Mas, tras la nueva unidad se esconden nuevas divisiones. La idea original era hacer que se entendiesen la Alianza de las minorías étnicas del Norte con las dirigencias de la mayoría pashtú del Sur. La Alianza, pese a controlar Kabul y ser la principal fuerza armada sabía que, para adquirir legitimidad, debía sacrificar la cabeza de un nuevo gobierno para un líder pashtú.
Quien presidirá el gobierno provisional es Hamid Karzai (un jefe tribal pashtú dueño de una cadena de restaurants en EEUU), pero la mayoría de las carteras queda en la Alianza Norteña. Los 3 principales ministros tadjikes de la Alianza han mantenido sus cargos: Younis Qanooni (interior), Mohammed Fahim (defensa) y Abdullah Abdullah (cancillería). Este triunvirato ha impuesto una suerte de golpe de estado dentro de su partido (Jamiat Islami) y de la Alianza.
Burhanuddin Rabbani, quien detentaba oficialmente la presidencia desde 1992, ha sido removido. Para evitar que sus partidarios dentro del Jamiat se sientan desplazados es posible que a ‘l le den la jefatura de la nueva corte suprema. Los otros dos partidos de la Alianza no han conseguido mucho. El general Dostum, quien comanda Mazar e-Sharif y las zonas uzbekas, ha denunciado estar humillado por haber recibido solo 3 ministerios de menor importancia.
Llama a boycotear al nuevo gobierno diciendo que no permitir que ‘ste entre a sus zonas, las cuales fueron previamente las m s industrializadas. El onico grupo de exilados pashtoes que ha obtenido varias carteras es el del ex rey Zahir (Roma). Varios l¡deres pashtoes han mostrado su desacuerdo ante el hecho que solo 11 puestos han sido asignados a ellos.
Qadir, l¡der de varias provincias orientales, se retir¢ del conclave aduciendo poca representatividad para los pashtoes. Gailani y Hekmaytar, l¡deres de los dos principales partidos pashtoes, tambi’n han rechazado el acuerdo, as¡ como los socialdem¢cratas.
Pese a que la Alianza Norte_a vetaba la inclusi¢n de cualquier ala del Talib n ha elegido como jefe del Nuevo gobiero a Karzai, quien inicialmente apoy¢ al Talib n. En el gobierno, que es puramente islamista, no hay ningon partido secular. Dos de los 30 cargos han reca¡do en mujeres aunque la principal organizaci¢n de mujeres afganas (RAWA) se niega a apoyar a ‘ste pues dice que los de la Alianza son tan criminales y anti-femeninos como los talibanes.
Otro problema ha de ser que hacer con Mullah Omar, quien quiere rendirse ante Naqibullah, un moderado que estuvo con los talibanes, mientras que Gul Agha, quien fuera echado de Kandahar por los talibanes debido a su historial de matanzas, robos y violaciones, est a las puertas de entrar a ‘sta. Dentro del nuevo gobierno se mantend n una serie de pugnas mientras que diversas reas seguir n en control de se_ores de la guerra locales, y el narcotr’afico, que el Taliban elimin¢, ha recrudecido con fuerza.
Occidente intentar evitar que ‘ste se desintegre con miles de millones de d¢lares en inversiones y una fuerza internacional de seguridad.
Isaac Bigio
Investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences