Esto viene a cuento de que hace pocos días hemos visto y oído por infinidad de medios de comunicación del mundo entero que investigadores acaban de encontrar un grupo de soles gigantes que superan todas las expectativas. Los descubrieron a una distancia de 165 millones de años luz en una región de nuestra galaxia vecina, conocida como la Gran Nube de Magallanes.
Uno de esos soles, bautizado como R136a1, tenía al nacer una masa 320 veces superior a la del Sol, pero se ha ido reduciendo. En la actualidad alcanza 265 masas solares, lo que la convierte en la estrella más masiva jamás observada.
Además es la más brillante: es 10 millones de veces más luminosa que nuestro Sol.
Hasta ahora los libros de astronomía explicaban que las estrellas más grandes podían alcanzar un tamaño máximo de hasta 150 masas solares, es decir 150 veces la cantidad de gas que posee el Sol.
El descubrimiento se logró gracias a la combinación de las observaciones del telescopio espacial Hubble y del LT de la ESO en Cerro Paranal (Chile). Ambos instrumentos apuntaron a un cúmulo de estrellas calientes jóvenes y masivas ubicadas en una zona de la Gran Nube de Magallanes conocida como la Nebulosa de la Tarántula.
Por primera vez esta combinación de telescopios permitió hacer un zoom en una región que mostraba gran luminosidad. Gracias a esta tecnología los astrónomos pudieron diferenciar los componentes, algo que no habían logrado antes al enfocar la zona.
El descubrimiento conmovió al mundo científico. «Antes se creía que no se podían formar estrellas tan grandes porque serían muy inestables. Este hallazgo obliga a testear las teorías de formación estelar», reconoce el astrónomo de la U. Católica Dante Minniti.
Todavía quedan misterios por resolver, dice Antoine Merand, astrónomo de ESO en Chile. Por ejemplo, aún desconocen si, al término de su vida, este tipo de estrellas estallan como una poderosa supernova o es tanta la energía liberada que se convierten directamente en un agujero negro.
Las estrellas son como reactores termonucleares naturales que colectan hidrógeno, helio y otros elementos más pesados que procesan en su interior y generan energía. Justamente la masa gaseosa de la estrella es la que condiciona su vida, luminosidad y tamaño.
Al tener una cantidad de masa tan grande, emite mucha radiación en forma de rayos ultravioleta y X por lo que ejerce un fuerte impacto en los cuerpos a su alrededor.
«Estas estrellas muy masivas son importantes porque regulan el clima de la galaxia, agitando el gas interestelar y ayudando a la formación de estrellas«, destaca Rodolfo Barbá, astrónomo investigador de esta clase de estrellas de la U. de la Serena. Son tan poderosas que R136a1 emite el 7% de toda la radiación que procede del cúmulo estelar investigado.
Si la estrella R136a1 hubiese estado en lugar de nuestro Sol, la vida en la Tierra habría sido imposible debido a la alta radiación que es capaz de emitir.
El gobierno regional de Antofagasta accedió a una solicitud de Conicyt. Es así como 36.347 hectáreas quedarán reservadas exclusivamente para la ciencia hasta 2060. La concesión original, por un lustro y por un área menor, expirará en octubre.
Las inversiones astronómicas en ciernes son tan grandes que resulta imprescindible asegurarles a los científicos la operatividad en este lugar: cero exploraciones mineras o de aguas, cero proyectos geoenergéticos, silencio radioeléctrico.
El Parque Astronómico rodea el área entregada al proyecto ALMA, en el llano de Chajnantor -«lugar de partida» en kunza-, el mayor proyecto astronómico del mundo donde colaboran Europa, Norteamérica, Asia Oriental… y Chile.
«Es el mejor lugar del planeta«, dice el profesor Yuzuru Yoshii, de la Universidad de Tokio. Lleva diez años trabajando en el proyecto TAO (Tokyo Atacama Observatory), el telescopio más alto del mundo en la cima del cerro Chajnantor (5.640 m). Su espejo es de 1 m de diámetro. «Arriba se obtiene la luz en el infrarrojo; son imágenes tan buenas como si el telescopio estuviera en el espacio y a un costo mucho menor«.
Pronto TAO inaugurará otro telescopio de 6,5 metros, en el mismo lugar, coronando Chajnantor.
El doctor Hiroshi Fujiwara, presidente de Nano Optics, que construyó el telescopio TAO. «Nos interesa también ofrecer allí la transmisión de energía por superconductividad, sin pérdida de electricidad, porque la sequedad del lugar es ideal. Además, ¡toda esa energía solar!; aquí, con 350 Km. de paneles se podría producir toda la energía que consume el mundo«, dice. Nuestro desierto mide 105 mil Km…
TOMáS PABLO R.