La aparición de trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia en la población inmigrante comienza a preocupar en el entorno hospitalario no solo por la patología en sí, sino también -muy importante- por la complicación añadida que supone conseguir que la familia -que debe implicarse desde el primer momento en el proceso de tratamiento- comprenda y asimile la génesis, el desarrollo y el tratamiento de unas patologías propias exclusivamente de las sociedades opulentas y desarrolladas marcadas por el consumismo, el culto al cuerpo y la imagen personal.
Es practicamente imposible inculcar en la mentalidad de las personas procedentes de países subdesarrollados que abandonan su forma de vida, su cultura y su tierra con el objetivo de prosperar en otros lares, la variante de que existe la posibilidad de que sus hijos rechacen la comida por algún motivo; ya que el alimento es el bien más preciado y el símbolo de la salud.
Ante esta lógica negación provocada por la escasa cultura prefieren aceptar una posible locura o incluso la “posesión” diabólica del enfermo. La incomunicación entre padres e hijos inmigrantes y la falta de accesibilidad a los especialistas médicos en trastornos alimentarios, lleva a menudo la patología a niveles extremos.
A pesar de que en España las cifras de bulimia y anorexia no han sufrido recientemente un crecimiento significativo, los casos detectados en la población inmigrante van en peligroso aumento y su tratamiento se complica debido a que las familias son incapaces de implicarse y a que, en ocasiones, no se realiza un diagnóstico a tiempo. “La coordinación entre centros docentes, centros de salud y familias es fundamental”, asegura el doctor Gustavo Faus, Director de ITA -Insituto de Trastornos Alimentarios en Barcelona- a donde llegan casos extremos derivados de otras instituciones, además de los que por sí mismo absorbe, debido a su extraordinario e innovador modelo de tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria.
La buena noticia es que la anorexia y la bulimia se curan, tal y como nos asegura el Doctor Gustavo Faus, quién dirige al grupo de expertos que asisten a los pacientes de ITA. Hemos hablado con él.
En esta entrevista que les ofrecemos en formato de Vídeo/Tv, el Doctor Faus analiza concretamente la idiosincrasia de los trastornos alimentarios en la población inmigrante, pero también hace un exhaustivo balance de los condicionantes que llevan a los más jóvenes a engancharse a los malos hábitos a la hora de alimentarse y pone en evidencia una, entre comillas, novedad: los casos de anorexia y bulimia comienzan a proliferar en la población adulta.
Gema Castellano