JL. Greensnake no se ha impuesto cortapisas a la hora de desentrañar los entresijos de un sector artítstico que al mismo tiempo es un negocio con notable peso en la economía del país. Certifica que desde hace una década la industria “ha sido incapaz de aportar grandes talentos” que siguieran sorprendiendo, creciendo o imponiendo su estilo. “Estamos viviendo del pasado, casi como con los clásicos”, se lamenta.
El propio autor se encargará de exponer sus controvertidas opiniones en la presentación de Réquiem por la música…, que tendrá lugar el próximo lunes, 10 de mayo, en la sala Manuel de Falla de la SGAE. El presidente ejecutivo de esta entidad, Eduardo Bautista, y el periodista musical José Ramón Pardo acompañarán en esta cita a Greensnake, que, eso sí, ha impuesto la condición de hablar oculto en una estancia aneja para no revelar su identidad.
Según cuenta, ha sido la propia industria la que ha acabado matando el negocio musical. “Ha sido incapaz de tener visión y rentabilizar los enormes beneficios de los años del paso de explotación de sus catálogos de vinilo a cd”. Por si fuera poco, “además de alimentar con cifras absurdas a los medios de comunicación, quitó importancia al contenido y misión de las canciones, confundiéndolas con cualquier otro producto de consumo”. Y vaticina: “La industria será la que pague de forma clara el mayor precio a su propia codicia”.
“Me considero un ser afortunado por haber tenido la extraordinaria posibilidad de vivir e interferir tan intensamente, y de forma tan pasional, en muchos de los destinos e historias que la música y el negocio han vivido en estos años y de hacerlo en libertad y siguiendo mi vocación”, declara JL Greensnake. A los artistas, con los que no ha dejado de trabajar en ningún momento, también dedica algunas reflexiones de gran dureza. “Son seres desequilibrados, inseguros y egocéntricos que se entregan con pasión cuando no son nada, y recelan, porfían y se aíslan cuando llega el éxito”. Y añade: “Todos ellos dicen que se retirarán cuando no sean aceptados. Nadie se marcha hasta que, de manera ostensible, hacen el ridículo”.
A lo largo de casi 350 páginas, el autor va desgranando sus inicios, su relación con los distintos artistas con los que ha trabajado, su paso por distintos sellos, sus proyectos discográficos y un largo etcétera. Un sinfín de fotografías, en las que Greensnake siempre aparece con su rostro oculto por un círculo, ilustran las historias relatadas y dan fe de su veracidad.
Predicciones
JL Greensnake no se limita a relatar sus aventuras, sino que concluye el libro con un epílogo en el que deja constancia de sus predicciones para la industria musical y ofrece una serie de consejos para quienes se adentren en este universo. Entre otros aspectos, apunta que a la etapa actual de “fusión loca y desenfrenada sin criterio” seguirá una vuelta a “la belleza formal de la melodía y al uso racional frente a lo heterogéneo”. Recomienda a los músicos huir de la banalización de los mensajes y tener muy en cuenta el contenido de lo que interpretan si desean conventirse en “guías de su generación”.
A su juicio, la independencia será la marca de los nuevos tiempos e Internet, la forma de comercio que mantendrá viva la música. “Cientos de ejecutivos –como ellos se llaman –oportunistas como les llamo yo- se quedarán en la calle, sin poder comer más la sopa boba”.