Para el multi-millonario Al Fayed, padre de su difunto enamorado, esto confirmaría su acusación en sentido que fuerzas ligadas a la familia real o a la inteligencia británicas habrían asesinado a su hijo y a Diana. Esto, para eliminar un miembro crítico de la realeza, allanar el camino para que el futuro rey Carlos pueda desposarse con Camila, o para evitar que la madre de un futuro rey británico pudiese acabar casándose con un musulmán abriendo el camino para que se de un hermano mahometano a quien detente la corona.
Los voceros extra-oficiales de la reina sostienen que si Diana hubiera tenido amarrado su cinturón de seguridad posiblemente se hubiera escapado de la muerte. Aducen que la princesa siempre fue paranoica y que el hecho que ella tuviese sospechas no confirman que ella haya sido asesinada.
El príncipe Carlos y su hermano han sido sindicados como posibles manos negras. Para sus defensores se trata de una campaña para desacreditar a la familia que simboliza al país. Esta campaña hostil, a su vez, se ha recrudecido con nuevas denuncias en sentido que el heredero al trono habría cometido abusos contra el personal o fuese bi-sexual, imputaciones que son denegadas.
En esta ola de acusaciones han vuelto a resurgir los argumentos republicanos que plantean que los británicos estarían mejor con mandatarios que hayan sido elegidos democráticamente. La familia real, afirman, no ha sido votada por el pueblo, le cuesta a la sociedad cientos de millones en su manutención o en sus liberaciones tributarias, y son un modelo de intrigas. El asesinato de familiares es algo del cual fueron expertos tanto Enrique VIII como su hija Elizabeth, fundadores de la iglesia anglicana oficial.
Sin embargo, la mayoría nacional aún se aferra a sus instituciones tradicionales y tienden a ver a la realeza como un distintivo nacional. Lo que diferencia al Reino Unido de los EEUU, Alemania, Francia, China y Rusia es la estabilidad y continuidad de sus estructuras y el hecho que tengan una monarca que, a su vez, es la cabeza de la comunidad de naciones y de otros estados poderosos como Australia o Canadá.
En Gran Bretaña hay una serie de pensadores que plantean que el estado debe modernizarse y para eso se debe hacer que todas las funciones de poder sean electas. Esto implica sustituir a la corona y a la cámara de los lores por un presidente, un senado o un congreso. Mas, el pase de régimen hereditario a uno republicano se ha dado usualmente produciendo grandes trastoques sociales o revoluciones. Tales han sido los casos de Turquía, Alemania, Irak, Afganistán, Irán, España, Austria-Hungría, Rusia o los Balcanes.
Es esto lo que empuja a los 3 grandes partidos a mantenerse como monarquistas. Los conservadores se mantienen leales a los Windsor. Los laboristas han buscado promover a Diana como ‘la princesa del pueblo’ y ansían preservar el actual status quo reformando la cámara de los lores y permitiendo que Gales, Escocia y Londres elijan sus propios gobiernos. Los liberales coquetean con la idea de ir limitando los poderes de la realeza siguiendo el ejemplo escandinavo.
La princesa Diana fue votada en una encuesta masiva de la BBC como la mujer británica más importante de la historia. Mientras ella es presentada como una sufrida miembro de la realeza que buscó ligar a la monarquía con el pueblo y con causas modernas (como la lucha contra las minas), para otros sectores su carísimo nivel de vida era y es una forma de parasitismo sobre los pobres.
Por paradójico que parezca gran parte del atractivo que tiene la familia real para la audiencia nacional y mundial es que se ha convertido en una suerte de telenovela. El hecho que muchos la acepten como motivo de charla y chisme es algo que le ayudaría a legitimarse.
Isaac Bigio
Analista Internacional