Lo que Beggathun califica como ‘“Gran Aceleración’ -el crecimiento económico sin límites, la pérdida de bosques tropicales, la sobreexplotación pesquera o el calentamiento global, entre otros factores- que se ha producido desde los años ’50 hasta nuestros días, ha sumido al planeta tierra en el Antropoceno, que -aunque científicamente su explicación es más complicada- en términos casi coloquiales supone la entrada en una nueva era, en la que las actividades humanas tienen un impacto global significativo sobre los ecosistemas terrestres.
La situación de nuestro planeta no es buena. Y aunque ésta es una verdad tan absoluta que ha llegado a convertirse en un tópico, investigadores como Gómez Baggethun todavía se sorprenden ante las pretenciosas discusiones del ser humano sobre cómo y cuándo debemos salvar al planeta; como si éste, el planeta Tierra, fuera un ente ajeno al todopoderoso hombre. La verdad, sin embargo, es que cuando el planeta esté suficientemente herido hará desaparecer a la humanidad de un plumazo, no sin antes ejecutar su gran venganza en forma de desastres naturales, enfermedades, pobreza, caos y sufrimiento.
Desde Informativos.Net contactamos con el Dr. Erik Gómez Beggathun a través del informe mundial de Worldwatch Institute “La situación del mundo 2012”, cuyo objetivo es ofrecer una visión clara y pragmática de la situación actual de los sistemas ecológicos mundiales y de las presiones económicas que los están transformando. Baggetun, junto al eminente economista José Manuel Naredo, firman el anexo para España de este informe fundamental, que está en las mesas de todos los gobiernos del mundo.Queríamos conocer la opinión científica por encima de intereses creados, y esperamos haberlo conseguido.
En esta entrevista que les ofrecemos en formato de vídeo-TV, el profesor Beggathun analiza fríamente, y de forma muy coherente, la actuación de los gobiernos ante el crecimiento económico y los límites ecológicos, el desarrollo de la economía verde o el estado real de los marcadores ecológicos; pero sobretodo, nos presenta una posición absolutamente novedosa sobre la actitud del ser humano ante el comportamiento de un Planeta que está vivo. Se sorprenderán.
Gema Castellano
@GemaCastellano
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Transcripción de la entrevista:
Si hablamos de “colapso ecológico, ¿estamos exagerando?
Soy escéptico a la hora de hablar de “colapso ecológico”. Porque no tenemos la información suficiente para saber cuánto de cerca puede estar este colapso. Lo que sí que hay son indicaciones de que en breve pueden producirse cambios muy bruscos en el funcionamiento de los ecosistemas terrestres.
Explíqueme esto.
Los ecosistemas no responden de forma lineal a nuestras presiones. A veces tienen comportamientos no lineales y pasados ciertos umbrales o niveles de presión, puede haber reorganizaciones muy bruscas de estos ecosistemas. Esto es lo que, a veces, llamamos colapso, que puede ir acompañado, en ocasiones, de pérdidas muy bruscas de biodiversidad y de la incapacidad de sostener a las sociedades humanas.
En cualquier caso, ¿cuál es el estado de los ecosistemas ahora?
Lo que vienen apuntando los informes científicos de los últimos años, es que la situación está peor que nunca. No hay precedentes de un estado de deterioro como el que hay ahora. Se habla cada vez más de que estamos en el Antropoceno.
¿Antropoceno?
Las eras geológicas se venían definiendo por períodos históricos, en los que las fuerzas geológicas eran la principal fuerza de transformación planetaria. Ahora se habla cada vez más de que estamos en el Antropoceno. Desde la revolución Industrial hemos pasado a una nueva era, en la que el ser humano pasa a ser el principal motor del cambio planetario; incluso por encima de las fuerzas geológicas.
¿Está documentado?
Los últimos informes que han salido, por ejemplo “La Evaluación de Ecosistemas del Milenio” -una iniciativa de Naciones Unidas que involucró a más de dos mil científicos y que trataba de hacer un primer diagnóstico global del estado de salud planetario- ofrecen unas conclusiones pesimistas. Dos tercios de los sistemas ecológicos de los que dependemos para nuestro bienestar, nuestra salud y nuestra economía, se están deteriorando. La tendencia en la pesquería y la deforestación son igualmente pesimistas.
La revista “Nature” publicó un reportaje alarmante recientemente.
Sí. Fue hace un par de años. Nature es una de las principales autoridades de divulgación científica y publicó un informe que hablaba de las fronteras planetarias. De que la escala de la actividad humana y de la economía, respecto a los límites planetarios, ha aumentado hasta transgredir los límites. Se habla de que cada vez está más cercana la posibilidad de un colapso.
¿Y cómo sería este colapso?
Sería diferente a otros colapsos históricos que venimos conociendo. Porque hay que decir que ya los ha habido, aunque han sido locales. Todo el mundo conoce el caso de la antigua Mesopotamia, de algunas islas o diversos Imperios, que han sufrido colapsos ecológicos seguidos de recesiones económicas y sociales muy largas. Pero ahora, por primera vez, es cuando se plantea que el colapso se puede producir a una escala global. Planetaria. Ya no serían solo pequeñas “averías” en la maquinaria ecológica planetaria.
¿De qué habla en concreto este trabajo publicado en Nature?
Detecta tres fronteras planetarias, donde los límites ya se habrían transgredido. Una de ellas es el Cambio Climático, donde la Comunidad Científica plantea una especie de máximo. De las 350 partes por millón que marcan el límite, estamos ya en las 400 partes por millón, y subiendo. La segunda es la pérdida de biodiversidad. En este sentido hay que especificar que la desaparición de especies es un proceso natural -aparecen y desaparecen especies- pero lo que sí hemos hecho los humanos, es acelerar esas tasas de pérdida. Se estima que se está perdiendo biodiversidad a un ritmo mil veces superior al de los niveles preindustriales. Y una tercera frontera transgredida son los ciclos biogeoquímicos. Estamos creando grandes desequilibrios en los ciclos del nitrógeno, por el uso masivo de fertilizantes en la agricultura.
No nos llegamos a creer un colapso ecológico. ¿Cierto?
De ecología se lleva hablando cien años. A partir de los años ’60 el tema se asentó en la sociedad, pero se produce una paradoja. Todo el mundo es más consciente hoy de la problemática ambiental. Pero también se ha producido una inflación; un uso abusivo de los términos de “lo verde” y “lo sostenible”, que ha desvirtuado estos conceptos. Pero no se están cambiando las estructuras desde las que emanan los problemas.
!No hay forma de que los gobiernos cumplan los acuerdos de las Cumbres Medioambientales!
La pérdida de poder de los gobiernos nacionales, respecto a otras formas de poder como son las corporaciones o las multinacionales, influye. Muchos gobiernos tienen menos poder que algunas multinacionales. Y por otro lado, los partidos políticos con opciones más transformadoras, tienen menos apoyos para poder llegar al poder.
Me hablaba anteriormente de la agricultura y a mí me viene a la cabeza la multinacional Monsanto. ¿Cómo explica un ecólogo la agricultura transgénica o de monocultivos?
Es un tema que no controlo del todo, pero evidentemente estoy familiarizado con la política de transgénicos y se lo que está ocurriendo en África, por ejemplo. Es un fenómeno de acaparamiento de tierras. Una nueva forma de expolio. La economía global sigue expandiéndose y a medida que aumenta su tamaño sus requerimientos de energía, de materias primas, de agua etc., aumentan. áfrica vive ahora un proceso que en Europa ya conocemos.
¿Quién va a controlar los alimentos?
Históricamente el control de los alimentos ha estado en el campesinado. Ahora son las corporaciones multinacionales las que están teniendo cada vez más poder en el control de la alimentación, en gran medida a través del control de las semillas.
Se dice que estamos utilizando los recursos de un planeta y medio. ¿Son ciertos estos indicadores?
Son indicadores de Huella Ecológica que son ciertos, pero no se pueden analizar descontextualizados. Consumimos más de lo que puede ofrecer la Tierra y esta afirmación se refiere, sobretodo, a las tasas naturales de regeneración de los recursos. Podemos permitirnos este lujo porque estamos adquiriendo una deuda con otras regiones del planeta y con generaciones futuras, que nunca vivirán un período de abundancia como el que estamos disfrutando nosotros.
¿Y esto se puede mantener?
Sí, mientras se consiga que la mayoría de la población no tenga acceso a ello. Es lo que los economistas llaman “un bien posicional”. Se puede consumir mucho, siempre que sólo una pequeña minoría tenga acceso a ese consumo.
La economía mundial está basada en el sobreconsumo. Esto parece que no cambia.
Esto cambiará. Por las buenas o por las malas. Todo sistema insostenible llega a un momento de colapso, al que le sigue un período de reorganización. Después, vuelta a empezar. No estamos al final de la historia. Solo es una fase más. Debemos ser más modestos ante lo que está ocurriendo. Si conseguimos reorganizarnos será perfecto. Y si no lo hacemos, se encargará la naturaleza de hacer el ajuste.
¿Es la venganza del Planeta?
Solo hay que estudiar la historia geológica. El planeta es inestable y ya hemos pasado por grandes colapsos a lo largo de la historia geológica. Algunos de ellos se han llevado por delante el 95% de la biodiversidad de una tacada. Ahora se habla de la Sexta Gran Extinción, que será la primera que vendrá motivada por causas humanas. La Tierra no tiene problemas. No es tanto un problema suyo como nuestro. Ella no conoce las prisas. Después de un colapso, sólo necesita unos cuantos millones de años para volverse a regenerar. No debemos ser tan paternalistas. Lo que deberíamos hacer es intentar salvar nuestra civilización.
Consumismo y residuos. La huella ecológica. ¿Qué opina?
Históricamente la preocupación venía del lado de los recursos, más que de los residuos. Lo que ahora estamos viendo es que, probablemente, los factores limitantes más inmediatos sean los sumideros de los residuos. Cuando se estudia desde una perspectiva física, la economía es muy diferente a como se aprende en los manuales. No son sistemas auto sostenidos y circulares, sino que son sistemas que están intercambiando materiales, energía y residuos con su entorno. La economía es un subsistema de un sistema más amplio, que es la Ecosfera.
Ecosfera, el sistema que nos da todo. ¿No?
Y de él sacamos no sólo todos los recursos naturales y las materias primas que procesamos en nuestro sistema económico, lo que llamamos el metabolismo del sistema económico, sino que también devolvemos, una vez que hemos producido los bienes y servicios que consumimos, una cantidad de residuos que los ecosistemas planetarios tienen que metabolizar y procesar. Vertemos más de lo que la Tierra puede procesar y eso lleva a desequilibrios como el Cambio Climático; un exceso de vertidos de dióxido de carbono y de otros gases de invernadero, que la Tierra no consigue procesar sin cambiar sus condiciones de temperatura etc. Ocurre lo mismo con la contaminación de las aguas o de los suelos.
¿Y qué ocurre con esos residuos?
Los ecólogos llevamos proponiendo desde hace mucho tiempo que se reduzcan las emisiones de basura de todo tipo…
¿Quizás deberíamos comenzar por cambiar nuestros hábitos de consumo?
La gente ya los está cambiando. Lo que ocurre es que, muchas veces, se cambian por necesidad o imposición, más que por concienciación. La propia crisis económica está llevando a un cambio de hábitos de consumo. Mucha gente está tomando conciencia de que ha vivido en una sensación de abundancia que no era tal, impulsada por una serie de mecanismos de endeudamiento. El motor del sistema económico actual son las deudas ecológicas y financieras que no conseguimos pagar.
¿Cómo ecólogo es optimista o pesimista sobre el cambio?
Yo soy pesimista. Ojalá la gente tomara conciencia, pero lo que realmente nos demuestra la historia es el poder de la “pedagogía de las catástrofes”. Las personas solo reaccionan cuando se han dado el golpe. Te mentiría si pensara que se puede producir un consenso entre los gobiernos, las multinacionales y la sociedad. Hay muchos intereses creados y muchos incentivos para seguir con el actual sistema.
¿Y quién va a pagar esto?
Sobre todo, las zonas más pobres del planeta y las generaciones futuras. Los políticos piensan a cuatro años y estamos hablando de problemas a gran escala, que requieren planificación con horizontes temporales mucho más amplios.
Hay muchos tipos de residuos, pero los residuos electrónicos son un auténtico problema, según los ecologistas.
Aclararte que yo te hablaré más como ecólogo que como ecologista. Digamos que el ecólogo tiene al ecologista lo que el sociólogo al socialista. Pero también soy ecologista. Es evidente que es un tema del que cada día se habla más. Los consumidores compramos los objetos y después los depositamos en la basura y nos olvidamos.
Todos los productos que consumimos tienen un ciclo de vida y la gente no es consciente de todas las etapas por las que pasa desde las fases de extracción -donde se sacan sustancias de las que nos somos conscientes pero que están en nuestros móviles y aparatos electrónicos, ordenadores etc- mediante operaciones de minería muy destructivas. Esa Huella Ecológica de todo el ciclo de vida de los productos, cada vez se está estudiando más.
¿Qué hacemos con esos residuos?
En vez de procesar in situ los residuos de nuestro consumo, que elevaría los precios, lo que hacemos es externalizar esos costes en lugares donde los estándares ambientales y laborales son mucho más bajos y más baratos. Esta basura simplemente se fleta en grandes barcos y se transporta a África u otros continentes subdesarrollados, con unas consecuencias nefastas sobre la población. Es un sistema que se está acelerando por el tema de la “Obsolescencia Programada”. Todo está hecho para durar poco. Hoy en día hacer algo de calidad y duradero, es considerado como un mal negocio. No se puede competir con los fabricantes de productos perecederos, que lideran una enorme maquinaria de producción de residuos.
Ante la imposibilidad, entre comillas, de terminar con el fenómeno de la obsolescencia programada, hay expertos que apuestan porque los países del Tercer Mundo conviertan la gestión residuos en motor económico ¿Qué opina?
Sería una nueva expresión de la división internacional del trabajo. Estamos viendo como las relaciones de poder económico que imperan a escala global, permiten que determinadas economías se especialicen en actividades con mucho valor añadido, poco intensivas, etc., y vamos, cada vez más, externalizando estas actividades que generan muy poco valor añadido y que son muy intensas en contaminación, uso de recursos, etc. hacia el Tercer Mundo. Hay toda una industria que puede salir de los residuos, pero la solución pasa mucho más por un procesado “in situ”.
Hábleme de la Obsolescencia Programada.
La generación joven es muy consumista de determinados productos tecnológicos, pero la “Obsolescencia Programada” afecta a la sociedad en su conjunto. Como ecólogo me parece una aberración. Es un mecanismo muy perverso, que tiene toda una serie de engranajes detrás sobre los que se podría actuar. Uno de ellos es la publicidad. Vivimos inmersos en una contaminación publicitaria casi violenta. El mundo del marketing y la publicidad ha conseguido absorber mucha inteligencia y talento. La calidad de la publicidad es muy alta y presiona al consumidor para que consuma más y más. Se debería legislar en este sentido y regular el proceso productivo.
¿La economía social es una opción?
Digamos que es una parte que viene floreciendo en las últimas décadas, pero creo que actúa a un nivel superficial. No sólo no está cambiando las estructuras económicas y legislativas que están posibilitando la crisis ecológica, sino que a veces incluso sirven, o están actuando, como un mecanismo de lavado de cara verde; para poner un rostro humano a una economía que está basada en la explotación del ser humano y de la naturaleza. No basta con cambiar los nombres de las cosas o hacer pequeños gestos, para que este sistema parezca un poco menos malo. Tenemos que hablar de reformas económicas mucho más complejas. Mientras sigamos en una economía cuya lógica es expansiva y de crecimiento perpetuo e infinito, no conseguiremos llegar al fondo del deterioro económico, ecológico y social.
¿Lo “Verde” lava a la cara a la economía de siempre?
Sí. No hay que ser cínico, porque hay iniciativas que realmente están encaminadas a hacer mejor las cosas, pero el tipo de reformas económicas que requeriría un cambio de paradigmas, no van a llegar de los sectores de productos verdes. Muchas veces son caros y solo accesibles a una clase media-alta concienciada, que se puede permitir entrar en ellos. Los cambios no vendrán por ahí.
Ha participado en la elaboración del anexo en español del Informe de Worldwatch “El Estado del Mundo 2012”, que está en las mesas de todos los gobiernos del mundo. ¿Cuáles son las conclusiones del informe?
Se presta especial atención a la Cumbre de Río+20. El informe trata de dar un diagnóstico a la situación y de cuáles son las iniciativas políticas, económicas y de la sociedad civil, que se están llevando a cabo. El anexo que he escrito, junto a José Manuel Naredo, es un repaso de las políticas de sostenibilidad cuarenta años después de su implantación.
¿Y cuál es el diagnóstico?
El diagnóstico que obtenemos de este análisis es que ha habido una pérdida de ambición en las políticas de sostenibilidad, respecto a los años ’70. Entonces se celebró una cumbre en Estocolmo, donde sí se pudieron sobre la mesa cuestiones más estructurales del sistema. Además se publicó el informe del Club de Roma sobre los límites al crecimiento, que impactó mucho en la toma de decisiones de los estamentos de alto nivel. En los años ’70, en las altas esferas, se cuestionaba la teoría del crecimiento indefinido en un planeta finito; ¡imagínate!
¿Las ciudades son las grandes generadoras de residuos?
Sí. Y los vierten al mundo rural o a países del Tercer Mundo. La tendencia a la urbanización desde un punto de vista ecológico, es poco sostenible. El debate científico ahora está en saber cuál es el límite de personas que podemos aglomerar en las ciudades; por muchas razones. Algunas ecológicas. La ciudad nunca será autosuficiente y nunca será sostenible. Por lo menos la gran megápolis. Y también hay razones democráticas. Hay una contradicción entre la Democracia y la escala de las aglomeraciones humanas. Cuanto mayor es la concentración humana, más deficiente es el ejercicio de la Democracia. Más distancia habrá entre gobernantes y gobernados.