundo. Esta refelexión debería llevar a muchos de sus ciudadnos a preguntarse por qué hay tal resentimiento. Si uno examina un poco de historia verá que los EEUU se expandieron aniquilando poblaciones indias y en las diversas intervenciones bélicas que han organizado han asesinado a millones de civiles. En la última década cientos de miles de indefensos han muerto como consecuncia de los bombardeos o los bloqueos económios contra Irak o Yugoslavia. EEUU es el único país que ha lanzado bombas atómicas sobre blancos no militares y el primero en usar Napalm contra vietnamitas y camboyanos. Los japoneses bombardearon Pearl Harbor, en Hawai, a miles de kil¢metros de California.
Sin embargo, en ninguna de las guerras que los EEUU tuvieron contra otros pa¡ses su territorio continental fue atacado.
En la carnicer¡a del 11 de septiembre unas 7,000 personas han desaparecido. Las torres de Manhatan, s¡mbolo de las multinacionales estadounidenses, y el Pent gono, sede de la mayor maquinaria militar que haya conocido la humanidad, fueron atacados. Las p’rdidas sobrepasan los 20 mil millones de d¢lares (mas que la producci¢n anual de varios pa¡ses latinoamericanos).
Muchas otras industrias se han visto afectadas. Se pronostica que tal vez unos 100,000 empleos pueden ser cortados en las aerol¡neas. Poco despu’s el dolar y la bolsa de Wall Street cayeron.
La recesi¢n que estaba viniendo ahora se ha acelerado. La restricci¢n del consumo afectar fuertemente a los pa¡ses que producen para el mercado occidental. Parad¢jicamente, quienes m s sufrir n ser n aquellos pa¡ses que adoptaron los modelos de mayor apertura al capital transnacional.
Los emigrantes se ver n triplemente afectados por la ola de despidos as¡ como por oleadas chauvinistas y por las restricciones en las libertades y los movimientos migratorios. Los EEUU han aprobado, por ejemplo, que los organismos de seguridad tendr n acceso a todos los archivos sobre todos los 500,000 estudiantes extranjeros en ese pa¡s. Muchas personas de rasgos medio-orientales han sido atacadas, aunque no sean musulmanas, y puedan ser latinas.
Los EEUU se sienten vulnerables y necesitan encontrar un chivo expiatorio. Los talibanes y Bin Laden son los escogidos. Sin embargo, Afganist n es uno de los pa¡ses m s paup’rrimos, desindustrializados y atrasados del mundo. Quiz s sea el onico rinc¢n del planeta donde no hay televisores. Un cuarto de sus 24 millones de habitantes literalmente se est muriendo de hambre o fr¡o.
Los EEUU han decidido que invertir billones en Afganist n, pero no para salvar vidas, sino para producir m s muertes. No se ha probado que Bin Laden o los talibanes hicieron la matanza y ellos niegan su autor¡a. Ningon afgano ha sido indicado entre los terroristas.
Bush quiere sacar beneficio al m ximo de la provocaci¢n. Un presidente no popular y electo con la minor¡a de lo votos ahora buscar unir a toda la naci¢n en una cruzada ‘anti-terrorista’, la misma que le servir para distraer el descontento contra la recesi¢n. Para Bush Bin Laden es el enemigo ideal. A diferencia de Vietnam del Norte, donde su gobierno proclamaba la paz y el socialismo y dec¡a que defend¡a a los intereses de la propia poblaci¢n trabajadora occidental, Bin Laden pone a toda la poblaci¢n y a los pa¡ses del mundo cristiano, sean ricos o pobres, en el mismo campo de sus enemigos.
El movimiento de Bin Laden y los talibanes deben su existencia al colosal apoyo en armas, entrenamiento, dinero y propaganda que los EEUU les dieron para que se enfrentasen contra la Uni¢n Sovi’tica. Sin embargo, ellos al igual que Hussein o Noriega terminaron como Frankestein atacando a quien les ayud¢ a nacer. La sociedad oscurantista que pregonan los talibanes se basa en el ejemplo saudita donde no hay mayores libertades, democracia, partidos, sindicatos o derechos para la mujer u otras religiones. Mientras Arabia Saudita siempre ha sido uno de los pilares del dominio estadounidense en el medio oriente, el hereje millonario saudita Bin Laden cree que el modelo teocr tico debe expandirse chocando contra occidente.
La intervenci¢n en Afganist n polarizar al mundo mahometano. Desde Marruecos hasta Indonesia millones saldr n a protestar. Nuevas acciones podr n ser lanzadas contra Irak, L¡bano o Palestina. La cruzada anti-terrorista tambi’n se har sentir en Latino Am’rica, probablemente con
mayor fuerza en Colombia.
Bush y Bin Laden se requieren mutuamente. Bush necesita un demonio que le permita ganar a occidente y a la opinion poblica en su intento de convertir a los EEUU en el onico e indisputable polic¡a global. Bin Laden necesita la ferocidad militar occidental para convencer a la poblaci¢n desesperada del medio oriente que la soluci¢n a sus problemas consiste en volver al fanatismo medieval.
El pueblo estadounidense no debe sumarse a la cruzada que solo est destruyendo a uno de los pa¡ses m s pobres y bombardeados del globo. Esta intervenci¢n va a repercutir negativamente entre la propia poblaci¢n de las Am’ricas pues se restringir n libertades, se aumentar la inseguridad y se dar paso a nuevos recortes en los presupuestos de salud, vivienda y educaci¢n. El terrorismo de estado engendrar m s terrorismo.
Lo que se requiere es que se demande que los billones invertidos en organizar m s matanzas sean usados para mejorar las condiciones evida de la gente m s necesitada.
En AmSrica Latina no se ha despertado mayor simpat_a por el intervencionismo en Afganist.n. Ch.vez incluso se ha mostrado cr_tico a Ssta. Gran parte de los problemas que tiene esta regi=n est’a en el pago de miles de millones en deudas a los EEUU y los organismos financieros asociados a Sl. Gran parte de ese dinero se ha de usar en financiar operativos militares. Cada bombardero B-2 cuesta 2,3 mil millones de d=lares; lo que representa la ganancia en exportaciones de muchos pa_ses al sur del r_o grande.
Isaac Bigio
Investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences (LSE).