Aunque a la fecha Rusia es un destino medio de las exportaciones del país (en 2007 envió US$ 227 millones), los productos agroindustriales lideran estas ventas. El problema es que a Moscú llegan otros US$ 110 millones en frutas, vinos y salmones chilenos, que no figuran en los registros del país debido a que la venta se hace a través de Holanda y Alemania, países que se quedan con las comisiones respectivas en ventas.
El presidente de la SNA explica que esta situación se empezó a generar luego que algunas empresas tuvieran problemas en sus ventas. "Había un problema con los pagos que yo les hice. Me reuní en nuestra embajada con importadores de productos lácteos, vinos, salmones y fruta fresca y están conscientes de que esta triangulación no les conviene ni a ellos ni a nosotros", afirma Schmidt.
Pero el presidente de la SNA quedó sorprendido con lo poco explotado que aún está el mercado ruso. Es por eso que a comienzos de semana inició intensas gestiones para desarrollar vínculos que le permitieran generar alguna alianza estratégica para una plataforma comercial. Los altos costos de las oficinas (las más económicas se ubican en torno a los tres millones mensuales) hicieron que las conversaciones iniciales se hicieran con el importador de ese país, Joint Stock Company Moscow (JSCM).
Pero con los días la situación cambió, en especial tras las gestiones de los senadores Carlos Cantero, Guillermo Vásquez, Juan Pablo Letelier y José Antonio Gómez, quienes -junto a sus pares europeos- formaron el Grupo de Amigos de Rusia. Las conversaciones de los parlamentarios, de la embajada y de la SNA permitieron que el gobierno ruso esté en la búsqueda de alternativas que le permitan al país poseer una oficina comercial en dicho mercado.
"Para poder tener un mejor contacto, es necesario tener gente instalada en Rusia, no sentada en un escritorio en Santiago", afirmó Schmidt, quien a las conversaciones también sumó otro trabajo clave en terreno: se reunió con el coordinador interministerial para la Imagen País, Juan Gabriel Valdés, quien habría quedado con la misma sensación que el líder gremial: en Rusia aún hay margen para crecer.