En la vida nada ocurre por casualidad, todo (o casi todo) tiene un sentido y una explicación. Cada paso, cada decisión por mínima que sea, acarrea consecuencias extraordinarias. La constancia en el acierto tiene premio (la tenacidad en el error se llama contumacia), como también lo tiene la capacidad de afrontar el futuro sin que nos ciegue el presente, o de perseguir nuestros grandes objetivos sin ignorar las pequeñas metas diarias.
Pequeñas metas que son enormes placeres, los cotidianos, los que emergen de lo auténtico y no requieren de grandes artificios para colmar nuestras expectativas, tan sólo una dosis de honestidad. La misma, con seguridad, que ha inspirado el trabajo de Vinos Sanz en la elaboración de su Finca La Colina Verdejo 2012, un laureado joven blanco de Rueda que ha conseguido cosechar toda suerte de premios y reconocimientos desde su primera añada en 2005.
Elaborado en sus lías, sin levaduras y sin paso por madera, este monovarietal de Rueda nos recrea con sus tonos dorados, su buen cuerpo y su boca envolvente. Joven, cierto, pero con el alma vieja de sus cepas situadas en La Seca (Valladolid), el corazón de la denominación de origen. Nariz intensa y elegante, en la que se mezclan flores blancas y notas frutales, hierbas frescas y aromas balsámicos. Acidez moderada y sumamente reconfortante en este blanco sabroso, largo y con buena persistencia.
Un fresco verdejo que podemos encontrar con cierta falicilidad en las tiendas a un precio inferior a los diez euros, elaborado por la bodega más antigua de Rueda, Vinos Sanz, apellido que pertenece una de las familias con más renombre, recorrido y arraigo en Rueda.
Mar Villasante @marvillasante