La sociedad contemporánea parece estar atrapada en una crisis de valores que socava los principios fundamentales sobre los que se construyó la modernidad. En un mundo donde la verdad parece negociable, el discurso crítico se ha visto reemplazado por dogmas identitarios, polarización extrema y un auge del pensamiento tribal. Para comprender el origen de esta deriva, es esencial regresar al siglo XVIII y analizar el nacimiento de la Ilustración, una corriente que supuso un punto de inflexión en la historia del pensamiento humano.
La Ilustración: una apuesta por la razón y la universalidad
La Ilustración surgió en Francia y se expandió rápidamente por Europa durante el siglo XVIII, proponiendo una revolución en la manera de entender el mundo. Este movimiento, protagonizado por pensadores como Voltaire, Kant, Locke y Rousseau, defendía la idea de que la razón humana tenía el potencial de erradicar la ignorancia, la superstición y la tiranía. A través de la confianza en la ciencia y el pensamiento crítico, los ilustrados buscaban construir una sociedad basada en la libertad, la felicidad y la justicia.
Entre sus principales contribuciones estuvieron conceptos como la soberanía popular, el contractualismo político y la creación de espacios de diálogo que impulsaran la innovación científica y social. Más allá de los cambios en las instituciones, la Ilustración representó una declaración de principios: el compromiso con la verdad universal, la crítica a las ideas basadas en la autoridad y la emancipación del ser humano de la sumisión intelectual.
La reacción anti-ilustrada y el retorno del tribalismo
Sin embargo, los ideales ilustrados no fueron inmunes a las críticas. Desde el conservadurismo clásico hasta las corrientes postmodernas, la Ilustración ha enfrentado una oposición constante. El filósofo Zeev Sternhell, en su obra Les anti-Lumières, detalla cómo autores como Herder, Maurras o Spengler rechazaron la universalidad de las verdades, abogando por perspectivas culturales y nacionales excluyentes. Esta visión, que reduce la verdad a un constructo relativo, también encontró eco en las corrientes postmodernas y el pensamiento woke, donde el diálogo se desvirtúa al asumir que cada identidad tiene su propia verdad intransferible.
La consecuencia de este rechazo a la universalidad es una fragmentación social que imposibilita el entendimiento mutuo y fomenta la polarización.
Como señala Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo, la abolición de la distinción entre realidad y ficción crea las condiciones ideales para la manipulación totalitaria. Si cada individuo opera dentro de su propia «narrativa», desaparece el terreno común necesario para el debate y la construcción colectiva.
La crisis de la verdad en la era digital
El panorama actual ha exacerbado esta deriva con la irrupción de las tecnologías digitales y las redes sociales. El microtargeting político y las «fake news» explotan las emociones humanas, fomentando la desinformación y el sesgo de confirmación. Donald Trump y otros líderes populistas han capitalizado esta vulnerabilidad para consolidar un discurso basado en «hechos alternativos», que deslegitiman la objetividad y sustituyen el pensamiento crítico por lealtades ciegas.
Es imprescindible recuperar el pensamiento crítico como herramienta para enfrentarnos a los retos contemporáneos.
La filosofía postmoderna, al cuestionar la existencia de una realidad objetiva, ha contribuido a esta situación. Como explica Jean-François Lyotard, vivimos atrapados en juegos de lenguaje donde la verdad se reduce a un relato más, equiparable a cualquier otro. Esta visión ha sido llevada al extremo por sectores tanto conservadores como progresistas, destruyendo el ideal de un debate fundamentado en la razón.
Recuperar el proyecto ilustrado: un desafío urgente
Ante esta crisis de valores, la rehabilitación del proyecto ilustrado se presenta como una necesidad ineludible. Como afirma el filósofo José Antonio Marina, la sociedad actual no puede permitirse el lujo de renunciar a la verdad, la crítica y la universalidad de los derechos humanos. Sin estos pilares, se abren las puertas al autoritarismo y a un futuro dominado por la manipulación y la fragmentación social.
Es imprescindible recuperar el pensamiento crítico como herramienta para enfrentarnos a los retos contemporáneos. Esto no implica volver a los dogmas del pasado, sino reinterpretar los ideales ilustrados desde una perspectiva actualizada, capaz de integrar la diversidad sin caer en el relativismo paralizante.
Artículo redactado con asistencia de IA (Ref. APA: OpenAI. (2024). ChatGPT (versión 4.0). OpenAI). Foto morhamedufmg vía Pexels
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