Tal y como nos cuenta Markus González Beilfuss, profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona (UB), letrado del Tribunal Constitucional (2005-2010) y Director General de Inmigración del Gobierno de España (2010-2011) no todos los inmigrantes llegan en pateras, sino que lo hacen a través de aeropuertos y carretera con visados de turista que después no respetan convirtiéndose en ilegales.
Lo cierto es que la inmigración, a la que los expertos prefieren definir como movilidad, es un fenómeno ancestral que no cesará y que por el contrario se incrementará debido a las facilidades de tráfico e interconectividad que inició la globalización y está consolidando la era de la información; además de por la desestabilización de las zonas emisoras por guerras, hambrunas, desastres naturales, etc.
No obstante, no se puede negar una crisis migratoria ligada a la huida masiva hacia Europa de refugiados desesperados sometidos a las mafias procedentes de países en guerra, que se une a las migraciones permanentes de individuos que buscan progresar en sus vidas. ¿Cómo regular estos éxodos? No es fácil, habida cuenta de que además y según datos de Naciones Unidas, solo España necesita unos cinco millones de inmigrantes de ahora a 2022, para ser competitiva y poder financiar su sistema del bienestar.
Según datos de ONU en España hay en estos momentos casi 6 millones de inmigrantes (5.947.106) de los cuales el 60% son ciudadanos europeos y el 40% restante de terceros países. De ese 40% el 80% están regularizados y gozan de una residencia de ‘larga duración’ (5 años o más)
La crisis económica e institucional en la que se ha sumido Europa, unida a su pérdida de protagonismo a nivel geopolítico, ha desembocado en el desarrollo de partidos políticos populistas, que abogan por el proteccionismo como estrategia para su ascenso hacia el poder. Según Markus González Beilfuss España todavía no presenta ‘tics’ xenófobos como los países del norte; pero tampoco presenta saturación de inmigrantes salvo en zonas puntuales.
España ocupa el número 43 en el ranking mundial de los países favoritos como destino para los inmigrantes -un puesto lejos de los destinos deseados- aunque sea un punto caliente de acceso Europa. Sin embargo, tal y como asegura González Beilfuss, los europeos del norte “solo quieren inmigrantes formados” y se desentienden de la gestión fronteriza.
La ley de Extranjería española, endurecida en 2017 por el gobierno del Partido Popular (PP) eliminando el derecho de arraigo, no hace concesiones. Más del 60% de los inmigrantes ilegales son devueltos a sus países de origen tras pasar los trámites ante un juez. No obstante, la desigualdad entre las diferentes regiones de España en afluencia de inmigración lleva a que el impacto se interprete manera normalizada o dramática.
El mapa de la inmigración en España es muy irregular. Mientras zonas como A Coruña y otras provincias del noroeste de España solo concentran entre un 5% y un 7% de población inmigrante, otras como Murcia (15%), Almería (20,6%), Barcelona (16,7%), Madrid (17%), Girona (21%) o Tarragona (16%) acogen los mayores flujos de inmigración; mayoritariamente marroquí.
Markus González Beilfuss reconoce que en estos puntos de alta concentración se producen a menudo conflictos entre la población autóctona y la inmigrante, por diversos motivos, pero niega que los problemas sean irreconciliables.
España ha conseguido integrar a más de seis millones de inmigrantes en tiempo record sin generar grupos xenófobos, aunque las altas tasas de paro, los sueldos precarios, la falta de presencia pública, el casi nulo acceso a la formación tras la enseñanza obligatoria y el riesgo de radicalización yihadista -además de que en España no se ha conseguido la integración de segundas y terceras generaciones- planteen problemas de convivencia y malestar. Aún así, España no es un país que haya generado muchos yihadistas, en comparación con Alemania, Bélgica, Reino Unido o Francia.
En definitiva, parece que los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos de las poblaciones más saturadas sobretodo por población musulmana no están gestionando bien una integración que no está pudiendo ser separada de la discriminación positiva. Al fin y al cabo son mano de obra necesaria, barata y estacional para sectores fundamentales de esas zonas. Estorban a la población pero son necesarios para la economía y el sostenimiento de sectores como la agricultura intensiva.
En esta entrevista que les ofrecemos en formato de vídeo/tv intentamos que el exdirector general de inmigración, Markus González Beilfuss, nos desmienta o confirme ciertos tópicos sobre la inmigración. Hemos tenido mucho cuidado en no incluir a los refugiados; cuya problemática legal es diferente y se ampara en la Ley del Refugiado.
¿Cobran los inmigrantes más ayudas que los españoles? ¿Quitan el trabajo a los españoles? ¿Imponen sus condiciones? Escuchen al experto.
Gema Castellano @GemaCastellano