Definitivamente los humanos han modificado la Tierra y la han llevado a la era del Antropoceno; esa en la que el impacto negativo de la humanidad es ya prácticamente irreversible. A la conciencia social este detalle no le importa. El ser humano del primer mundo tiene agua que sale del grifo aunque haya sequía, aparatos de aire acondicionado para soportar los más de 40 grados que se registran en verano en países como España, carbón para calentarse en esos inviernos cada vez más fríos y secos, y muchos medicamentos para soportar un ritmo de vida vertiginoso que desequilibra. Además, consiguen que vivamos casi 100 años.
Pero el mundo ya no puede más. En España, por ejemplo, el gobierno ratifica el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático mientras subvenciona el carbón y pone un impuesto a las energías renovables; el llamado Impuesto al Sol. No cabe duda de que los intereses creados priman sobre el bienestar de los ciudadanos y del Planeta. En lo que respecta a la legislación, tampoco es favorable al cambio. Los bosques siguen ardiendo sin responsables, las aguas de los ríos contaminadas por empresas irreverentes y, muy importante, el tratamiento de las aguas residuales es una asignatura pendiente.
Con estas aguas, las residuales, se riegan y abonan muchos cultivos en el mundo y las bacterias, muchas de ellas ya resistentes a los antibióticos, campan a sus anchas de punta a punta del planeta esparcidas por las heces de los turistas. A saber que la cantidad de los excrementos humanos y de los animales de granja es treinta y cinco veces mayor que la del resto de los mamíferos. Por si esto fuera poco, el agua de los ríos contiene trazas de metales, antibióticos, antidepresivos, desinfectantes y hasta microesferasde plástico procedentes de cremas exfoliantes que, por ser partículas demasiados pequeñas, escapan al filtro de las depuradoras y acaban siendo ingeridas por animales y personas.
El panorama es dantesco. Tanto que el profesor Peñuelas se pregunta muchas veces, nos confiesa, “cómo es que todo sigue funcionando todavía”.
El planeta está teniendo una paciencia infinita, pero no cabe duda de que si seguimos así nos exterminará, no sin antes someternos a sufrimientos como los éxodos, la pobreza, las pandemias o esa inestabilidad que tanto nos atormenta.
No es ciencia-ficción. Y aún cuando debamos reconocer el cortoplacismo de la humanidad, también ésta deberá ser consciente de que lo que describimos ya está ocurriendo. Solo falta que sea incontrolable.
Hemos hablado con el profesor Josep Peñuelas, quien nos preguntaba si saldría todo lo que estámos grabando. ¡Claro que sí! Nuestra opción es intentar hacer las mejores preguntas a los expertos más capacitados para que nuestra audiencia tenga la mejor información y publicarlas íntegras, sin manipular. ¡Escuchen!
Gema Castellano @GemaCastellano