Cerca de 19,5 millones de unidades de billetes desgastados o deteriorados, que provienen directamente del sistema financiero, se cambian cada mes en el Banco Central, papeles que representan un valor promedio de $102.124 millones. Es decir, cada año se cambian el equivalente a unos US$ 2.400 millones. Pero no sólo el mercado financiero pide reponerlos.
Las personas comunes y corrientes también canjean billetes que ya no se encuentran aptos para circular. De acuerdo a información entregada por el Central, sólo en las ventanillas del banco cada mes se reemplazan en promedio 12.500 billetes, unos $63 millones.
Cuando se habla de billetes rotos, el de "luca" -o $1.000- es el rey del recambio, pese a que no es el mayoritario en el sistema. El que se lleva los honores en circulación es el de $10.000, que acumula unas 186.801.500 unidades.
Pero si hablamos de duración, los que más tiempo soportan la manipulación de sus centenares de dueños son los de $2.000, que permanecen intactos por cuatro veces más tiempo que el resto de los billetes, ya que son impresos en plástico, lo que retarda su deterioro. No se parten y soportan el agua de la lavadora, que tantas veces destruye nuestros fondos.
Durante el año 2007, dentro de los gastos no financieros del Banco Central, la mayor pérdida para la entidad fue por el concepto de monedas y billetes. Este ítem significó un desembolso de $23.100 millones para abastecer un total de 598,8 millones de billetes y 975,6 millones de monedas. Y cada vez estamos más destrozones y cuidamos menos los billetes.
El desembolso aumentó un 32% en relación al año 2006, año en que se destinaron $17.500 millones. Según consta en la memoria anual del Central, esta importante alza de costos estuvo marcada por un incremento en los precios promedios de las materias primas, lo que afecta principalmente a las monedas y sus metales.
