El Asia central ex soviética ya no está comandada por el Kremlin y el eje de su economía va virando hacia la importación y exportación con occidente o sus vecinos del sur. La revolución bolchevique transformó a ésta en la región musulmana más secularizada.
La economía del Asia central soviética estaba desconectada y era muy distinta a la de los demás países musulmanes. Muchas antiguas instituciones fueron abolidas. El poder de los mulá (clérigos musulmanes) o los khanes, emires y sultanes (poderosos señores de estirpe feudal) fue reemplazado por una sociedad menos inegalitaria y tolerante hacia las mujeres y otros credos. Sin embargo, existía el monopolio de un único partido de Estado, que acabó regido por una oligarquía. La economía soviética no se centraba en el mercado sino en torno a un plan basado en empresas estatales. Las 15 repúblicas de la URSS estaban interconectadas en torno a un plan quinquenal.
Cuando la URSS implosionó, los países que menos quisieron separarse de ésta fueron los del Asia central. Cuando cayó el Muro de Berlín, para muchos europeos orientales las expectativas de vida parecían mejores al oeste de la Cortina de Hierro, pero para los musulmanes soviéticos el nivel social y educativo alcanzado por ellos parecía mejor que el de sus vecinos del sur islámico.
Hasta 1991 la elite se proclamaba socialista pero desde entonces fue cambiando de camiseta y los jerarcas de los partidos comunistas locales se transformaron en nuevos déspotas.
Turkmenistán, por ejemplo, es un país semidesértico y poco poblado que tiene una amplia riqueza petrolera. El ex caudillo del partido comunista se ha tornado en un autócrata capitalista que emula al emir de Kuwait.
La separación de estas ex repúblicas soviéticas musulmanas las empujó a rediseñar sus economías y sus relaciones internacionales. La economía planificada centrada en Moscú fue reemplazada por la de mercado orientada a exportar y recibir inversiones del mundo capitalista.
Los oros oscuros
Esta región tiene dos materias de mucho consumo en occidente. Los dos son tan preciados como el oro: los hidrocarburos y el opio.
Se cree que en el entorno del mar Caspio hay riquezas petroleras que pueden rivalizar con las del golfo arábigo-pérsico. Una serie de multinacionales ha empezado a interesarse en la extracción y transporte de los hidrocarburos de dicha región. Esto, a su vez ha tenido un fuerte impacto en los tres países que están al sur de ellos, pues por allí deben pasar los ductos que transporten el gas al océano más próximo.
Irán es la ruta más corta y este país tiene mucha experiencia en refinerías de hidrocarburos. El problema es que Estados Unidos no lo ve con buenos ojos debido a su régimen hostil. Por eso es que Washington veía con muchas expectativas el proyecto de la transnacional Unocal de construir un gasoducto que conecte al Caspio con el Indico pero pasando por Afganistán y acabando en las costas de Pakistán. La guerra afgana hizo naufragar dicho proyecto, que ahora podría volver a replantearse.
La disputa por la ruta de los ductos ha generado una serie de conflictos. No es casual que en Chechenia y otras zonas caucásicas se hayan producido guerras en zonas donde deberían pasar dichos tubos.
Otra materia de exportación de dicha región es el de la goma del opio y sus derivados (heroína y morfina). En esta zona se producen de este oro oscuro a nivel mundial. Para muchas empobrecidas familias campesinas afganas la producción de amapolas resulta la única alternativa posible. Otros países de la zona empiezan a producir ésta o a verse envueltos en el narcotráfico.
Guerras y conflictos
Si bien Afganistán tiene el conflicto más conocido, no es el único caso. En la mayor parte de las ex repúblicas soviéticas del Asia central ha habido enfrentamientos y hay fuerte actividad islamista. Adentro y en la periferia de la región «án» hay también otros movimientos que están pidiendo la formación de otro país que acabe con el mismo sufijo.
Al oeste están las guerrillas que piden un Kurdistán y que tienen controladas ciertas áreas de Irak y Turquía. Al norte hay algunos movimientos separatistas dentro de repúblicas musulmanas que han quedado atrapadas en la federación rusa. Al este hay movimientos separatistas armadas en el Sinkiang chino que pide la creación de un Turkmenistán oriental. Dentro de los Sikhs en el Punjab indio (contiguo a Pakistán) hay movimientos en pro de un estado para los miembros de esa religión: Kalistán.
Pakistán e India chocan sobre Cachemira pues el primero aduce que ésta es una provincia musulmana que debería ser liberada o integrada a su país. Al sur y centro de la región está Baluchistán (atrapado entre Irán, Afganistán y Pakistán), que ha sido centro de insurgentes separatistas en el pasado.
Una posible desintegración de Afganistán entre el norte poblado por las etnias que ahora tienen sus propias repúblicas postsoviéticas y el sur pashtú podría crear tendencias centrífugas en Pakistán y a que se vuelva a plantear la separación del Pashtusistán de Pakistán.
Analista Internacional