Hay muy pocos restaurantes que puedan presumir de mantenerse en la cumbre durante cuatro generaciones. Cuando en 1943 el mundo y, más concretamente Europa, atravesaba por uno de sus momentos más convulsos de toda su historia Otto Horcher llegó a Madrid para abrir en la zona más emblemática de la ciudad, junto a los jardines del Parque del Retiro, un restaurante a imagen y semejanza del que su padre había inaugurado en 1903 en un pujante y vibrante Berlín de primeros de siglo XX. Hoy en día, su nieta Elizabeth sigue al frente del que tal vez es el último restaurante de la capital con todo el ‘grandeur’ de antaño. Esta cuarta generación de la familia Horcher, sigue creando experiencias gastronómicas irrepetibles del recetario centroeuropeo que mantienen la esencia original
• Decoración del restaurante
El restaurante Horcher se encuentra ubicado en una de las vías paralelas al Paseo del Prado, junto a la Puerta de Alcalá. El restaurante consta de tres salones diferenciados. Uno de ellos se encuentra en la zona general, siendo dos de los tres convertibles en «zonas reservadas» a petición de los clientes (salones en ángulo). Iluminación entonada, con el salón dando con las ventanas a la calle (Valenzuela y Alfonso XII). Decorado con grabados, litografías vitrinas con valiosas porcelanas Nymphenburg y un cuadro del ‘Horcher’ fundador. Hay un bar en el sótano reservado para clientes, al que se puede acceder desde la entrada principal a la izquierda.
• La caza como telón de fondo
En Horcher la caza ha sido siempre todo una seña de identidad. En este restaurante las aves se prestan a un servicio palaciego en platos como el pichón Bresse con jugo de frutas, el pato con croquetas de almendras o el pollo de grano trufado a la Bonne Femme.
La estival da paso también a sopas frías como la crema de lentejas con croutons y frankfurter, la bisque de bogavante, el gazpacho tradicional- con verduras-o el Horcher- con bogavante y huevas de salmón-, de salmón-, además de una novedad: la crema de guisante con langostinos tigre salteados.
En la misma línea están las ensaladas -de bogavantes o de gambas de Huelva con aguacate- y no se alejan de ella el rodaballo salvaje grillé o la lubina al horno con compota tomate y patata. Otros platos de la carta de temporada de Horcher son los ravioli de rodaballo y gambas, el carpaccio de carabineros con mango y vinagreta de mostaza, las vieiras con puré de apionabo y crema de aceituna negra o el tártar de lubina con patatas suflés.
Siguen inamovibles algunos clásicos, como el salmón marinado en casa a la rusa, los arenques a la crema con kartoffelpuffer o el consomé Don Víctor. Su servicio es impecable y alcanza cotas de profesionalidad inigualables. En el restaurante se dispensa un trato al cliente formidable con un saber hacer en sala y una capacidad para operar con precisión sobre el plato, que destacan muy por encima de cualquier otro establecimiento de la capital.
Gustavo Egusquiza @GusEgusquiza
Pulse las Fotos para Ampliarlas