La historia de Jan, decidido a recuperar a su familia, es una crónica de las profundas heridas infligidas por Hitler, también a los no judíos. Una crónica de la pérdida, la delación, el miedo y el horror.
LA CANCIóN DE JAN (introducción)
«Se van a enterar. Cuando entren en su cuarto por la mañana y vean que no está lo van a lamentar.»
De este modo, una noche de verano de 1942, Jan salva su vida. Tan solo es un chico de once años enfadado con su familia y que, durmiendo fuera de casa, cree que va a conseguir un poco de justicia. Pero unas voces y unos pasos cerca de su escondite lo convierten en testigo de algo que no olvidará jamás. Su pueblo -una aldea llamada Lídice, cercana a Praga- está rodeado de camiones alemanes que lo encandilan con sus faros. Jan sabe que hace tiempo que son los alemanes los que mandan, y ahora ve a sus soldados entrando en las casas y sacando a la gente a rastras. Al amanecer, los hombres son llevados en grupos de diez y fusilados. Entre esos hombres que caen al suelo como marionetas está su padre.
La vida de Jan se convierte desde entonces en un veloz paso a la vida adulta. Su madre y su hermana mayor son destinadas al campo de concentración de Ravensbruck. La suerte de Jan y de su hermanita menor, Lena, es un centro de detención en Polonia. Jan se desvive por no perder la pista de la pequeña, pero allí dentro la disciplina es brutal. Al fin sabe que Lena, una niña rubia, preciosa, ha sido enviada a una granja de Baviera. Le han cambiado su nombre, han falseado sus orígenes y será criada por una nueva familia aria como una buena alemana.
La aventura de Jan, ayudado por su sagaz compañero Pawel, tiene desde entonces un único sentido: recuperar a su hermana pequeña, vivir con la ilusión de que se reencontrará con el resto de su familia. Así, los dos consiguen evadirse de aquel lóbrego lugar.
La lealtad de Pawel no tiene precio, ni límites, y los dos vagan por esa Europa en guerra buscando la forma de llegar a Alemania. Jan pierde la pista de su amigo en el trayecto y, acogido por partisanos, se convierte en un joven militante de la resistencia, conoce la premura y los peligros de la clandestinidad y comprueba que solo la valentía y la convicción pueden guiarle.
Mientras Jan sigue adelante en su cruzada, en esa granja alemana el matrimonio formado por Gisela y Friedrich cría con esmero a esa niña rubia que creen que se llama Helena Schussel. La historia de estos dos alemanes contrarios al Führer no es menos dura que la de Jan. Han perdido a su hija y ahora esconden a su hijo, que ha desertado de las filas nazis. La Gestapo se ensaña con ellos, los persigue el fantasma de la delación y, en ese mundo oscurecido por el infierno creado por Hitler, es muy difícil saber quién de todos sus vecinos les ayudaría.
Jan recorre una Europa devastada por la guerra, y su mirada ilumina los recovecos de la tragedia. Sus pasos lo llevan ai reencuentro, pero también a la amarga comprobación de que la enorme herida asestada por el nazismo, aquella madrugada en su aldea, ha dejado una profunda huella en toda su familia. Nadie volverá a ser el que era.
Basada en un hecho real: Lídice, escenario de uno de los más cruentos episodios de la Segunda Guerra Mundial.
La noche del 9 de junio de 1942, los nazis cercaron una aldea a 16 kilómetros de Praga: Lídice fue el lugar escogido para descargar la furia de Adolf Hitler. Tras el atentado en el que murió la máxima autoridad nazi en Bohemia y Moravia, Reinhard Heydrich, un militar de enorme ferocidad, predilecto del Führer y apodado El carnicero de Praga, se pretendió dar un escarmiento a los habitantes de esas regiones, ocupadas desde 1939. Aunque no había una sola prueba de que en Lídice se encontraran los responsables del atentado, ni ningún hombre relacionado con el mismo, los secuaces de Hitler encontraron allí un modo de calmar su cólera. La mañana del 10 de junio todos los hombres mayores de 15 años fueron fusilados, las mujeres enviadas al campo de concentración de Ravensbruck y los niños al de Chelmno, cerca de Lodz, en Polonia, donde morirían en cámaras de gas. A algunos de ellos, los que se consideraban aptos para la «germanización», se les cambiaba la identidad y, bajo un nuevo nombre, eran destinados a familias alemanas para ser educados como patriotas. Cerca de 1.500 personas perdieron la vida en la matanza de Lídice.
Jozef Gabcík y Jan Kubis, los autores del atentado contra Reinhard Heydrich, decidieron suicidarse antes de caer en manos de los nazis.
De Lídice intentó borrarse toda memoria, pero finalizada la guerra volvió a construirse aquel lugar y se erigió un museo que recuerda la tragedia, y que hoy es uno de los más potentes símbolos de lo que fue la barbarie de Hitler.
Título: La canción de Jan
Autor: Maureen Myant
PVP: 18,50 €
N.° de páginas: 288
Fecha de publicación: Septiembre 2008