Asimismo, hay convenios de asociación con la Unión Europea, Nueva Zelandia, Singapur y Brunei. Finalmente, hay protocolos de complementación con la mayor parte de los países de Sudamérica y el ya citado acuerdo con India. En términos generales, la evaluación de estos tratados es que han sido ampliamente beneficiosos para nuestro país.
La economía rusa tiene aproximadamente ocho veces el tamaño de la chilena, con una población sobre 140 millones de habitantes. Además, en los últimos años ha sido una de las más dinámicas del mundo, con un crecimiento promedio anual de siete por ciento en esta década, aunque la actual crisis financiera internacional la está afectando seriamente. El comercio con Chile es relativamente modesto, pero estos acuerdos, precisamente, buscan incentivarlo. Se estima que en este caso puede haber oportunidades interesantes en los sectores pesquero, minero, servicios y agrícola, entre otros.
Respecto de los citados países del Golfo Pérsico, lo más atractivo de un acuerdo con ellos serían los capítulos referentes a servicios e inversión, dado que ellos prácticamente no tienen aranceles, por lo que la parte comercial es menor. Chile continúa así la política de inserción en los mercados internacionales, iniciada hace más de tres décadas. Primero se hizo mediante la apertura unilateral, y desde la década de 1990 se complementó con acuerdos de libre comercio. Hoy los tiene con las principales economías del mundo, y diversos estudios muestran que esta apertura ha sido clave en el crecimiento chileno desde que a mediados de los años 70 el país abandonara su estrategia previa de "desarrollo hacia adentro".
Por eso, no cabe sino apoyar estas iniciativas, que profundizan la inserción en el mundo global.