Ecologistas en Acción ha solicitado que no se proceda al arranque de la central nuclear de Cofrentes en tanto no se sepan las causas que originaron las fugas de 8 tubos del sistema de agua a presión que acciona las barras de control. Éstas son un sistema decisivo para la seguridad de la central puesto que permiten regular la potencia producida y son claves para la rápida parada de la reacción nuclear, mediante la absorción de los neutrones térmicos. En Cofrentes, como en todas las centrales de agua en ebullición (BWR), las barras de control entran por la parte de abajo de la vasija y han de ser accionadas hidráulicamente mediante una serie de 290 tuberías que aportan agua a presión. Para parar rápidamente la central nuclear han de ser introducidas en el núcleo del reactor venciendo su propio peso, lo que supone desventajas respecto a otros diseños en los que el propio peso de las barras hace que la inserción se produzca de forma natural en una situación de emergencia. Fueron 8 de esas tuberías las que presentaban fugas y han sido reparadas durante la última parada por recarga, con un alto coste en dosis radiactivas para los trabajadores por su inaccesibilidad y la dificultad de los trabajos.
El problema es que todavía no se sabe cuál es la causa de la parición de las fugas. Por las observaciones realizadas, se han descartado una serie de fenómenos que podrían ser los más comunes: Corrosión por el interior; Corrosión intergranular; Corrosión galvánica por el interior de los tubos; Erosión-Corrosión; “Pitting” por el interior de los tubos. Por lo tanto, la causa más probable de la aparición de fugas es la corrosión por el exterior. Se ha detectado presencia de cloruros en la superficie de los tubos por lo que se atribuye a la contaminación externa por estas sustancias la causa de la aparición de las picaduras. Sin embargo, todavía es desconocido y está bajo investigación el origen de los cloruros externos a las tuberías. Para Ecologistas en Acción no está nada claro qué tipo de prácticas han llevado a la aparición de cloruros en las tuberías y solicita que no se arranque la central en tanto no se averigüen y pueda descartarse la repetición del fenómeno en los tubos reparados o en otros de este importante sistema.
La puesta en marcha de la central sin atacar la causa raíz del problema puede hacer que éste se repita en un futuro cercano y con una gravedad quizá mayor que la detectada en esta parada, con la consiguiente merma de la seguridad. Además, si el fenómeno se repite será necesaria nuevamente otra serie de difíciles reparaciones lo que someterá nuevamente a los trabajadores a grandes dosis radiactivas.
Este tipo de actitud laxa del CSN y de los propietarios de la central nuclear (Iberdrola) frente a la seguridad nuclear hace que aumente la inseguridad de la central y el riesgo de accidente.