La medicina natural, alternativa o complementaria, entró a finales del s.XX con fuerza en las sociedades desarrolladas como “solución milagrosa” ante dolencias que se resisten a la medicina tradicional y está provocando, según investigadores de relevancia, “un serio problema de salud pública”.
Lo cierto es que la ligereza con la que ahora se recurre y se aplica esta “pseudomedicina” preocupa en el ámbito científico, ya que viene respaldada por un enorme vacío legal y una supuesta inocuidad, que lleva al sector médico a aplicar una excesiva tolerancia y mutismo sobre el asunto, bien sea por corporativismo hacia quienes la practican, por desinformación, por intereses económicos o incluso por no enfrentarse a sus pacientes. Pero el asunto es grave, habida cuenta de que muchos enfermos afectados por enfermedades muy serias, como el cáncer, deciden abandonar sus tratamientos convencionales debido a promesas de curaciones milagrosas.
El caso de Steve Jobs es referencial. El fundador de Apple decidió rechazar cualquier tipo de tratamiento venido de la medicina convencional, cuando fue diagnosticado de un cáncer de páncreas. Optó por seguir una dieta macrobiótica como método de curación, lo cual, según el doctor Ramzi Amir, oncólogo especialista en cáncer pancreático, lo llevó a la muerte. Pero lo cierto que la pseudomedicina es cobarde en este aspecto. No se compromete. No acepta responsabilidades. Si el paciente se salva es gracias a ella, pero si fallece es debido a que tenía que ser así.
Steve Jobs, según el doctor Ramzi Amir, sufría un tipo de cáncer de páncreas del que podría haber sobrevivido, si se hubiera sometido a un intervención quirúrgica.
El Estado es, por el momento, incapaz de controlar esta pseudomedicina que genera unos beneficios económicos altísimos. Los más críticos alegan, a favor del criterio de los pacientes, que ha sido precisamente la ineficacia de los sistemas sanitarios convencionales los que han empujado a la población hacia la medicina alternativa, como última opción. Sea como fuere y sin tener base científica, esta pseudomedicina “intrusa” ha conseguido colarse incluso en las Universidades, ofreciendo másters patrocinados por laboratorios. En este aspecto, la homeopatía ha destacado sobre otras. Ocurrió con la Universidad de Zaragoza, donde desde el año 2010 hasta su cierre en octubre de 2014, se ofrecía una polémica Cátedra de Homeopatía patrocinada por los laboratorios Boiron.
Agua y azúcar. “Esa es la composición de los remedios homeopáticos que en 200 años no han conseguido curar a nadie”, nos argumenta José Miguel Mulet, bioquímico y profesor en la Universidad Politécnica de Valencia. Mulet se alinea así con el cada vez más creciente colectivo de científicos, investigadores y médicos, que arremeten contra lo que llaman la mayor mentira.
Hace unos días, la Organización Médica Colegial puso el grito en el cielo. La presentadora de TVE, Mariló Montero, dijo a su audiencia que “oler limones prevenía el cáncer”, en alusión a la “aromaterapia”, en directo y sin que le temblara la voz. La inconsciencia a la hora de esgrimir estas afirmaciones escandalizan a científicos como José Miguel Mulet, porque, asegura, “hay personas que están muriendo por tomar una mala decisión”.
Hemos hablado con él. En esta entrevista que les ofrecemos en formato de vídeo/TV, el bioquímico José Miguel Mulet cuestiona lo que él llama “pseudomedicina”, porque los medicamentos son los que nos han llevado a aumentar nuestra esperanza de vida de una manera excepcional.
Escúchenlo. Seguro que si lo hacen con la mente abierta, conseguirán ser conscientes de las nefastas consecuencias de abandonar el criterio médico-científico, la mayoría de las veces de una manera inconsciente, a favor de unos remedios “más naturales”. No en vano hacen falta más de 20.000 experimentos y millones de euros de inversión para que, con un poco de suerte, un laboratorio encuentre un medicamento que cure. La pseudomedicina no es la solución.
Gema Castellano @GemaCastellano