Como ella, muchos comerciantes no temen reconocer que el incorporar estos aparatos significó un cambio radical. Francisca Vidal (51) gastó más de $2 millones en adquirir las 5 máquinas tragamonedas que tiene hoy. A eso suma los $100 mil que destinó a un sistema de cámaras de seguridad para cuidar su almacén y su nueva fuente de ingresos. "Por primera vez pude comprar un auto 0 km, pagar sin problema la universidad de mis hijos y tomarme fines de semana de descanso en la playa", cuenta. Y es que cuando Francisca arrendaba las máquinas se sorprendió con la recaudación que se llevaba el dueño del tragamonedas. "Venían a sacar la plata dos veces a la semana. Ahí se llevaban $60 mil y me dejaban $40 mil. Entonces caía de cajón comprar una de esas maquinitas", confiesa.
A este afán por adquirir tragamonedas se sumó Ramón García (57). Su local de abarrotes y videojuegos en El Bosque no podía estar ajeno al boom de los nuevos aparatos electrónicos. "Compré dos máquinas y pude afirmar el negocio, porque me permitió invertir en otras cosas como mercadería y una vida mejor", asegura. Actualmente maneja 8 aparatos en su local.
Si bien para él su almacén sigue siendo la principal fuente de ingresos, reconoce que obtiene un 40% de ingresos extra con los $200 mil o $100 mil que le aportan sus tragamonedas por mes. Es que todo va en la ubicación. Ya que así como en el caso de Ramón toda la cuadra tiene sus locales plagados con tragamonedas, cerca del negocio de Francisca son muy pocos los que los tienen.
Por lo mismo, del total de su ingreso mensual, el 60% proviene de sus máquinas de juego. Los tres comerciantes admiten, eso sí, que para el futuro esperan seguir con su negocio central. "Nada asegura que este boom dure por siempre", reconoce García.
