Según los datos del anuario, 600 millones de personas han alcanzado la categoría de "clase media" desde 2000 y gastan en conjunto 4.000 millones de dólares anuales. Esta nueva clase media está ansiosa de comprar productos que son símbolos de cierto estatus social, como electrodomésticos y automóviles, de tener una vivienda propia, una mejor atención de salud y de hacer viajes de vacaciones.
Tomen nota a este apunte. En el mundo 110 economías crecieron por encima del 5 por ciento en 2007, una situación que genera toda una clase de nuevos consumidores, puede ser el anticipo de otro gran cambio. Al ser compradores con un nivel adquisitivo menor al de la clase media, será necesario desarrollar modelos distintos de negocio dirigidos a atender a este segmento del mercado.
Entre las conclusiones de este trabajo se señala algo que hemos sostenido aquí desde hace mucho tiempo, el poder de la economía mundial, que estaba centrado en EEUU, Japón y Europa, ahora está más diluido y en el futuro las multinacionales de Occidente tendrán que competir con compañías y marcas locales de naciones emergentes, recuerdan nuestro comentario anterior acerca de las “translatinas".
Nos parece muy importante la incorporación de grupos de individuos, hasta ahora inéditos, al mercado, abre renovados horizontes a las empresas de todo el planeta, habrá que revisar las estrategias seguidas y comenzar a situarse en los lugares próximos a donde se encuentren, lo que debe llevar a planificar inversiones en puntos señalados que doten a los productores de bienes y servicios de ventajas frente a sus competidores.
La ubicación de Chile en este ranking que mide desempeño económico, eficiencia gubernamental, eficiencia en los negocios e infraestructuras, tuvo avances y retrocesos.
Veamos. En eficiencia gubernamental favorecedora del clima de negocio, Chile registró una mejoría relacionada con el buen manejo de la política fiscal y monetaria, subiendo seis ubicaciones e ingresando al grupo de los 10 primeros países en esta área.
En eficiencia económica el trabajo da cuenta de la mayor caída, reflejados en el alto indicador alcanzado en inflación y un menor dinamismo en la actividad económica.
Donde más atención se debe poner es en el apartado de “infraestructuras para el conocimiento”, la cual descubre enormes posibilidades para la inversión pública y privada. Mejorar los ratios incrementando los recursos dirigidos a educación y a investigación, desarrollo e innovación asegura un país más competitivo hacia delante.
Ser competitivo no significa vender más barato o hacerlo con una moneda depreciada. Para las empresas que miran en dirección al futuro, a medio y largo plazo, no les bastara para sobrevivir competir en costes, hoy la competitividad depende de la innovación. Quién no innove lo tiene difícil. Hay que añadir valor al producto. Cuanto más elaborado esté más fácil será competir.
La innovación debe hacerse acompañar de sostenibilidad o sustentabilidad como se usa en América. Sabemos que existen recursos naturales que se agotan o escasean, pensemos en combustibles como el petróleo, están en una escalada de precios que no tiene fin, sin ellos las firmas dejan de funcionar.
Frente a esto se debe innovar buscando nuevas fuentes de energía y usarla de forma eficiente, dicho de otro modo, hacer lo mismo con menos consumo. Esto también es válido para otras materias primas, racionalizar su uso, investigar y rediseñar procesos, que nos permitan entregar productos o servicios de igual calidad empleando menos componentes.
¿Quién o quienes producen la innovación?
Las personas. La capacidad de innovación que hace a las empresas más competitivas proviene de los equipos de trabajo que esta tenga. Empresas con ejecutivos y trabajadores bien formados, reciclándose cada cierto tiempo puede llegar a ser muy rentable y marcar las diferencias perseguidas. La competitividad tan deseada descansa en el buen hacer de los empleados que la integran, de ahí que sea básico que estos trabajen en un entorno favorable.
En resumen, el Anuario de la Competitividad 2008 nos viene a decir que la competitividad de las naciones y de las empresas radica en su capacidad de innovar y ésta la dan las personas. Completamente de acuerdo.
Tomás Pablo R.