Brasil es hoy el mayor productor sudamericano de bioetanol, algo que el resto de los países de la región podría aprovechar gracias a sus importantes cultivos de caña de azúcar, trigo y maíz. Una buena opción para Chile de contar con esta alternativa energética es la de producir alcohol a partir de los residuos agrícolas provenientes de la industria, esa es la propuesta de Mario Navarrete, alumno del Doctorado en Biociencias Moleculares de la U. Andrés Bello.
De acuerdo a la investigación de Navarrete, producir bioetanol sería posible al utilizar a largo plazo la maquinaria enzimática (múltiples enzimas con diversas funciones) del hongo Penicillium purpurogenum, el cual crece en diversos desechos agroindustriales (coseta de remolacha, coronta de maíz, paja de trigo, entre otros) en un proceso clave en la obtención de azúcares fermentables llamado sacarificación.
Durante cinco años el candidato a Doctor en Biociencias Moleculares de la U. Andrés Bello centró su tesis doctoral -"Estudio de la variabilidad enzimática en el secretoma de Penicillium purpurogenum crecido en distintas fuentes de carbono"- en identificar las proteínas que están presentes en la secreción de este hongo que crece en diversas condiciones. Este análisis constituye un paso fundamental para entender cómo utilizar la maquinaria del microorganismo bajo distintos medios de cultivo.
De acuerdo a lo que explica Mario Navarrete actualmente estos desechos son casi inútiles y sin embargo podrían ser utilizados con fines muy provechosos. La generación de bioetanol a base de estos residuos tendría múltiples ventajas, tales como: la reducción neta de la emisión de carbono, la generación de empleos directos e indirectos en el agro, la disminución del uso de alimento y de tierras cultivables para la producción de alcohol, etanol de menor costo y la posibilidad de ser utilizado con diversas mezclas para obtener distintos tipos de biocombustibles.