Los mercados locales se nos están quedando pequeños, situación que se hace más evidente cuando nos enfrentamos a crisis económicas que se nos presentan cada cierto tiempo y que si no estamos preparados para abordarla puede ser la tumba de muchos esfuerzos e ilusiones. Son muchas las firmas que comenzaron a salir entre los ochenta y los noventa, vieron las posibilidades que se les estaban abriendo y no dudaron en aceptar el reto de la internacionalización. El comienzo de este nuevo siglo no ha sido muy distinto, el goteo de compañías que buscaban y buscan ampliar horizontes no ha cesado, es más, la crisis lo ha incentivado a extremos nunca vistos.
Para los que estén dudosos de afrontar estos nuevos retos que se nos presentan, la Navidad es un buen momento para la reflexión, no olvidando el origen de esta festividad, sugerimos buscar un espacio en medio del ajetreo para hacer un recuento, mirar hacia el pasado inmediato, ver cuanto hemos avanzado, que carencias tenemos, como las abordamos, etc. Ser concientes de que la vida es un camino de continuos y grandes cambios y desafíos que nos van perfeccionando, y nos van conduciendo por sendas nunca antes imaginadas.
Compartamos estos pensamientos con los que representan la mejor y mayor inversión de nuestra vida, nuestros seres más queridos, aquellos que nos aprecian por lo que hay en nuestros corazones y no tanto por lo que tenemos. No vean en el compartir con otros estas dudas una debilidad, los que reconocen sus verdaderas limitaciones encuentra en Dios la fuerza para superar toda adversidad.
En estas decisiones solemos tender a mirar solo y exclusivamente nuestros propios intereses, olvidándonos que en estas determinaciones, acaso porque lo desconocemos, ayudamos a que nazca la esperanza de crear una mejor sociedad en la tierra de donde partimos y en el lugar de destino escogido y contribuimos a que se forje una cultura que fortalezca valores éticos indispensables para obtener un superior ventaja.
La inversión internacional bien encausada permite a las naciones que la reciben aumentar su productividad y competitividad, se crean economías de escala, se genera más empleo, hay transferencias de nuevas tecnologías, traduciéndose en una mejora de la calidad de vida en donde se implanta.
Asimismo, el establecimiento de firmas extranjeras fomenta la transformación de la estructura productiva del país receptor con el objetivo único de insertarlo a los mercados internacionales con competitividad. En el caso de Chile, la inserción ha ido acompañada de políticas macroeconómicas bien manejadas que promueven la estabilidad financiera, fomentan el encadenamiento productivo entre los diferentes sectores económicos nacionales y se ha profundizado y diversificado las alianzas con otros países, siendo en este momento el país que más Tratados de Libre Comercio tiene suscrito en el mundo.
En nuestras meditaciones navideñas junto con ponderar las variables vinculadas a nuestro negocio de modo directo en el proceso de expatriación, nos debe interesar conocer las políticas país relacionada con la inversión extranjera, generalmente son propicias al inversor, aunque los estados hoy mantienen cierta autonomía para conseguir un buen uso de los no siempre abundantes recursos disponibles.
Chile aspira a alcanzar el status de país desarrollado el año 2018, para ello aguarda un crecimiento medio de su economía de un 6%, para lograrlo deberá apoyarse en su población, en el capital, las tecnologías y los recursos naturales, el empleo equilibrado de estos activos debería permitir a los chilenos situarse entre el grupo de cabeza.
Como nación ambicionamos un desarrollo sostenible o sustentable. Junto con el avance económico y social deseamos que exista un cuidado del medio ambiente, queremos dejar un territorio amigable con nuestros descendientes.
Navidad significa para nosotros los cristianos la llegada de Jesucristo, en los sitios donde aumenta su presencia se produce el verdadero progreso del hombre, su cercanía nos acompaña y guía, no estamos solos.
¡FELIZ NAVIDAD!
TOMáS PABLO R.