Bajo el lema “New Look, New Vibe”, que debe garantizar la filosofía “Authentic Experiences that Rock” de esta singular cadena -cuyo primer objetivo se limitaba a que los ejecutivos, banqueros y hombres de negocios americanos afincados en Londres pudieran disfrutar de buena comida lejos de su país- Hard Rock Cafe continúa consolidando en el mundo su concepto gastro-cultural sobre los principios de «Love All Serve All, Save The Planet, All Is One, Take Time To Be Kind«; aunque, evidentemente, el perfil de los clientes se ha modificado y ampliado sobremanera.
En cualquier caso, poco queda -excepto su gran capacidad culinaria- de aquel primer proyecto. Cuando Eric Clapton regaló en 1979 su famosa guitarra al establecimiento de Londres, jamás pensó que, en ese momento, acababa de diseñar el modelo de negocio HRC por excelencia. El que convertiría a la cadena de hamburguesas en mítica a través del tiempo y absolutamente deseada en todos los lugares del mundo. En la actualidad cuenta con 74.000 piezas de ‘Memorabilia’ y en sus restaurantes, casinos y hoteles se alternan las exposiciones de arte, los conciertos de música en directo y la venta de camisetas, con la comida americana más genuina y otra más fusionada.
Sí. El Hard Rock Café Barcelona es noticia estos días por la actualización de su ‘look’ -que ha convertido al espacio en visita obligada de todos los ‘hardadictos’ que visitan Barcelona- pero también por una curiosa iniciativa cuyo objetivo es incrementar la afluencia del público local a su espacio. Y no es ésta una tarea fácil, habida cuenta de la extraordinaria oferta gastronómica que ofrece la Ciudad Condal a todos los niveles.
En el proyecto se ha implicado a las escuelas de cocina locales y los futuros ‘chefs’ debían confeccionar una hamburguesa que incluyera productos de la tierra entre sus ingredientes. Así pues, los adeptos a los sabores ‘de aquí’ podrán elegir entre la hamburguesa de Cris Minimon, la ganadora, que arriesga con la butifarra negra y la mermelada de calçot y mató mezcladas con la carne de ternera; la de Joel Cebrián, subcampeona, que añade una gamba a la butifarra negra como detalle de innovación o la de Librada Pérez, valorada en tercer lugar, que basa su creatividad en la salsa romesco.
Una oferta innovadora y deliciosa, que espera incrementar los escasos 300 servicios semanales de menús basados en los gustos locales que se sirven en el establecimiento. Una cifra ridícula -la de los 300 menús semanales- si la comparamos con los 1.500 servicios diarios de media que salen de la cocina del Hard Rock BCN, de los que el 60% son hamburguesas confeccionadas con carnes de calidad suprema que no procede de explotaciones ganaderas españolas, sino de Alemania.
Sorprendidos, quisimos saber cual es el motivo por el que Hard Rock Café Barcelona no consuma carne española, sino alemana, saltándose, así, su premisa de favorecer el mercado de proximidad. Remarcable es que 1.500 menús diarios suponen 547.500 menús al año. Unas 900 hamburguesas al día -el 60%- que anualmente ofrecen un total de 328.500 unidades. Una cantidad de producto considerable que salvaría la facturación de más de una explotación cárnica.
Pero, según Jordi Conesa, jefe de cocina del Hard Rock barcelonés, “necesitamos que nos sirvan la mezcla de cuello de ternera cortada en estado de semicongelación, para que todos los componentes de la carne se mezclen de manera excelente, y las explotaciones españolas no tienen la maquinaria adecuada”.
De nuevo nos topamos con carencias de especialización, que convierten a ciertos sectores productivos de España en poco competitivos. Un ejemplo más de falta de reinversiones en un sector ampliamente subvencionado que, por cierto, sigue sufriendo bloqueos en su proceso exportador. Pero este, señores, es otro asunto.
Gema Castellano @GemaCastellano
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