En mayo del 2001 la Convención de Estocolmo sobre los contaminantes orgánicos y persistentes (COP) ha sido aceptada por 127 estados. La convención es la base legal e internacional para la eliminación de los COP. Entrará en vigor cuando haya sido ratificada por 50 estados.
El pasado 26 de septiembre, la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados instaba al Gobierno a ratificar el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes y, en respuesta al diputado Joan Saura de IC-V, partido integrado en Los Verdes-Izquierda Verde, el pasado 22 de octubre se decía que aun no se había recibido de la Secretaría del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) el texto del convenio certificado y autenticado.
Los Verdes-Izquierda Verde piden la ratificación del convenio sobre los COP. No más que se realice la convención podremos vivir en el futuro sin 12 de esas sustancias extremamente peligrosas.
El uso frecuente e indiscriminado de plaguicidas provoca graves problemas ambientales. Segon estudios realizados en Estados Unidos, de los 500 millones de kilos de plaguicidas utilizados anualmente, s¢lo el 1% de los productos llegan a los organismos nocivos (a los que en principio van destinados). El 99% restante se queda en los ecosistemas. Una parte van a parar a la atm¢sfera por volatilizaci¢n, otra parte importante al suelo, y otra a los acu¡feros.
Otro de los efectos de los plaguicidas son los da_os que afectan a la fauna del medio, como las abejas, aves insect¡voras y a los insectos otiles, que son depredadores de insectos da_inos. Otra parte se queda en los productos agr¡colas, siendo consumido directamente por los animales, y el hombre.
Todos los plaguicidas utilizados por el agricultor tienen unos plazos de seguridad, expresados en d¡as, quedando prohibido la utilizaci¢n del producto en los d¡as marcados antes de la cosecha, estando en manos del agricultor la responsabilidad del cumplimiento de estos plazos. Existen tambi’n unos l¡mites m ximos de residuos del plaguicida utilizado que pueden quedar en el producto a consumir.
El control de los residuos de plaguicidas corresponde a la administraci¢n, si bien tampoco existen los medios suficientes para analizar todos los productos agr¡colas que llegan al mercado.
El empleo de plaguicidas es una de las mayores amenazas a la diversidad biol¢gica y a la salud de las personas. Se calcula que una persona normal puede entrar en contacto con mas de 60.000 productos qu¡micos sint’ticos diferentes en su vida cotidiana, y s¢lo en la comida pueden encontrarse 10.000. Muchos de estos productos son t¢xicos. Unos 600, cancer¡genos. Los plaguicidas utilizados en agricultura son sin duda el grupo m s peligroso.
Fueron introducidos masivamente en todo el mundo en los a_os 40 como parte de la llamada «Revoluci¢n Verde», junto con las semillas mejoradas, los abonos y la mecanizaci¢n de la agricultura.
Las plagas gozan de excelente salud pues los plaguicidas estimulan su capacidad de mutaci¢n para adaptarse. Sus predadores naturales, como insectos y p jaros, mucho m s lentos de adaptaci¢n, sucumben bajo los plaguicidas; los monocultivos les aseguran el alimento ideal. En 1965 estaban censadas por la FAO 182 plagas. En 1977 fueron 364. Hoy son m s de 500 los insectos resistentes a los plaguicidas, as¡ como 100 especies de hongos y 50 de adventicias. En EEUU, el uso de plaguicidas se ha multiplicado por 11 desde finales de los a_os 40. Sin embargo, las p’rdidas en las cosechas, debidas a plagas han aumentado de un 7% a un 13%. Segon un informe elaborado por la OIT a partir de los datos suministrados por gobiernos y organizaciones internacionales, 40.000 agricultores mueren en el mundo cada a_o por intoxicaci¢n aguda con plaguicidas de un total de entre 3 y 5 millones de casos.
Pero las intoxicaciones agudas son s¢lo parte visible de los da_os causados por estos productos. Los gobiernos establecen, para cada compuesto, una dosis m xima diaria aceptable para el ser humano, normalmente expresada en cantidad de sustancia autorizada por kilo de peso corporal. Los m’todos de determinaci¢n muestran que m s que proporcionar una verdadera seguridad, se trata de ofrecer la imagen, aparentando un conocimiento sobre los productos y sus efectos que no existe.
El plaguicida bromuro de metilo ha causado centenares de casos de envenenamiento, y adem s da_a la capa de ozono de la estratosfera, que protege la superficie de la tierra de una excesiva luz ultravioleta. El bromo del bromuro de metilo es 50 veces m s eficiente como destructor del ozono que el cloro de los clorofluorocarbonos (CFC), el mas conocido entre los compuestos que da_an el ozono, usado hasta hace poco en una amplia gama de aplicaciones industriales. El bromuro de metilo se usa como plaguicida desde la d’cada de 1930. Cada a_o se venden 76.000 toneladas en todo el mundo (4.238 toneladas en Espa_a, el 5,6% del consumo mundial), sobre todo para la fumigaci¢n del suelo. La mayor¡a de las emisiones humanas de bromuro de metilo se debe a su empleo como plaguicida, pero se libera tambi’n mediante la quema de biomasa tal como la madera empleada como combustible, y mediante la combusti¢n de gasolina con plomo. El bromuro de metilo es producido tambi’n por los oc’anos, pero estas emisiones no se conocen bien y es posible que los oc’anos absorban m s de lo que liberan.
En estos momentos, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentaci¢n s¢lo proporciona datos del consumo en pesetas y no informa de las cantidades y productos utilizados.
Por todo ello Los Verdes-Izquierda Verde instan al Gobierno a:
1. Presentar los datos sobre el uso de plaguicidas en el Estado espa_ol indicando, en todos los casos, las cantidades utilizadas, as¡ como la tipolog¡a de los productos.
2. Tomar las medidas oportunas para erradicar el uso de
plaguicidas prohibidos, como el lindano.
3. Prohibir de forma inmediata el bromuro de metilo y el
endosulf n.
4. Reducir el consumo de plaguicidas, dando prioridad a la
agricultura ecol¢gica.