Hoy, Aguas de Barcelona (Agbar) -propietaria de Aguas Andinas a través de IAM- está buscando alternativas para poder restablecer la tranquilidad de sus consumidores. Y aun cuando este desafío consume casi todo el tiempo a sus ejecutivos, su director general, ángel Simón, mira con atención los vaivenes de su negocio en Chile, que representa la mayor inversión fuera de España para el grupo. "Una gran preocupación sobre Chile es la educación. Es algo que a mí personalmente me sigue preocupando. Si Chile sigue avanzando, va a tener que ser acompañado de una clase media preparada", explica Simón, quien no es ajeno a Chile: fue durante tres años el máximo ejecutivo de Aguas Andinas y es presidente del capítulo hispano-chileno de inversiones.
Si se concreta la compra de Essal -US$ 164 millones por el 51%-, el volumen de proyectos concretados entre 2000 y 2015 superará los US$ 3.350 millones, destacó el directivo. Y con poco espacio para crecer en el sector regulado -cuando se cierre la compra de Essal quedarán a punto de copar la cuota máxima de concentración de clientes fijada por ley-, Agbar busca hacer crecer a Aguas Andinas hacia negocios alternativos, distintos a los tradicionales. ¿Cómo?
Por ejemplo, en la minería. Ya existen proyectos cupreros en la zona norte, que incluyen la opción de captar agua de mar, desalinizarla y bombearla hacia las minas, a varios metros de altura. Aguas Andinas está realizando estudios, e incluso ha conversado con empresas del sector para evaluar qué tan atractivo puede ser. "Falta que las mineras se den cuenta de que ésta es una gestión que deben externalizar, no sólo por la cantidad de agua, sino que también por un tema medioambiental. Es uno de nuestros temas de futuro y es un negocio en el cual sí estamos dispuestos a participar", remató.
* +info: Agencia Catalana del Agua
