Mas, dicho escenario es problemático. Los talibanes no muestran signos de división. Los ministros a quienes Pakistán y occidente han cortejado como moderados han regresado a Kabul aún más firmes. Los talibanes no han perdido ninguna ciudad importante y, mas bien, lograron capturar y asesinar a Abdul Haq, el comandante más idóneo para encabezar un ejército pashtú anti-talibán. Pese al conclave de 800 líderes pashtúes organizado por Gilani en Pakistán aún no se ha podido estructurar una Alianza Sureña pashtú dentro de Afganistán. Gulbuddin Hekmatyar, jefe del Partido del Islam (que fue la principal fuerza anti soviética) y ex primer ministro afgano derrocado por los talibanes, se ha unido a sus viejos enemigos talibanes llamando a defender la patria contra la invasión cristiana.
El ex rey Zakik es anciano y carece de una fuerza armada propia. Los ayatolas iraníes después de haber derrocado a su shá no quieren que otro shá llegue al trono en su frontera oriental. Pakistán se opone a un nuevo gobierno encanbezado por la Alianza Norte_a, a quien ‘ste ayud¢ a derrocar en 1996.
Los monarquistas y los fundamentalistas isl micos siempre han tenido rivalidades. Mientras los primeros son m s liberales y pro-occidentales, los segundos quieren una sociedad teocr tica sin reyes y dominada por el clero.
Dentro de esos mismos campos hay rivalidades internas. Cuando los ‘mujahedines’ tomaron Kabul en 1992 no quisieron reponer al rey y las fracciones de la Alianza Norte_a no quisieran supeditar su poder a los realistas.
El principal comandante de la Alianza Norte_a, Massud, fue asesinado en septiembre. Su sucesor, Fahim, lidera a las fuerzas tadjikes que avanzan sobre Kabul, pero ‘stas est n en rivalidad con los otros dos componentes principales de la Alianza Norte_a. Las fuerzas uzbekas de Dostum est n en una carrera para tomar la estrat’gica ciudad de Mazra e Sharif, con lo cual ellos se convirtir¡an en el principal poder opositor. Dostum primero apoy¢ a la URSS contra los mujahedines y luego se ha aliado y traicionado con todas las dem s fuerzas fundamentalistas (incluyendo los talibanes). Los chi¡tas de Khalili son pro-iran¡es y no son bien vistos por los EEUU.
Si los talibanes perdiesen Kabul seguir¡an resitiendo en las monta_as y no se descarta que se repita el escenario de 1992-96 cuando las fracciones vencedoras acabaron guerreando entre s¡.
Isaac Bigio
Investigador y profesor de clase de la London School of Economics & Political Sciences