No siempre sucede, pero la relación entre los Cadarso -que invirtieron bien en inmobiliaria los beneficios que obtenían en el sector relojero de lujo allá por los años ’80- y Martín Berasategui – con una experiencia de más de 35 años innovando en los fogones y merecida fama internacional- es una historia de amor interesado entre Chef de relumbrón y Hotel de postín que funciona, y es que no todas las sinergias que se iniciaron y se firmaron en plena época de bonanza y expansión económica, han llegado a buen puerto.
En cualquier caso, el Grupo Cadarso parece tener buen criterio y mejor suerte en sus emprendimientos. En los años ’90, una de sus filiales adquirió el hotel Condes de Barcelona -dos inmuebles modernistas situados en el centro del Paseo de Gracia haciendo esquina con la calle Mallorca- por un importe similar al que unos diez años después, en plena burbuja inmobiliaria, costaría un chalecito en ‘las afueras’; unos 300.000 euros.
No cabe duda de que Martín Berasategui llegó, una década después, para imponer el valor añadido gastronómico al refinamiento ‘vintage’ de los palacetes Casa J. Daurella y Casa E. Batlló, reconvertidos en un ‘cuatro estrellas’ de máximo confort contemporáneo. Y se quedó. Ahora, tras siete años de éxitos con el “Lasarte del Condes”, el chef y sus mecenas escuchan al mercado y apuestan por un servicio de cátering –Condes Cátering Martin Berasategui– que debe conseguir el efecto de ‘evento inolvidable’ firmado por un mago gastronómico.
El mismísimo Martín Berasategui ha presentado el Condes Cátering Martin Berasategui en un evento gastronómico de petit comité celebrado en el Palauet, un palacete modernista que ofrece a sus clientes el concepto ‘living Barcelona‘; un formato de alojamiento original y personalizado diseñado para turistas exigentes. Y acompañando al ‘maestro’, una selección de los mejores en productos de alta gama. Allí estaban Carlos Piernas, propietario de Carpier, con su cátering Santa Fe especializado en salmón ahumado; y Pedro Hernández, uno de los pocos entendidísmos en jamón de bellota, con su marca Martín Raventós. Sus jamones están en los restaurante más reputados; pero, digámoslo para que se sepa, tiene también plaza en propiedad abierta al público en Barcelona. Se llama “Jamonísimo” y sirve el mejor jamón de bellota de Salamanca.
Sin separarse de Martín y preocupadísimo porque sus ‘viandas’ se sirvieran a la temperatura adecuada nos encontramos también al gran Valentín -así a secas conocido, en los foros gastronómicos más selectos- propietario de la empresa Carnes Valentín de San Sebastián. Sin lugar a dudas, la mejor selección de buey y ternera procedente de Galicia, Cantabria y el norte de Europa. “Te diré”, me asegura, “que la reina Sofía se saltó su promesa de no comer carne en un restaurante de Vitoria donde le servimos nuestro producto”. Al parecer, el padre de de Iñaki Urdangarín, como buen vasco, tenía un alto sentido gastronómico y pidió a un restaurante de Vitoria que seleccionara carne de Valentín para agasajar a sus consuegros en ágape privado. La reina, que no come carne desde hace muchos años debido a una promesa, probó un trozo y según Valentín, repitió aunque no llegó a comerse un ‘chuletón’.
Le satisface, y con razón, contar su anécdota; aunque la auténtica noticia es que Carnes Valentin, que hasta ahora solo servía su producto a los restaurantes más exigentes, comenzará a comercializar su carne también en establecimientos abiertos para el pequeño consumidor.
Ha sido, la de la presentación del Condes Cátering Martin Berasategui, una gran velada gastronómica. Las empresas imaginan nuevas fórmulas para tiempos difíciles y los consumidores responden ante la creatividad.
Gema Castellano
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