En el debate público sobre la transición energética en España, es habitual encontrar un punto de confusión que dificulta comprender el verdadero alcance del avance de las energías renovables. Aunque es cierto que estas fuentes limpias lideran ya el sector eléctrico del país, lo que muchas veces no se comunica con suficiente claridad es que el conjunto del sistema energético —es decir, toda la energía que consumimos, no solo la electricidad— continúa dependiendo en su mayor parte de fuentes no renovables.
La energía total consumida en un país se mide a través del concepto de energía primaria, que incluye todas las formas de energía utilizadas, no solo la electricidad que se genera. En este indicador más amplio, las fuentes renovables —como la solar, la eólica o la hidráulica— apenas suponen entre el 19% y el 21% del total en España. El resto, es decir, entre un 79% y un 81%, proviene de fuentes no renovables: petróleo, gas natural, carbón y energía nuclear.
La energía solar, la eólica o la hidráulica apenas suponen entre el 19% y el 21% del total en España. El resto, es decir, entre un 79% y un 81%, proviene de fuentes no renovables: petróleo, gas natural, carbón y energía nuclear.
Este desequilibrio estructural implica que aproximadamente cuatro quintas partes de la energía que mueve la economía y la vida cotidiana en España todavía depende de recursos finitos. Combustibles fósiles como el petróleo, el gas o el carbón, además del uranio necesario para la energía nuclear, no son renovables: una vez agotados, no pueden reponerse. En contraste, el agua, el sol y el viento —base de las tecnologías renovables— son inagotables a escala humana, lo que los convierte en piezas clave de una estrategia energética sostenible a largo plazo.
No obstante, la confusión surge cuando se comunica que España utiliza una gran cantidad de energía renovable. Esta afirmación, aunque técnicamente cierta en un contexto específico, puede llevar a una percepción errónea. El matiz reside en que esta afirmación suele referirse exclusivamente al sector eléctrico.
En 2024, España alcanzó un hito relevante: el 56,8% de toda la electricidad generada en el país procedió de fuentes renovables siendo el país con más energía renovable generada en Europa. Las tecnologías eólica, solar e hidráulica encabezaron este avance. Por su parte, el 43,2% restante de la generación eléctrica se sostuvo en fuentes no renovables, principalmente gas natural y energía nuclear.
El 56,8% de toda la electricidad generada en el país procedió de fuentes renovables gracias a la eólica, solar e hidráulica. Por su parte, el 43,2% restante de la generación eléctrica se sostuvo en fuentes no renovables, principalmente gas natural y energía nuclear.
Este avance es significativo y digno de reconocimiento, pero también requiere ser contextualizado. El sector eléctrico es solo una parte del sistema energético total. Cuando se considera todo el conjunto —que incluye sectores como el transporte, la industria o la climatización de edificios—, la proporción de renovables se reduce sustancialmente. Este es el gran reto pendiente: la electrificación de sectores que todavía dependen casi por completo de combustibles fósiles. Porque incluso si España lograse una generación eléctrica 100% renovable, seguiría sin resolver la mayor parte del problema si no electrifica y transforma los sectores que hoy constituyen entre el 79% y el 81% del consumo energético total.
Por tanto, el verdadero desafío energético en España no es únicamente avanzar en la generación eléctrica renovable —algo en lo que se ha progresado notablemente—, sino lograr que toda la economía funcione sobre una base energética sostenible. La transición energética, en su forma más completa, implica repensar y rediseñar cómo se produce, distribuye y utiliza la energía en todos los ámbitos de la vida social y productiva.
artículo redactado con asistencia de IA (Ref. APA: OpenAI. (2025). ChatGPT (versión 11 mayo). OpenAI)