Para dar respuesta a las dos primeras interrogantes no exageramos cuando decimos que los distintos índices internacionales consideran a nuestro país como uno de los mejores para vivir en el continente. Según The Economist Intelligence Unit que analiza a 140 urbes del mundo considera a la capital de Chile, Santiago, como la segunda mejor ciudad para vivir de América Latina.
Se puede venir sin temor alguno, existen redes asistenciales y vigilancia epidemiológica permanente, con hospitales públicos y clínicas privadas. Las ciudades de Chile son seguras, la educación privada y pública ofrece una amplia oferta de colegios y universidades, y la vida cultural da acceso a espectáculos artísticos y deportivos de nivel internacional.
Solemos afirmar que Chile lo espera sin promesas pero sin decepción para nadie. Lo popular y lo sofisticado, la cultura física y el arte, la actividad empresarial o académica, la sed de nostalgia y la visión de futuro, o simplemente la búsqueda de un lugar tranquilo donde vivir, con un amplio espectro geográfico y climático para elegir. Cada interés encuentra su espacio y la posibilidad de interactuar con personas y grupos de intereses comunes.
Los que ya nos han visitado, o, se han quedado a vivir entre nosotros, destacan como lo más atractivo que Chile presenta son sus diversos contraste geográficos y climáticos, forman parte de su belleza, impulsan al ser humano a realizarse como persona a través de la actividad artística, intelectual, deportiva o aventurera.
En Chile hay plena libertad de expresión y diversidad de credos, tolerancia por las costumbres distintas, y apertura total a los espectáculos deportivos y artísticos internacionales.
En su estrecha y loca geografía se distribuyen variados climas y paisajes: el desierto y los glaciares, lluvias y primaveras, lagos y vendimias, bosques y montañas; canales australes y desiertos floridos; cordilleras con alturas superiores a los seis mil metros y honduras oceánicas que llegan hasta ocho mil metros de profundidad. Y allí están, además, sus territorios insulares en el Océano Pacífico, principalmente el archipiélago Juan Fernández y la Isla de Pascua o Rapa Nui.
El crecimiento de la llamada clase media chilena cada vez se hace más evidente, lo cual se ve expresado vía las mayores posibilidades con las que cuentan las personas de acceder a bienes y servicios, y sobre todo a las oportunidades que circulan dentro del mercado en el que viven.
Nuestro continente latinoamericano, según un reporte del Banco Santander, ha ido mejorando dejando de ser una región de pobres. En este trabajo se afirma que el 65% de nuestra población pertenece a la clase media; es decir, 286 millones de personas en el subcontinente. En 1990, era el 53%.
Los países con mayor presencia de clase media en el continente, de acuerdo a la medición del Santander, serían, Chile (77%), Uruguay (72%) y Argentina (71%). Y los con menos población en este segmento, Colombia (61%) y Perú (57%).
Así, la clase media es la protagonista de la economía regional, de modo particular la de nuestro país: por ella se venden más automóviles, se construyen más casas, home centers y malls, se amplían las rutas aéreas, y se levantan carreteras. Para muchos expertos y empresarios, su irrupción es el mayor cambio en la historia de la región. Y sólo se produjo en dos décadas, tras reformas políticas y sociales y un alza en el nivel de ingresos de las personas.
Existe cierto consenso en que la clase media latinoamericana ha crecido en las últimas dos décadas y lo seguirá haciendo. Joaquín Vial, economista jefe de BBVA para América del Sur, prevé que más de 100 millones de latinoamericanos pasarán el umbral de US$ 10.000 per cápita anual de aquí a 2030. «Generará un cambio muy importante de la demanda, que impactará en los patrones de consumo y de servicios financieros y sociales, y en el tema inmobiliario y de infraestructura de transporte», afirma.
Hay otro elemento que solicitan las clases medias del continente: más acceso al crédito, dice el director de análisis y estrategia del grupo Santander para A. Latina, Juan José Ruiz. “Esto brinda una gran oportunidad a los bancos, porque hoy se puede duplicar el stock de créditos en la región», agrega. Aunque la penetración de este servicio es alta en Chile, entre 60% y 70%, en el resto del continente queda mucho por hacer. Es de 14% en México y sólo 11% en Argentina.
Los chilenos son concientes de que la estabilidad institucional, la educación y la seguridad, son bienes esenciales para poder seguir avanzando y mejorar la calidad de vida. En resumen, acercarse a Chile, es hacerlo a una nación plenamente integrada en el mundo, a costos muy competitivos en un ambiente amigable con los negocios y principalmente con las personas.
Tomás Pablo R.