En el medio del Asia occidental existe una nueva área donde hay nueve países contiguos de mayoría mahometana que acaban con la terminación «án».
La región «án» está conformada por las seis ex repúblicas soviéticas de mayoría musulmana (Azerbaiján, Turkmenistán, Uzbekistán, Kazakistán, Tadjikistán y Kirguistán) y por los tres países que median entre estos países mediterráneos y el oceáno Indico (Irán, Afganistán y Pakistán).
Al este de la región «án» está la India, al norte está Rusia y al oeste está Turquía, Armenia, Georgia, Jordania, Siria, Arabia y la mayor parte de países europeos que desde Francia, Suecia y Grecia también comparten dicha terminación (ia). La región «án» empieza al oriente de las fronteras del viejo imperio otomano y el mundo árabe, al sur del Asia eslava y al occidente de la sobrepoblada India.
Hasta la Segunda Guerra Mundial esta zona fue un campo de disputas entre Londres y Moscú. La desintegración del imperio británico y luego de la Unión Soviética ha permitido que países que se mantuvieron desconectados entre sí puedan resumir una serie de antiguos vínculos históricos. Durante más de un milenio esta región tuvo a varios de los principales centros culturales y comerciales del Islam. Fue regida por imperios que llegaron a dominar el norte de la India y que estuvieron basados fundamentalmente en lenguas pérsicas o turcófilas.
Hasta hace una década se consideraba que el oeste asiático estaba dividido en tres zonas: el medio oriente, el subcontinente indio y las estapas centrales dominadas por Moscú desde el siglo antepasado. En el vértice de estas tres estaba Afganistán. La guerra que se libró allí en 1979-89 terminó socavando a la Unión Soviética y coadyuvando a su posterior desintegración. Hoy Afganistán es el convulsionado centro de dicha región.
Isaac Bigio
Analista Internacional