La Amazonia es nuestra. Somos herederos de una lucha histórica por la unidad de nuestro territorio y por nuestra soberanía. Civiles, militares, trabajadores, empresarios, jóvenes, toda la sociedad brasileña se suma en la defensa de nuestra Patria.
El gobierno estadounidense no se ha caracterizado por su sutileza. Las declaraciones sin tapujos de Baby Bush, y las bases militares yanquis ya implantadas en torno de la Amazonia, con el cínico pretexto del combate al narcotráfico, revelan el objetivo del imperio decadente de asaltar las riquezas naturales que no les pertenecen, en busca de alguna sobrevida.
La Amazonia es blanco de tan descontrolada codicia por su enorme riqueza y biodiversidad. Lo que coincide con la situación de los Estados Unidos que, en el decurso de este siglo, agotaron o están ya en la recta final de dilapidar los recursos naturales de su territorio, y dependen hoy de la importación de las principales materias primas que consumen. Ya no es más suficiente para el imperio hacer de nuestros pa¡ses mercados exclusivos para sus productos, o esclavizar a nuestros pueblos como reserva de mano de obra barata, o invadirlos con la especulaci¢n predatoria y el asalto de las privatizaciones. Para postergar su agon¡a, precisan de materias primas, minerales y biol¢gicas. Por eso su campa_a hacia la Amazonia. Es la clara demostraci¢n de cu n predatoria es la econom¡a de los Estados Unidos y cu n c¡nica es su «defensa de la ecolog¡a y del medio ambiente», su campa_a «contra el narcotr fico», su «defensa del libre comercio», y varias otras necedades. «Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la Am’rica de hambre y miseria en nombre de la Libertad», profetiz¢ el Libertador Sim¢n Bol¡var, con una profundidad inusual en la historia de la Humanidad, cuando el imperio era apenas un embri¢n.
La Amazonia abarca nueve Estados soberanos en nuestra Am’rica del Sur, se extiende por un total de siete millones de kil¢metros cuadrados, que representan un vig’simo de la superficie terrestre y dos quintos de la Am’rica del Sur. Con los atributos de poseer un quinto del agua dulce del planeta (que, ya no es secreto para nadie, ser motivo abierto de las ambiciones imperiales en un futuro bien pr¢ximo), el mayor banco gen’tico del mundo, un tercio de las florestas, incluye tres usos horarios y dos hemisferios.
La Amazonia brasile_a tiene 5.000.000 de kil¢metros cuadrados, representa 56% del territorio nacional. Son florestas, campos riqu¡simos, todos los recursos minerales se hacen presentes en la Amazonia. Oro, cobre, cinc, manganeso, 90% de las reservas conocidas de niobio del mundo, 96% de las reservas de titanio, tungsteno (estos oltimos, indispensables para la construcci¢n de naves espaciales y misiles at¢micos), vegetales, maderas, plantas medicinales, petr¢leo, riqueza todav¡a escondida, que est siendo explotada solamente en Urucu, en el Alto Juru y Purus, donde tambi’n se localiza la mayor reserva de gas descubierta en el Brasil. Tiene la mayor hidrograf¡a del mundo, 23.000 km de r¡os navegables; dos tercios del potencial hidroel’ctrico de nuestro pa¡s est en la Amazonia.
Que estas riquezas inconmensurables son el objetivo de la rapi_a imperialista es la preocupaci¢n creciente de los brasile_os y, particularmente de las Fuerzas Armadas. «La Amazonia tiene un valor inconmensurable pero jam s tendr un precio. ¥No es negociable! Jam s vamos a ceder cualquier parte del territorio brasile_o, con m s raz¢n la Amazonia», afirm¢ el general Luiz Gonzaga Lessa, ex-comandante militar de la Amazonia y, despu’s, del Este (con sede en R¡o de Janeiro), recientemente pasado a retiro.
La movilizaci¢n de los militares brasile_os, reflejando la de todos los sectores honestos del pa¡s, no es una mera paranoia. «Propongo que los pa¡ses que tienen deuda externa con los Estados Unidos cambien esas deudas por sus florestas tropicales», delir¢ George W. Bush, en el tercero y oltimo debate de la campa_a electoral presidencial pasada, con el candidato del Partido Dem¢crata, Al Gore, que ya hab¡a dicho, en 1989, que «al contrario de lo que los brasile_os piensan, la Amazonia no es de ellos, sino de todos nosotros». Los m s variados y seniles canallas no se contuvieron. Kissinger, Margareth Thatcher, John Major, Warren Christopher, y otros de su laya, expresaron sus ganas de asaltar nuestro territorio.
No es de hoy que estos buitres traman substraer esta regi¢n inigualable a nuestro pueblo. Analizando la historia brasile_a, vemos que para dominar la Amazonia ya intentaron todos los medios, econ¢micos, culturales, pol¡ticos y supuestamente religiosos. Menos la ocupaci¢n militar. Y no fue por que fueran santos, sino porque vieron la firme disposici¢n de las Fuerzas Armadas, en perfecta consonancia con todo nuestro pueblo, de no permitir esa invasi¢n. En 1817, un capit n de la Marina de los Estados Unidos, Mathew Fawry, ocean¢grafo conocido en sus tierras, hizo un extra_o mapa de Am’rica del Sur para la Secretar¡a de Estado. Suger¡a la creaci¢n del «Estado Soberano de la Amazonia» que inclu¡a a la regi¢n limitada por las Guyanas actuales, por la frontera de Venezuela y de Colombia, al norte y al sur por una l¡nea recta que comenzar¡a en Maranh’o y terminar¡a en el punto donde Rondonia limita con Mato Grosso. Hicieron muchas articulaciones e incentivaron revueltas segregacionistas. Despu’s, otro «ge¢grafo» del ej’rcito estadounidense propugn¢ la viv¡sima tesis de que el R¡o Amazonas era la continuaci¢n del R¡o Mississippi y, conclusi¢n de la brillante idea, la Amazonia estar¡a dentro de las fronteras de los Estados Unidos. El gabinete de Don Pedro II respondi¢ cerrando la navegaci¢n en los r¡os de la regi¢n a las embarcaciones extranjeras, estimulando al Bar¢n de Mau a fundar la Compa_¡a de Navegaci¢n del Amazonas.
Despu’s, Henry Ford, que fue jefe del fascismo estadounidense, en su prop¢sito de dominar la producci¢n del caucho, lleg¢ a instalar aqu¡ dos cabezas de puente -Fordlandia y Belterra- frustradas por el presidente Artur Bernardes. La sierra del Navio, en Amap , es el ejemplo de que las concesiones, aunque secundarias en aquella ‘poca, acaban teniendo resultados negativos para el pa¡s y para el mundo. La regi¢n fue destruida por los americanos para dotar de manganeso al complejo industrial-b’lico de los Estados Unidos. En la d’cada de los ’40, fue Nelson Rockefeller quien pregonaba repetidamente que la Amazonia era la nueva «frontera oeste» de los Estados Unidos, financiando «misioneros» y actividades «filantr¢picas» en la regi¢n. Getulio Vargas, presidente en aquella ‘poca, con mucha paciencia y la firmeza en la defensa de los intereses nacionales que siempre lo caracterizaron, lo dispens¢, rechaz ndolo sin apelaci¢n, cuando -como responsable por los asuntos latinoamericanos del Departamento de Estado- vino a presentar su plano de ocupaci¢n de la Amazonia.
Ningon gobierno brasile_o acept¢ cualquier iniciativa que se aproximase a la posibilidad de que los Estados Unidos se adue_ara de la Amazonia. Ningon gobierno jam s insinu¢ colocar nuestras Fuerzas Armadas bajo control de un pa¡s extranjero, dentro de nuestro propio pa¡s. S¢lo Fernando Henrique Cardoso, que comanda no un gobierno, sino una cuadrilla que no puede, a rigor, ser llamada de brasile_a, adula vergonzosamente al imperio, siendo contenido por la posici¢n firme de los militares y de todos los sectores nacionales.
Nelson Chaves
Secretario Rel. Internacionales Mov. Revolucionario 8 de Octubre.
En Cuadernos para la Emancipaci¢n N¡ 23 (fragmento)
