El secretario ejecutivo de la Comisión económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), José Luis Machinea, dio a conocer el informe ‘La inversión extranjera en América Latina y el Caribe 2007’. La inversión extranjera directa aumentó en 2007 un 46% respecto del 2006 y totalizó la cifra récord de 106.000 millones de dólares en América Latina y el Caribe, gracias al crecimiento económico y a la sostenida demanda mundial por recursos naturales.
La cifra es la más alta registrada desde 1999, cuando la inversión extranjera totalizó 89.000 millones de dólares, estando fuertemente relacionada con las privatizaciones que experimentó la región en esas fechas.
Estados Unidos, Países Bajos y España son los mayores inversionistas. Entre los inversores destacan las “translatinas”, aparecen entre las principales transnacionales de la región. La CEPAL llama “translatinas” a las empresas latinoamericanas en proceso de internacionalización del capital al convertirse en entes capaces de ejercer de inversionistas extranjeros en otros territorios de la región y el mundo.
Así tenemos “translatinas” en las industrias básicas, hidrocarburos, minería, cemento, siderurgia, celulosa y papel, en la producción de alimentos y bebidas o en los sectores de servicios.
En el caso de las compañías chilenas, el 2007 invirtieron en el exterior US$ 3.830 millones de dólares, cantidad superior a los US$ 2.876 de los doce meses anteriores. Esta actividad internacional del empresariado chileno se remonta a comienzos de los años noventa, época en que un conjunto de firmas locales exhibían un buen comportamiento en el mercado interior, desarrollaron ventajas competitivas significativas en sectores como las telecomunicaciones, la generación y distribución de energía eléctrica, el comercio minorista, en algunas ramas de la industria manufacturera y las administradoras de fondos de pensiones (AFP). Los cambios económicos acometidos por el estado chileno les permitieron expansionarse primero hacia zonas colindantes, para continuar por todo el continente americano y últimamente están llegando a Europa y algunas a Asia.
El tamaño de las “translatinas” chilenas de entonces comparadas con las de otras naciones de la región era menor, eso no fue obstáculo para que con el conocimiento previo acumulado compitiendo en libre mercado acometieran generosos planes de expansión exterior.
¿Qué lleva a las empresas a salir más allá de sus fronteras?
Entre los muchos que leen esta editorial las causas que los han llevado a internacionalizarse podrían resumirse como sigue: diversificación del riesgo al aumentar el número de mercados donde operan, limitaciones en la plaza de origen y la existencia de ventajas de propiedad que les permiten compensar el riesgo de actuar en un espacio desconocido.
No menos esenciales que los citados existen condicionantes externos ligados a lo ofrecido por la patria de acogida: tamaño del sitio doméstico, legislación apropiada, dotación de recursos, ubicación geográfica y condiciones socioeconómicas.
Refiriéndose a las sociedades chilenas los estudiosos han detectado las siguientes motivaciones que las han impulsado a expatriarse:
• Ventajas competitivas propias de compañías individuales -telecomunicaciones, energía, comercio al por menor, fondos de pensiones-, o naturales -celulosa, papel, minerales-, que en muchos casos les permitieron conducir sus procesos de internacionalización con anticipación.
• Estrategias corporativas se vinculan a la exigencia de abrir nuevas demarcaciones de exportación y consolidar los existentes, la urgencia de aumentar la escala y la necesidad de financiamiento internacional.
• Tempranos cambios realizados en las políticas gubernamentales, que les dieron a las “translatinas” chilenas una ventaja considerable respecto de sus vecinos y de entidades transnacionales sin mucha experiencia en América Latina, sobre todo en entornos de reciente desregulación y privatización.
Quienes ven a la Inversión Extranjera Directa (IED) como algo malo yerran estrepitosamente. Todos los gobiernos, estén entre los más adelantados o los que van de camino al desarrollo la buscan. Es una valiosísima fuente de financiamiento externo privado. Este tipo de inversión difiere de otras corrientes externas de capital privado en cuanto a que depende en gran medida de las perspectivas a largo plazo con que cuentan los inversionistas para obtener utilidades en actividades de producción que controlan directamente.
Si bien la IED representa una inversión en instalaciones de producción, su valor es mucho mayor. No sólo facilita incrementar los recursos disponibles para la realización de inversiones, de formación en capacidad de innovación, de prácticas institucionales, de gestión entre distintos sitios, y a más de permite obtener acceso a redes internacionales de comercialización que junto con beneficiar a los que intervienen directamente pueden traspasarse a corporaciones nacionales y a la economía en sentido más amplio dentro del país receptor.
Finalmente, tengan presente que la inversión extranjera, no responde a una saturación de capital en el país inversor; es la búsqueda de una mayor ganancia, lo que la mueve a establecerse más allá de sus fronteras.
Wolf&Pablo