El objetivo de este escaparate excepcional, que es una auténtica proeza arquitectónica en los Campos Elíseos, es permitir que distintos públicos descubran, contemplen y comprendan la visión del automóvil de Citroën. En este sentido, el C42 se corresponde con la ambición de la marca: sorprender al mundo.
La vocación del C42, como reflejo del saber hacer de la marca, es hacer vivir las tendencias del momento a través de su historia, sus novedades y su visión sobre el futuro del automóvil.
Entrar en el C42 es descubrir la fuerte personalidad de las creaciones de Citroën y acercarse a los valores de placer, audacia e innovación propios de la marca.
El C42 muestra el universo del automóvil de un modo espectacular: 8 plataformas giratorias superpuestas, todas ellas coronadas por un espejo, surgen del centro del edificio, formando una escultura.
El visitante, que es recibido por uno de los últimos concept-car de Citroën, expuesto en la planta baja, se siente rápidamente cautivado por la verticalidad de la construcción. Es el primer paso de un original viaje por el tiempo y el espacio, que se realiza de arriba a abajo.
Un ascensor panorámico lleva al visitante del atrio iluminado al último piso, bajo la cúpula de cristal, donde se puede contemplar una vista impresionante de la capital francesa: la Torre Eiffel, la cúpula del Grand Palais, la torre Montparnasse, la plaza de la Concorde, los Campos Elíseos… aparecen desde un ángulo nunca visto.
Bajando las escaleras, piso a piso alrededor de la columna de coches, se descubre la exposición, de los vehículos más antiguos a los más modernos. Pueden consultarse las pantallas táctiles, los soportes pedagógicos asociados a cada uno de los automóviles expuestos, y ver de cerca algunos modelos.
En el sótano, alrededor de un segundo concept-car de la marca, el visitante prosigue su inmersión en el universo Citroën. Aquí se exhiben vídeos sobre el tema de la exposición y la actualidad de la marca.
Al final del recorrido, se regresa a la planta baja, donde se encuentra una boutique amueblada con elementos diseñados por la arquitecta. En esta tienda, que comercializa productos C42, se pueden encontrar objetos novedosos, que reflejan la innovación y la estética del lugar.
RETO ARQUITECTONICO:
El C42 es, ante todo, una proeza arquitectónica, un éxito técnico excepcional, realizado en un lugar sometido a una drástica reglamentación. La arquitecta, Manuelle Gautrand, ha logrado sublimar este espacio con una escenografía que utiliza la verticalidad sobre una superficie de 12 metros de largo y 30 de profundidad.
Según Gautrand, “la ecuación ha sido posible optimizando el espacio, en sus mínimos rincones, y utilizando materiales que permiten la entrada de la luz”. Para ello, una rejilla de vidrio y acero, de 86 toneladas, envuelve literalmente el edificio. Su superficie de cristal (650 metros cuadrados) combina de manera integral los contornos de la construcción desde su parte visible en la fachada, del lado de la avenida, hasta el patio de la parte trasera. Cada parte acristalada que compone el envoltorio es diferente de las otras y, por ello, única.
Esta obra maestra, técnica y estética, es, a semejanza de los edificios que deseaba su fundador, André Citroën, un edificio autónomo. No sólo no es solidario con los inmuebles vecinos, sino que, además, tiene su propia estructura. La armadura queda independiente del envoltorio, que está fijado por rodamientos, que permiten unos desplazamientos laterales de hasta 6 cm. La rejilla de vidrio es por ello completamente deslizante respecto a la estructura metálica del edificio.
Pensado como una carrocería, para Manuelle Gautrand, “el C42 es una alegoría del diseño automovilístico”. Las referencias al mundo del automóvil son múltiples, destacando el trabajo sobre la fluidez de las líneas y la sofisticación de las técnicas de construcción
UN GRAN “ORIGAMI”
“También es un gran origami…” Es con estos términos con los que a la arquitecta le gusta definir su obra, haciendo así referencia a sus pliegues como los de la papiroflexia: plana en su origen, la fachada se organiza enseguida en 19 pirámides de cristal, de dimensiones variables, que se escapan a media altura, sobresaliendo del edificio entre 50 y 70 centímetros. Los dos chevrones apuntan hacia el infinito, elevados por los triángulos de cristal.
Los diferentes módulos, de 4 a 6 toneladas cada uno, han sido fabricados en talleres y montados por equipos altamente especializados. Un material único permite atenuar el rojo de los chevrones por el día y hacerlos aparecer con una resplandeciente brillantez por la noche.
FECHAS, CIFRAS Y CURIOSIDADES…
– Marzo de 2004: comienzo de los trabajos de demolición.
– Diciembre de 2004: excavación y cimientos.
– Febrero de 2005: instalación de la grúa y colocación del armazón (octubre).
– Noviembre de 2005: instalación de los chevrones en la fachada.
– Febrero a mayo de 2006: colocación del envoltorio de cristal.
– Agosto de 2006: comienzo de los trabajos en el interior, instalación de la decoración, de los tornos, tabicado.
– Septiembre de 2007: apertura del C42.
– 30 metros: altura del edificio.
– 12 metros.: anchura del edificio.
– 2 chevrones de 11 metros de altura, 3,5 metros de ancho.
– 650 m2 de superficie acristalada.
– 1.200 m2 de superficie total en el suelo.
– 5 meses: duración del montaje de la rejilla de vidrio.