“Busco las parcelas más singulares que hay en la zona, lo demás no me interesa”, asegura. Esa búsqueda, esa filosofía y esa convicción derivó en la adquisición de Bodegas y Viñedos Gancedo en 1998, un proyecto inspirado en la viticultura artesanal que, en la actualidad, cuenta con el apoyo de dos empresarios locales y suma 13 hectáreas de viñedos de 60 a 100 años (a excepción de una pequeña parcela experimental plantada en 1999) repartidas en 62 parcelas que forman una herradura alrededor de la localidad leonesa de Quilós.
Estamos en Bierzo, un territorio con más de 3.000 hectáreas de viña y 70 bodegas que cada año comercializan alrededor de siete millones de botellas con las variedades mencía, godello y doña blanca como protagonistas. Ginés Fernández no duda en comparar la singularidad de esta denominación con la Borgoña francesa, acaso la única región, sostiene, superior a la leonesa en cuanto a clima, suelos, variedades y tradición de viñedo antiguo.
Hay que saber diferenciarse, en todo caso, y hacerlo con lo más auténtico. Así que en una zona con un 80 por ciento de viñas de más de 60 años el dilema parece claro: “Demostrar si vale el viñedo viejo o desaparecer”.
La demostración particular de Gancedo se plasma en tres vinos tintos de mencía (Gancedo, Ucedo y Xestal) y en dos vinos blancos de godello con un toque de doña blanca (Capricho y Herencia del Capricho) todos ellos fruto de un cultivo artesanal, obligado en parte por una alta densidad de viñedo que impide el mecanizado tanto en los cuidados de la viña como en la vendimia.
Val de Paxariñas Capricho:
Fruta blanca y cítricos en unos blancos que destacan por su frescura y buena acidez. En 2006 encontramos un vino de un recorrido dulce, suave y cálido hacia una equilibrada sensación final. En 2007, una nariz intensa y un paso fresco en una copa que incluso puede evocar las propiedades de un cava.
Sabrosos, largos y con un precio que ronda los diez euros.
Herencia:
Un año de barrica y posterior crianza en lías para estos godellos expresivos, finos, con buena estructura y acidez. Aromas minerales, de monte y flores secas. Elegantes, potentes, frescos y frutales. El de 2006 se presenta como un blanco quizás con más toques de miel y caramelo, de fruta en almíbar, un vino equilibrado con un punto de amargor final que refuerza su expresividad. Elegancia, intensidad y buena presencia en las añadas 2007 y 2008, que incorporan notas tostadas en un vino amplio, licoroso y envolvente.
Su precio supera los 20 euros.
Xestal:
Llegamos a estos tintos de mencía con doce meses en barrica en los que encontramos aromas de fruta madura y notas de bosque y tierra. Tienen una boca potente y fina, una buena estructura aderezada con la frescura de la mencía. Elegantes y equilibrados en conjunto, ya desde la cosecha de 2003 podemos comprobar la buena evolución de unos vinos que se mantienen vivos.
Su precio ronda los 14 euros.
UCEDO:
Este vino nace de una selección de uvas de entre tres y ocho pequeñas parcelas, en función de las añadas, en la que se ha buscado la presencia de fruta, estructura y frescura. Un tinto que huye de la sobremaduración de la uva y que tiene una crianza de 12 meses en barrica. Todo ello se traduce en potencia y mineralidad, en un vino carnoso que mantiene la delicadeza, cierta dulzura y una buena persistencia.
Su precio, 28 euros.
Dejar la elaboración de los vinos en manos de la naturaleza puede tener el efecto de que resulten añadas dispares, pero en esa dosis de arbitrio natural radica también la esencia de las elaboraciones de Gancedo, una bodega que, según destaca Ginés, se ha propuesto respetar la evolución de los viñedos como han hecho las generaciones pasadas desde hace 2.000 años. Autenticidad y carácter, poderosas herramientas contra la indiferencia.
Mar Villasante
@marvillasante