El conglomerado español tiene planeado efectuar esta operación a través de su fondo inmobiliario Santander REIF, creado hace un par de años y cuyo domicilio radica en Irlanda. Con una duración de ocho años y un objetivo de rentabilidad entre 6% y 7%, este fondo fue concebido sin horizontes geográficos determinados ni tampoco tipos específicos de activos, de acuerdo a la información que el grupo hispano ha entregado anteriormente.
Santander, a través de su filial local, está preparando un vehículo legal especial con el fin de conseguir un crédito sindicado con los principales bancos de la plaza y así financiar la compra, que según estimaciones de mercado, no debería ser por menos de US$ 300 millones. Las tres concesiones sanitarias de Aguas Nuevas atienden a un total de 353.000 clientes, lo que representa una participación de mercado cercana al 9%.
A través de Aguas del Altiplano, Aguas de La Araucanía y Aguas de Magallanes, la compañía tiene presencia en las regiones de Arica-Parinacota, Tarapacá, Araucanía, Aysén y Magallanes. La empresa ha sido liderada hasta ahora por Piero Solari, hijo de Reinaldo Solari, quien forma parte del grupo controlador de Falabella. Santander aparece luego que finalizara sin éxito el proceso de due diligence que los Solari mantuvieron con Challenger, firma que habría desistido a último momento de la opción al convencerse que la situación financiera mundial obligaba a actuar con mayor cautela.
El fondo australiano negoció en conjunto con la japonesa Mitsui & CO, con la que a comienzos de año formalizó un fondo con recursos por más de US$ 1.200 millones. En el mercado se ha asumido que, cuando se concrete la venta de Aguas Nuevas, el grupo Solari apostará por la exploración e inversión en proyectos eléctricos, para lo cual recientemente creó una sociedad. La decisión de enajenar esta operación habría sido alentada por la imposibilidad de cumplir con sus metas de expansión, sobre todo tras la frustrada compra de Essal y algunas tentativas de internacionalización.
