Los dos países que analizamos tienen historias, territorios, religiones, culturas y economías muy diferentes entre ellos mismos. En común pueden tener iniciarse con la misma letra, tener alrededor de 25 millones de habitantes y estar gobernados por jefes de estado sumamente cercanos a George W Bush.
Afganistán confronta su primera elección multi-partidaria. Las condiciones para un normal proceso democrático son muy cuestionables. El país casi no ha tenido concentraciones públicas pre-electorales debido a posibles atentados. Van a haber más tropas extranjeras custodiando el proceso que observadores independientes. Muchas mujeres y pueblos enteros no irán a votar debido a amenazas. Hay muchas dificultades en la comunicación y acceso a lugares. Los refugiados afganos en el exterior tienen derecho a voto. Ello implica que los 2 a 2,5 millones que hay entre Irán y Pakistán tendrán ese derecho aunque su voto puede estar muy influido por las dictaduras en las que viven. Muchas áreas de Afganistán son feudos regidos por ejércitos privados financiados por el narcotráfico.
Los talibanes y una serie de grupos insurgentes llaman a boicotear los comicios, mientras que en diversas partes del país los resultados podrán estar sometidos a las manipulaciones o fraudes de los señores de la guerra.
El favorito para ganar es el actual mandatario Karzai, pero el eje de sus votos provendrá de los pashtúes (40% de la población) quienes dominan el sureste del país. Hay otros 17 candidatos pero sus mayores rivales se concentran en expresar esencialmente a un determinado grupo étnico. Younus Qannoni se basa en los tayikos (25% de los afganos), Rashid Dostum en los uzbecos y Mohammed Mohaqeq en los chiítas hazaras.
Estos 3 últimos han guerreado entre ellos masacrando civiles. Dostum se ha aliado y guereado con cada uno de ellos así como anteriormente lo hizo con los soviéticos. El propio Karzai pasó de estar con los talibanes a ser el principal peón de Washington.
Para la propaganda bushista es esencial demostrar que su intervención en Afganistán ha ‘producido la primera elección democrática de su historia’. El problema para él es que dichos comicios puedan estar marcados por la violencia y acusaciones de fraude. Luego, hay el problema que Afganistán sigue estando dividido en señoríos y que un país relativamente unido bajo el despotismo religioso talibán que casi erradicó el narcotráfico, hoy es un rompecabezas donde criminales de guerra se fungen de héroes todopoderosos locales mientras se asientan en el tráfico de la heroína. Hoy Afganistán es el verdadero opiostán que produce un 80% de dicha droga a nivel mundial.
Mientras Afganistán tiene un régimen impuesto por tropas extranjeras y debe servir de modelo para Iraq, el de Australia es un régimen electo internamente que ha mandado soldados a Bagdad para apoyar a Bush en implantar un nuevo estado.
De todos los jefes de estado con cierta presencia significativa en Iraq, el de Australia es el que más viene durando. John Howard ya ha tenido tres mandatos ininterrumpidos desde 1996. El es responsable por haber impuesto sobre esta ex colonia británica una serie de privatizaciones en áreas de salud y educación que ni su propia maestra Margaret Thatcher fue capaz de hacer. Sus partidarios se ufanan que gracias a sus políticas liberalizadores Australia ha mantenido un crecimiento a un ritmo de 3% durante 13 años. Su gobierno se ha distinguido por políticas duras frente a la emigración (como expulsar botes de solicitantes de asilo a otras islas) y al ‘terrorismo’.
Mas, el principal aliado de Bush en el hemisferio sur podría ser depuesto por el laborista Mark Larkham, quien promete sacar las tropas australianas de Iraq antes de navidades. El busca capitalizar las fuertes marchas anti-guerra que han sacudido ese país. Si el bombazo del 11-M en Madrid hizo que muchos españoles votasen por los socialistas para sacar a su país de la mira de los fundamentalistas islámicos, Larkhal pretende que los australianos crean que la mejor forma de evitar otros atentados como los que se han dado contra australianos en Yakarta y Bali sea retirándose del Medio Oriente. Esta posición es atacada por Howard quien les acusa de repetir el error de España y Filipinas de escaparse y correr de sus responsabilidades.
La guerra iraquí fue hecha por 4 ‘ases’. Tras la caída de Aznar, el desplome de Howard podría influir en el fin de Bush y Blair. La campaña re-eleccionista de Bush quedaría moralmente afectada con tal impacto. El premier laborista británico podría ver sin mucho agrado el triunfo del laborismo australiano. Ello podría alentar a diversos oponentes suyos al interior de su partido a pedir el relevo de Blair.
Isaac Bigio
Analista Internacional