A partir de este lunes, el Aeropuerto de Sabadell se convertirá en la base de operaciones de los equipos del Red Bull Air Race, que los días 3 y 4 de octubre visita Barcelona en su decisiva última cita de la temporada.
Los pilotos del Campeonato Mundial Red Bull Air Race cuentan a su disposición con los mejores y más modernos aviones de carreras de todo el mundo. Por eso, todo debe estar a punto con vistas a la sesión clasificatoria del sábado y a la carrera del domingo.
Durante un giro muy cerrado, tanto el piloto como el avión están sujetos a fuerzas de gravedad que pueden llegar a 12 G y eso quiere decir que tanto el hombre como la máquina pueden llegar a pesar más de diez veces su peso real. Por tanto, estos aviones han de ser extremadamente ligeros y no sólo por el hecho de tener que soportar esa gran cantidad de fuerzas G. Su reducido peso, combinado con un sistema de dirección sumamente eficiente, da como resultado una agilidad muy superior a la de un avión normal y que, incluso, los actuales cazas militares no pueden igualar. También tienen una relación peso-potencia muy grande y una resistencia aerodinámica que, naturalmente, tiende a ser lo más baja posible.
El objetivo, tal y como asegura el piloto español Alejandro MacLean es “ganar penetrabilidad en el aire”. “Lo que interesa es que pese lo menos posible y mantenga las revoluciones lo más altas posibles (los aviones de carreras alcanzan unas 2.900 por las 2.700 de los aviones de acrobacias)”, añade el madrileño, quien en Barcelona volverá a subirse a su MXS-R con el número 36.
“Es un avión más moderno y osado que su rival, el Edge 540, que bajo mi punto de vista ya ha alcanzado su techo. El MXS es un monocasco de carbono y cuenta con tecnologías de composite desconocidas en cuanto a longevidad y durabilidad”, describe MacLean, quien se muestra convencido de que este avión “marcará una época” en el Red Bull Air Race, lejos de aquellos aviones de acrobacias con los que comenzó a disputarse el campeonato.
“El origen de los aviones de carreras es el avión acrobático”, señala el único piloto español del campeonato. “Aquellos aviones están desarrollados para ser tremendamente ágiles con el centro de presiones y el de gravedad prácticamente en el mismo punto para tener una agilidad absoluta. Pero tienen un peso un poco mayor que el nuestro. Los compararía a un coche de rally: tienen mucha potencia, mucha tracción, pero poca penetrabilidad, poca velocidad”.
Sin embargo, muchas cosas han cambiado en los cinco años de existencia del Red Bull Air Race. “Competimos contra el crono, contra décimas de segundo, así que la guerra está en la inversión en potencia y disminución de peso”, sostiene MacLean.
“Minimizamos el ángulo de ataque del ala, para que la resistencia no se vea aumentada al cuadrado, pero al mismo tiempo sin perder la agilidad del avión, sin dejar de tener un perfil totalmente simétrico, sin perder la rotación de rol…”, añade. “Todos estos cambios han sido implementados en estos últimos cinco años en los aviones acrobáticos para convertirlos en aviones de carreras. La línea empezaba a ser paralela, pero cada vez nos estamos separando más, puesto que son aviones con un valor acrobático más limitado, pero con máximas de 240 nudos y manteniendo la maniobrabilidad en 12 G, muy ligeros, resistentes y cada vez más preparados para impactos”.
Por último, a Alex MacLean no se le escapa el papel relevante del Red Bull Air Race como campeonato en el desarrollo de estos nuevos aviones. “Tenemos una enorme suerte que una marca haya decidido hace cinco años fomentar el deporte aéreo y que cuente con casi todos los elementos de disciplinas ya contrastadas como la Fórmula 1 o el motociclismo, pero llevados a la aeronáutica”. “No hay deportes en los que Red Bull no esté coparticipando con otros equipos, lo que genera un know how acerca de cómo minimizar el riesgo al máximo… pero existe, aunque lo corremos nosotros en exclusiva. Somos conscientes de ello y actuamos en consecuencia» concluye MacLean.