La marcha fue pacífica y variopinta. Hasta se vieron banderas de la mayor parte de naciones latinoamericanas, incluyendo las de siete colores del incario, como parte de una columna compuesta por residentes de toda esa región. La gente pedía que Bush se vaya del país y se lleve con él a Blair. Al final esta se congregó en la plaza Trafalgar, la principal del país, que estuvo más llena que nunca. Allí se procedió a tumbar una estatua de Bush similar a la de Saddam que los tanques norteamericanos echaron en Bagdad.
Sus oradores fueron dirigentes musulmanes y trotskistas y, sobre todo, parlamentarios y sindicalistas del ala anti-Blair del laborismo. Ellos mencionaron que la guerra anti-terrorista no hace mas que poner más leña al fuego, que la democracia no se establece con matanzas y que esta carrera militarista está poniendo en riesgo al planeta y acentuando la polarización entre pobres y ricos. Se jactaron que Bush no había sido recibido por la población o el parlamento, y que Londres le había puesto bajo una suerte de arresto domiciliario, incapaz, si quiera, de desplazar en auto por sus calles.
Jeremy Corbyn fue el principal representante del ala disidente del laborismo. El dijo que estas guerras favorecen a las transnacionales y que se requiere acabar con el sistema capitalista. Mencionó que en el mundo hay hoy 3 superpotencias: la primera los EEUU y las otras dos la opinión pública.
George Galloway fue el orador central y aprovechó la ocasión para pedir que se debóa formar una alianza con las comunidades musulmanas y las fuerzas socialistas y sindicalistas presentes para lanzar una candidatura opuesta a la del laborismo en las elecciones europeas y municipales del 2004.
Al cerrar la concentración el presentador mahometano agradeció la presencia de norteamericanos y judíos presentes y mencionó que ellos no son oponentes del Islam sino sus aliados contra el guerrerismo de Bush y Sharon.
Luego de acabada la marcha en los foros de la TV apareció una serie de figuras que cuestionaban la eficacia de la movilización. Para ellos los dos atentados hechos el mismo día en Estambul muestran que el pacifismo conduce a la impotencia y que se requiere de apoyar al gobierno en una actitud fuerte para responder en alianza con EEUU.
Isaac Bigio
Analista Internacional