En la que es la segunda edición del concurso, los vinos de Iberoamérica recibieron un especial homenaje. Caldos procedentes de todos los países de esta zona del mundo fueron catados por los expertos, que ya ejercen su misión sin saber a qué país o bodega pertenecen. Entre Italia, Francia, Dinamarca, Portugal, Canadá o España, ¿qué distingue al vino de Chile o Argentina de los del resto de países? Jesús Guirau, presidente de Insoc-Ferial, lo tiene claro: "La libertad de actuación que los productores tienen sobre el vino y la calidad-precio que es muy buena", además de peculiaridades como la uva carmenere, "de origen francés pero desaparecida en esta zona y que hoy sólo posee Chile".
La vista, el olfato y el gusto (desde el que se percibe el tacto), son las herramientas de trabajo fundamentales de un buen catador. El último sentido, el oído, se desarrolla, dice el presidente de la Academia Gastronómica de España, Rafael Ansón, "con la conversación que da una buena compañía mientras se bebe una copa de vino", aunque hay que saber qué vino se degusta en cada situación. "Desde luego no es el mismo tipo de vino el que se bebería con María Teresa Fernández de la Vega que con Nicole Kidman", bromea Ansón.
De los 1.800 aromas catalogados por el hombre, una persona puede llegar a almacenar en su memoria olfativa unos 30 ó 40. "Ello se debe a que este sentido lo tenemos atrofiado porque ya no es indispensable para la supervivencia", explica Margarita Lozano, especialista en análisis sensorial y editora de dos revistas de vinos que participa en el concurso. La experta indica como la experiencia y la formación de los catadores llega a desarrollar un repertorio de entre 200 y 300 aromas en su memoria, y añade como "las grades narices (como se les llama a los grandes catadores) alcanzan los 500 y sólo unos pocos llegan a los 1.200. Al grupo de estos últimos es a lo que yo aspiro", reseña.