Es feliz. O al menos es lo que se desprende de sus declaraciones, cuando asegura que solo le pide a mañana que se parezca a hoy. La actriz Penélope Cruz parece tenerlo todo, incluida una privacidad ganada a costa de una turbulenta e irreconciliable relación con la “prensa rosa”. Asegurar conocerla, es mera y pretenciosa especulación. “Pe” se cerró a la opinión pública española ocultándose en una “progresía” que se considera a sí misma una élite; una nueva casta revolucionaria de actitud y moral selectiva nacida en el postfranquismo, auto-destinada a guiar a una España, supuestamente aborregada e inculta, hacia el consumo de cualquier manifestación artística que ellos lideran; so pena de ser considerado un auténtico energúmeno todo aquel que reniegue de ellas.
Como todo, este movimiento “progre” también ha tenido sus “pros” y sus “contras”. Por un lado la genialidad, la creatividad, el arte, la difusión del concepto de libertad, el aperturismo, las reivindicaciones sociales, los “modus” democráticos o las manifestaciones artísticas de todo tipo sin autocensuras. En su parte negativa alberga la soberbia del que se cree superior, la mezquindad, la ruindad, la mediocridad, la ridiculez o incluso la vulgaridad. Penélope huyó a Hollywood en busca de una oportunidad para su talento y de un extraño “desamor” con España, pero al final fue el director español Pedro Almodovar quién la catapultó al Oscar. Se internacionalizaron juntos, y mientras Pedro presentaba al mundo el patrón de un carácter español tan libre como esquizofrénico y pasional -que sorprendía al público americano- ella se consolidaba como la “belleza latina”.
También en este aspecto es criticada. Dicen algunos, que en Estados Unidos juega a la confusión prefiriendo que la crean paisana de Salma Hayek o Eva Longoria, pero ella calla y, a pesar de reconocer que su “home” está en Madrid, jamás se ha reconciliado con España, donde intenta pasar tan desapercibida camuflando su imagen para que no la reconozcan, que muchas veces llegamos a pensar que ha perdido todo su físico. Nada más lejos de la realidad. De repente resurge como el Ave Fénix, y la vemos espectacular en sesiones fotográficas como la realizada para el Calendario Campari por el fotógrafo Kristian Schuller, cuyo trabajo se presentará en Milán el próximo otoño. También Salma Hayek, Eva Mendes, Jessica Alba fueron ‘chicas Campari’.
Para Penélope Cruz, en estos momentos, su familia es lo primero. Asegura que a estas alturas de su vida profesional no se arrepiente de nada, y es que, la de Alcobendas, tampoco ha dado puntada sin hilo para alcanzar su sueño. Desde que rodara “Jamón Jamón” se ha desnudado en la mayoría de sus películas, a pesar de haber jurado que nunca lo haría, ha mantenido “affairs” con casi todos sus apuestos compañeros de reparto durante las épocas de promoción de las películas y ha terminado casándose, eso sí -en secreto- con Javier Bardem; ilustre “legitimista” de la intimidad y la propiedad privada -hasta llegar,a veces, a la violencia- además de excelente actor y defensor de los Derechos Humanos. Nada reprochable, por otra parte. Pero, realmente, no parece que sea ella misma quién dirige su vida. Más bien da la impresión de que se deja llevar, hiper-protegida, en un momento de dulce maternidad y éxito profesional.
“Jamón, Jamón”, “Abre los ojos”, “La niña de tus ojos”, “Todo sobre mi madre”, “Volver”, “Vicky, Cristina, Barcelona” o “Manolete”, entre otras, son trabajos cinematográficos firmados por los mejores -como Almodóvar o Woody Allen– en los que siempre se ha cuestionado el valor interpretativo de Penélope; y eso, a pesar de su fama y su éxito, parece que le pesa. ¡A quién no! Penélope Cruz es de ese tipo de mujeres que carecen de glamour y refinada sofisticación y -según los más cinéfilos- también de talento interpretativo; pero que ejercen una fascinación ilimitada a través de su imagen más sensual. ¿Y no es eso lo que importa cuando hablamos de vender historias?.
A pesar de que todavía no ha conseguido que la llame Martin Scorsese, su gran ilusión, Penélope ha decidido frenar, disfrutar al máximo de su hijo Leo y pararse a reflexionar sobre el contenido de su vida. También tiene proyectos con su hermana -de moda, por supuesto- y ha incrementado sus trabajos publicitarios -que le reportan pingües beneficios y cero críticas- donde es la reina. Su imagen lo vende todo, así que quizás -solo quizás- Penélope haya comenzado una nueva etapa en su vida.
Gema Castellano
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